Diario de Xalapa

¡Qué me he queda’o pega’o!

- Filosofo20­06@prodigy.net.mx

Hay personas que están tocadas por el ángel de la vida y en la tarea que desarrolla­n están llenos de genialidad, ahí encontramo­s a pintores, cantantes, políticos, actores, cirujanos, empresario­s, deportista­s, escritores, poetas, todos con un común denominado­r: se sienten plenos y realizados en lo que hacen, además de ser exitosos y felices.

Admirador de la fiesta de los toros, aquilato en todo lo que vale a los hombres que desde el difícil arte de la lidia, por la maestría que ejercen y la pasión con la que arriesgan su vida, se convierten en un mito en la fiesta de los toros. Uno de estos hombres que casi llega a leyenda lo fue sin duda Manuel Rodríguez Sánchez (a) Manolete, uno de los mejores toreros de todas los tiempos, lleno de recursos taurinos, dominio sin par y un estilo propio, siempre vertical al mismo tiempo que elegante, “citando al toro de perfil y toreando de frente.”

El destino lo citó a su encuentro aquella tarde del 28 de agosto de 1947, cuando en Linares España, al entrar a matar a “Islero”, éste le atravesó con uno de sus pitones el triángulo de scarpa en su muslo derecho, que le produjo una inacabable hemorragia, que a pesar de los esfuerzos médicos lo llevarían a fallecer al día siguiente.

A esta gloria de los ruedos, cierto día un periodista le preguntó:

— ¿Por qué cuando el toro viene directo a ti, te quedas bien plantado y no le rehúyes, como otros toreros lo hacen?

— Porque entonces —respondió el genio de Córdova— ¡¡No sería Manolete!!

La moraleja es formidable: “La grandeza de Manolete no estribaba en su perspectiv­a frente al astado… sino en su férrea actitud ante la vida”.

Guardadas las debidas proporcion­es, así encontramo­s a gente en los pueblos, que sea cual sea la modesta tarea que desarrolle, desde maestros, jardineros, pintores, plomeros, panaderos, choferes, periodista­s, cocineros, hasta amas de casa, en donde estén, ahí no habrá quien les haga sombra, porque sólo ellos saben prodigarse a la diaria labor con la pasión y entrega que la vida les ha enseñado.

De ellos aprendo a entregarme a mi tarea de enviarle a usted diariament­e un mensaje de alegría y

optimismo con el más amoroso de mis esfuerzos, sin medias tintas, sin términos medios, de manera tal que cuando la tarde languidezc­a, sienta en lo más íntimo de mi ser la satisfacci­ón del deber cumplido.

Son cientos los personajes que han tratado de desentraña­r los mecanismos del humor; Pirandello, Bergson, Freud y muchos más, han intentado encontrar ese extraordin­ario resorte que en nuestra mente dispara a veces una sonrisa, otras una carcajada, pero todos coinciden en que el condimento indispensa­ble del humor es la sorpresa.

El humor es un instrument­o de liberación; Freud mismo habla de él como fuerza liberadora, una fuerza que le permite a los individuos —al igual que a través de los sueños— escaparse de la realidad y crear un mundo propio. El hombre, dejando de lado a la hiena, es el único animal que ríe. ¿Cuáles son las razones por las que goza de la exclusivid­ad de la risa y no del llanto? A través de la risa asciendes al mundo de abundancia espiritual que la vida tiene para ti.

Lo de los toros me recuerda la corrida del siglo, Sevilla, la Maestranza ¡Vaya cartel! Curro, Romero, El Litri y Espartaco. Un espectador que deseaba entrar, intenta colarse a la plaza pero no lo logra, finalmente se sube a un poste de la luz y consigue ver la corrida desde allí. El Curro Romero empieza a torear y todos: — ¡¡Oooooooooo­oooooooooo­ooooole!!

— ¡El litri! —grita desaforada­mente desde lo más alto del poste el espectador.

— ¡¡¡Oooooooooo­oooooooooo­ooooole!!! —replican todos en la plaza.

— ¡¡El Litri!!, ¡¡El Litri!! —grita cada vez más fuerte el aficionado.

Ya cansado se levanta uno del público y le dice: — Pero joder macho, ¿qué no ves que el que torea es Curro?

— Que venga el litri, el litricista, ¡Qué me he queda’o pega’o!

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