¡Sigue la guerra sucia!
No cesan de disparar los detractores de AMLO en la presente contienda electoral; un día y otro también arremeten los adversarios contra el puntero en los sondeos de opinión; lo tildan de populista, demagogo y futuro tirano y poco escuchan esos desenfrenados y paranoicos elementos las propuestas del tabasqueño.
En su afán de denostar y de asestar golpes demoledores han perdido tiempo para diseñar proyectos y configurar iniciativas viables para enderezar el rumbo del país; envueltos en su laberinto de descalificaciones han posibilitado que López Obrador señale rumbos para salir del túnel oscuro; visionariamente ha señalado que el sector energético debe operar como el pivote o eje del desarrollo económico, que además amerita darle atención al campo para salir de nuestro subdesarrollo alimentario, así como emprender acciones puntuales para abordar lo inherente a la seguridad nacional, partiendo desde los orígenes de ese mal social que nos aqueja dolorosamente.
Esos adoradores de la reyerta callejera y montonera han dicho repetidamente que el Peje pretende instaurar la amnistía y ofrecerla en bandeja de plata a los “peores carniceros humanos”, lo cual es una mentira; en cierto momento el abanderado de Morena habló de un abanico de opciones para superar el flagelo de la violencia y de la criminalidad de la delincuencia organizada, indicó que no podemos seguir por el mismo sendero y que habrá que abrir foros y áreas de consulta ciudadana para salir de ese profundo agujero; también cuestionan al nativo del sureste por su posición en lo concerniente a la reforma educativa. Puedo aseverar a plenitud que Andrés
Manuel está a favor de mejorar las condiciones para conformar a las nuevas generaciones, desde el respaldo para que se realice el hecho educativo en mejores inmuebles, con dotación de auxiliares didácticos, hasta la dotación de becas para los niños y jóvenes de escasos recursos, sin descuidar la formación y actualización pedagógica de los docentes.
Los barones del dinero y del poder parecen no entender que el tabasqueño, persistente en sus intervenciones, ha manifestado desde hace algunos años ideas transformadoras para “sacar al buey del barranco”, ha puesto el dedo en la llaga y ha señalado rumbos lógicos, pero ellos experimentan temor porque perderán privilegios y jugosos dividendos; tales magnates no se interesan por el pueblo ni sus carencias. Suponen que si colocan a “alfiles dóciles y manejables” seguirán haciendo de las suyas. Por eso el conglomerado ya despertó y ve en Anaya y Meade más de lo mismo.
Estamos a un poco más de 40 días para que se efectúen los comicios del primero de julio y la gente, en la percepción de un servidor, ya no quiere oír a Meade, toda vez que él trata de defender a Peña Nieto en lugar de revitalizar su imagen. Una gran parte de los potenciales electores están molestos con el soberbio Anaya porque utiliza su agilidad verbal para atacar, mentir y negar su patrimonio millonario obtenido a través de los cargos públicos desempeñados.