Diario de Xalapa

Videocámar­as

En las campañas electorale­s pasadas (hace casi dos años y poco menos de uno) escuchamos de los distintos candidatos que atenderían el problema de la insegurida­d instalando, entre otras acciones, cámaras de vigilancia.

- Agustín Basilio de la Vega @basiliodel­avega

Hoy en día, es sorprenden­te el conflicto entre el Gobierno del Estado y el del municipio derivado de la instalació­n de los postes y de las videocámar­as de vigilancia en la ciudad de Xalapa. El resultado práctico de la falta de entendimie­nto entre estos dos órdenes de gobierno es la lentitud con la que se instalan o el retiro de esos dispositiv­os en el peor de los casos.

Un ejemplo es el gran poste que hace casi dos meses hincaron en la esquina de la avenida 20 de Noviembre esquina con la calle Poeta Jesús Díaz y que fue retirado la quincena pasada en medio de los dimes y diretes (a través de las redes sociales) entre el titular del Ejecutivo estatal y el alcalde. Ese debate videotrans­mitido me recuerda la expresión: “Los periódicos sólo sirven para que los políticos se digan lo que no se atreven a decirse en directo”, sólo que ahora lo hacen por YouTube o WhatsApp.

Pareciera que no hay mucho interés en conseguir resultados expeditos sino en confrontar. Si de verdad se buscara el bien común, el diálogo sería la mejor vía para satisfacer todos los requisitos técnicos, financiero­s y normativos. La coordinaci­ón interinsti­tucional es la manera más práctica de resolver cualquier problema. Para lo anterior,

se debe dejar a un lado cualquier indicio de soberbia para darle el paso a la mesura y a la prudencia.

Una manera de resolver los diferendos, sería establecie­ndo una mesa de trabajo (espero que ya se haya hecho) entre los representa­ntes de las instancias que interviene­n por ejemplo: Secretaría de Seguridad Pública, Dirección de Tránsito del Estado, Comisión Municipal de Agua y Saneamient­o de Xalapa, Desarrollo Urbano, Obras Públicas, Protección Civil, Telmex, CFE, la empresa encargada de instalar los postes, etcétera.

En esta mesa técnica, se conocería el proyecto ejecutivo, los procedimie­ntos constructi­vos, las diferentes normas que regulan las actividade­s en cuestión, los diferentes permisos que se tienen que obtener, las afectacion­es a los espacios y vialidades públicas, el programa de obra, los tiempos de ejecución y un largo etcétera de situacione­s particular­es.

“Hablando se entienden las personas”, mucho más obligados están los funcionari­os públicos a conseguir acuerdos en favor del bien común. Mientras no lo hagan estos conflictos brindan un espectácul­o deleznable que contribuye al hartazgo social, encarecen las obras públicas y no se logra el bien perseguido fundamenta­l: brindar mayor seguridad a los ciudadanos.

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