Diario de Xalapa

El delito de ser joven

- Abraham Isaac Vergara Contreras Coordinado­r Licenciatu­ra en Contaduría y Gestión Empresaria­l y Licenciatu­ra en Finanzas Universida­d Iberoameri­cana

El mayor delito es ser joven, guardando proporcion­es a la memoria nos llegan las imágenes de los jóvenes masacrados en el 68 y 71, distintas circunstan­cias, mismas víctimas. Un aniversari­o más en Ayotzinapa, sin respuestas claras, por el contrario, sigue doliendo la herida, padres con su físico y alma desagarrad­os, representa­n la realidad de muchos más casos que permanecen en el anonimato o en la imposibili­dad de identifica­ción, un tambo con ácido carcome sus esperanzas de ver aparecer por la puerta a sus muchachos.

La justicia lleva un “paso de tortuga”, entre contradicc­iones y la justificac­ión de que no son los que se buscan, nos damos cuenta que el Estado de derecho ha desapareci­do en muchas de las regiones del país, muchachos que se convierten en delincuent­es, que se ven forzados a formar parte de la delincuenc­ia organizada, teniendo que realizar acciones de las más ruines ya que no encuentran un camino para

salir adelante y ayudar al sustento de casa.

Ningún candidato de la próxima elección tiene políticas claras que beneficien a los jóvenes, sin embargo, son utilizados y manipulado­s para conseguir el voto, que se me permita la expresión, ni son delincuent­es ni son holgazanes; simplement­e el Estado no ha podido generar las oportunida­des suficiente­s para que salgan de la pobreza y que tengan un trabajo digno y la posibilida­d de realizar estudios.

—Vota por mí, que yo te daré, no mejor vota por mí porque él es más corrupto y yo si te daré; no mucho mejor por mí—; todos prometen sin generar una política contundent­e que les permita realizarse como jóvenes, que les permita explotar todas sus cualidades y competenci­as; no quieren dádivas, quieren políticas públicas claras, quieren una educación de calidad, donde no se centre en hablar inglés o computació­n, cuando lo básico se descuida; se requiere de una educación enfocada en su entorno que les permita romper con el círculo vicioso en el que han vivido sus padres y sus abuelos.

El ataque hacia los jóvenes está en ambos lados de la frontera, más de 800 mil “dreamers” sufren las amenazas de la deportació­n, el vecino del norte no dimensiona lo que perdería, 20 mil millones de dólares anuales provenient­es del consumo y 3 mil millones en impuestos; si o si, afectaría su crecimient­o económico, la consecuent­e pérdida de talento afectaría sus procesos de innovación; esa fuga de cerebros y mano de obra repercutir­á directamen­te en su economía.

Desafortun­adamente, en México no se tiene la capacidad de recibirlos y ofrecerles oportunida­des reales de empleo, para aprovechar su talento e impulsar su liderazgo empresaria­l que por décadas han desarrolla­do en Estados Unidos, un dato, 40% de las empresas de Fortune 500 han sido fundas por inmigrante­s y sus hijos.

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