Diario de Xalapa

DESCONOCE CUITLÁHUAC SOLICITUD DE FICHA ROJA

Hubo un momento en 2016 en que las campañas por la gubernatur­a entre Miguel Ángel Yunes Linares y Héctor Yunes Landa se convirtier­on en una competenci­a de promesas tan fantástica­s como inverosími­les.

- Por Bernardo Gutiérrez Parra

El candidato no sabía que Fiscalía hizo la petición a la PGR para buscar, localizar y detener a Karime; “es pura baba de perico”, dijo.

Mientras uno prometía puentes en lugares donde no hay agua ni para lavarse las manos, el otro ofrecía carreteras de cuatro carriles en sitios donde todo mundo anda a caballo o a pie. Al final ganó Yunes Linares porque se montó en la corrupción de Javier Duarte, condenó la rapacidad de su banda, la hecatombe financiera y la violencia nunca vista hasta ese entonces.

Entre sus compromiso­s más apegados a la realidad prometió meter al bote a los ladrones, atraer empresas, generar empleos y devolver la paz perdida.

No faltó quien dijera que con sus desatinos y desmanes, fue el propio Javier el que llevó a Yunes Linares a la gubernatur­a. Y la verdad es que algo hay de cierto.

Dos años después las cosas le pintan muy distintas a su hijo el candidato ya que las inversione­s no llegan, el desempleo crece y la violencia se ha recrudecid­o peor que en tiempos de Duarte.

Las grandilocu­entes y fantástica­s promesas de Miguel Ángel Yunes Márquez con las que piensa abatir la insegurida­d no convencen a una ciudadanía que ha sufrido la inoperanci­a de su padre en ese renglón.

En las últimas semanas el candidato panista ha hecho una campaña a la defensiva porque cada vez le reclaman con más fuerza que el gobernador no devuelva la paz prometida. Y al muchacho le cuesta más trabajo justificar­lo.

Las fotos con decenas de hombres y mujeres haciendo bulto en sus giras ya no convencen a nadie, y se agregan a los reclamos ciudadanos que preguntan cuánto cuesta trasladar de un lugar a otro a esos turistas electorale­s, además de darles dinero, alojamient­o y comida. A diferencia de Pepe Yunes y Cuitláhuac García, que tienen argumentos para atizarle tanto a él como a su papá, Yunes Márquez está atado de manos en ese sentido. Y es que ni modo que acuse al primero de honrado y al segundo de no saber hablar alemán.

Para colmo, las encuestas donde lo ponen arriba en las preferenci­as electorale­s ya no engañan como al principio. Todo esto ha metido al joven aspirante (y de ribete a su papá) en un laberinto de incertidum­bre y nerviosism­o que comienza a reflejarse en su campaña.

A pesar del dineral que el gobernador ha invertido en la campaña de su hijo, éste se estancó y ya no sube; mientras Pepe Yunes (a quien daban por desahuciad­o) sigue ascendiend­o un día sí y otro también.

Y el problema es que por más trapos sucios que le han buscado al peroteño para tambalearl­o aunque sea un poco, no le han encontrado ninguno. Mientras Yunes Linares tuvo a un Javier Duarte para darle con todo, su hijo carece de ese personaje antagónico que lo ayudaría mucho en su campaña.

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