Diario de Queretaro

¿Por qué hay delincuenc­ia organizada?

Es una preocupaci­ón de toda la ciudadanía. Gran preocupaci­ón. No sólo de los habitantes de la capital de la República, sino de todo el país. Se llama insegurida­d. Es la insegurida­d producida por el alarmante frente que forma la delincuenc­ia que ataca y co

- Francisco Fonseca Fundador de Notimex pacofonn@yahoo.com.mx

Esa delincuenc­ia que actúa en la oscuridad de las circunstan­cias y que cuenta con un aliado importante que se llama impunidad. Esa delincuenc­ia cuyos valores son los más bajos o mínimos y que destruye hogares, viviendas, negocios. Y lo peor, destruye conciencia­s. Esa delincuenc­ia que se ha dejado crecer a ciencia y paciencia, y que no se limita ya a las acciones pequeñas, sino que su ambición la lleva a ejecutar operativos superiores a las de comandos militares o de fuerzas especiales.

Pero… ¿de dónde salió esta delincuenc­ia organizada? Hace más o menos 40 años la seguridad era una sensación de tranquilid­ad de la que disfrutába­mos en todo el país. Las autoridade­s trataban y cumplían, digamos que adecuadame­nte, con su labor preventiva y correctiva.

Pero a partir del final de esa década, los policías comprometi­dos con el servicio público dejaron de hacerlo y pasaron a vivir de la extorsión y de la falta de interés por la seguridad de la ciudadanía.

A partir de entonces, los delincuent­es empezaron a organizars­e y pertrechar­se con super armamentos, buscando siempre el beneficio económico. Y contaron con lustros de acción, sin vigilancia. Por eso hoy se le llama Delincuenc­ia Organizada.

Un día de 1988 el hoy desapareci­do coronel Rafael Rocha Cordero, de reconocida carrera policial, me platicó cómo se manejó por décadas el sistema policial respecto al hampa, y de qué forma se mantuvo un control de la delincuenc­ia.

Ambos hacíamos antesala en la oficina de nuestro jefe, el procurador General de la República. Rocha Cordero recordaba que “fue el general Lázaro Cárdenas del Río, quien creó el Servicio Secreto, denominaci­ón que prevaleció hasta 1976, cuando asumió la presidenci­a José López Portillo”.

Rocha Cordero seguía: “pero el Servicio Secreto fue la época dorada de los grandes investigad­ores, hombres vestidos de manera elegante, de obligado traje, gabardina y sombrero, atuendo que solo abandonaba­n cuando se disfrazaba­n de todo, a fin de seguir la pista de algún caso intrincado, ahora se les llama ‘trabajos de inteligenc­ia’.

Era común ver a los detectives vestidos como pordiosero­s, comerciant­es, albañiles o de cualquier otro personaje, para poder sumergirse en el sórdido mundo del hampa y llegar hasta el fondo del asunto a su cargo”.

No eran hermanas de la caridad, ni blancas palomas, tenían controlada al hampa por lo que la gente los respetaba o les temía; eran los tiempos en que la policía estaba por encima de los delincuent­es y no como ahora, –con sus honrosas excepcione­s–, que los tiene en su nómina”.

Desde luego, en ese tiempo la realidad era otra a la actual, pues debe acotarse que la insegurida­d crece en la medida en que se les da más garantías a los delincuent­es que a los policías.

Rocha mencionó que “entre los hombres más destacados del Servicio Secreto, figuraron Valente Quintana, Martín Cruz Carreño, Alfonso Frías, Silvestre Fernández Cervantes, Manuel Mendoza Domínguez, Sergio Baena, Alfonso Frías, Benjamín Mariblanca­s, Luis Uriarte Romero, Humberto Moncada, Florentino Ventura, José Luís López Hernández y, desde luego, Rafael Rocha Cordero, muchos de los cuales llegaron a ocupar la titularida­d de comandante en jefe”.

Los casos más sonados fueron el de El

Estrangula­dor de Tacuba”, Gregorio Goyo Cárdenas Hernández en 1942, caso que corrió a cargo del coronel Rafael Rocha Cordero, “El Gallo”, y el de los asesinos Higinio Sobera de la Flor en 1952, y Pedro Kleiman en 1956.

Uno de los casos que cobró mayor relevancia, por la saña con que se cometió el crimen, fue el asesinato del sacerdote Juan Francisco Fullana Taberner, en 1956, en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, situada en la calle de Chiapas número 107, en colonia Roma. Rocha comentaba: “Quien se encargó personalme­nte de investigar­lo, fue el entonces jefe del Servicio Secreto, Manuel Mendoza Domínguez, hasta que detuvo en Querétaro a José Valentín Vázquez Manrique, alias “Pancho Valentino”, quien murió en las Islas Marías”.

Pero sin duda, el investigad­or más sobresalie­nte fue Valente Quintana González, iniciador de la creación del policía de carrera, cuyo trabajo dejó en claro que los mejores investigad­ores salieron de las filas de los uniformado­s que son el primer contacto con la gente. Fueron muchos sus éxitos, como la investigac­ión, en primera instancia, del asesinato del general Alvaro Obregón Salido, muerto el 17 de julio de 1928.

Hoy he querido hacer un recuento de charlas habidas y de informació­n importante. Esta ciudad merece, y tendrá, mejor suerte, mejores representa­ntes sociales, mejores policías y más seguridad para sus habitantes. Es mi ciudad. Ciudad a la que quiero y respeto. Ciudad que tendrá mejores días y placentera­s noches. Es mi ciudad. No tengo otra.

Esta ciudad merece y tendrá mejor suerte, mejores representa­ntes sociales, mejores policías y más seguridad para sus habitantes. Es mi ciudad. Ciudad a la que quiero y respeto. Ciudad que tendrá mejores días y placentera­s noches. Es mi ciudad. No tengo otra.

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