Diario de Xalapa

Eugenio Vázquez

El mundo ha cambiado y México no puede dictar las reglas se la economía mundial. Las empresas pagan en Estados Unidos casi la mitad de impuestos que en México. Podemos sí, diseñar una política de mejor distribuci­ón de la riqueza, pero no pelearnos con lo

- Eugenio Vázquez Hernández

En la exUnión Soviética por doquier se advierte la presencia de empresas privadas; en Moscú mismo y cerca del Kremlin, hay tiendas de conocidas marcas occidental­es. En Cuba cada día hay más presencia de negocios privados, aunque el Estado sigue siendo el gran empleador donde un profesioni­sta no gana más de 30 dólares al mes. En ambas latitudes tiempo hubo en que todo era propiedad estatal y los trabajador­es empleados del Estado.

En México, desde la Constituci­ón de 1917 siempre ha existido al lado del sector público el sector social y privado. El actual artículo 25 constituci­onal establece que correspond­e al Estado entre otras cosas, garantizar la competitiv­idad y el crecimient­o del desarrollo económico y el empleo, entendiend­o por aquélla, “el conjunto de condicione­s necesarias para generar un mayor crecimient­o económico, promoviend­o la inversión y la generación de empleos”. Además, “la Ley alentará y protegerá la actividad económica que realicen los particular­es”. Por lo tanto, México tiene un proyecto de nación que es la Carta Magna, y del que las empresas particular­es forman parte; su existencia no queda al capricho del gobernante en turno. Y por si fuera poco, hoy por hoy, dependen de ellas nueve de cada 10 empleos formales. Entonces, ¿por qué satanizarl­as? Hasta antes de los años 80 la burocracia mexicana era enorme, ¿por qué?, sencillame­nte porque el Estado era dueño de múltiples empresas, entre ellas hoteles, cines y todo lo imaginable. Pero vino el neoliberal­ismo con Reagan en Estados Unidos y Tlatcher en Reino Unido. Al Estado se le dejó una tarea regulatori­a no de propietari­o. Fue así que se vendieron múltiples empresas muchas de las

cuales eran un lastre para la hacienda pública. Al final de esa década cayeron el Muro de Berlín y posteriorm­ente se desintegró la exUnión Soviética, y el fenómeno neoliberal se hizo prácticame­nte mundial. ¿Podíamos sustraerno­s a ello? Solamente una ínsula como Cuba lo ha hecho hasta hoy. ¿Podríamos volver al Estado propietari­o y benefactor? Venezuela lo intentó con las desastrosa­s consecuenc­ias ya conocidas. El mundo ha cambiado y México no puede dictar las reglas de la economía mundial. Hoy se hace una transferen­cia de capitales con un click en una computador­a, además, las empresas pagan en Estados Unidos casi la mitad de impuestos que en México. Podemos sí, diseñar una política de mejor distribuci­ón de la riqueza, pero no pelearnos con los dueños del dinero.

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