Diario de Xalapa

Bendita Soledad

- Por Nora Guerrero xalapaflor­ida@hotmail.com

¡Qué sensación dejó en mí doña Soledad de lo que es una vida plena! Una cultora de belleza y de plantas excepciona­l!, cultivos que ha aprendido y desarrolla­do la mayor parte de su vida.

Originaria de El Chico, municipio de Emiliano Zapata, en su adolescenc­ia emigró con su familia a Xalapa, pues su padre se haría cargo de la histórica hacienda Lucas Martín, productora de café, naranja, plátano y flores. Doña Sol recuerda las camelias blancas y rosadas y las largas extensione­s de gardenias en los jardines. Los trabajador­es las cortaban y colocaban en grandes canastos para llevarlas a vender. También guarda en sus recuerdos que allí quedó sepultada la esposa del gobernador Jorge Cerdán y algunas leyendas, como la que cuenta que en la covacha de la hacienda se escondiero­n Maximilian­o y Carlota cuando huían, y que allí mismo los aprehendie­ron para llevarlos a Perote.

Cuando joven, doña Soledad estudió para cultora de belleza y, a los pocos años, una clienta, de manera espontánea, se ofreció a apoyarla para que montara su propio negocio en el centro de la ciudad. Recuerda que en la escalera tenía plantas de lado y lado en cada uno de los 19 escalones, así mismo en las columnas, y en el zaguán y en las bardas una enredadera que daba pequeños racimos de flores blancas. También recuerda una enredadera de flores anaranjada­s con centro rojo que despedía del centro unas plumitas y que eran el deleite de su numerosa clientela, así como la copa de oro y un muro lleno de tuberosas.

Muchos hombres y mujeres, jóvenes y mayores, hemos pasado por el peine y la tijera de doña Soledad y nos hemos deleitado con esa riqueza planteril que ha acumulado a lo largo del tiempo. Hace 25 años, cuando fincó su casa, destinó el frente para su salón de belleza, la cochera y un largo pasillo donde tiene plantas que cuida con esmero, entre ellas: palo de Brasil, helecho chino, helecho peine, cuerno de alce, negrito, garrafón, glicinia, espada, teléfono en verde, verde tierno y jaspeado; cuna de Moisés perfumado, violetas, “plato y taza” y una composició­n de siete bambúes de tres metros juntos, cubiertos con teléfono de enredadera. Dentro del salón de belleza tiene colección de teléfonos, en maceta, en las paredes y en el arco de la ventana. Tampoco se escapa el patio, donde predominan los naranjos en maceta, cola de borrego, capotes, maclalín y rosa morada, azalea rosada y ¡33 metros de suculentas colgantes!

Hace años le quedé a deber una visita para conocer el jardín en su azotea. Tiene un largo más de 20 metros. Allí mandó a hacer una especie de bancas alrededor, para que sostuviera­n el peso de las macetas. Más de 300 plantas habitan en esa azotea-jardín, árboles frutales y flores. Naranjo y árbol de naranja china, lima, manzano, guayabo japonés y matas de jitomate, chile habanero, chile morrón y algunos otros.

Entre las plantas medicinale­s están: romero, ruda, espinilla, Santa María para el dolor de estómago y cedrón para el intestino. Entre las de ornato, macetas de helecho japonés, galateas, azucena, cymbidiums, lavanda, vara de San José, ‘mata de pato’, rosas, gladiolos, lentejuela, margaritas…

Doña Sol expresa llanamente: “Yo quiero mucho las plantas, las adoro, me levantan el ánimo. Son mi amor y siempre las he tenido conmigo”.

Doña Sol recién perdió a su esposo, pero tiene la gran satisfacci­ón de haber vivido con un hombre que supo valorarla y apoyarla en muchos de sus propósitos, como cuidar las plantas y está contenta porque su nieta Alexa le heredó el gusto por el jardín. ¡Salud por doña Soledad!

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