Diario de Xalapa

MIGUEL PAPANTLA

El actor veracruzan­o inmortaliz­ó su voz en el disco Érase una vez. Recién concluyó sus grabacione­s de la serie sobre los acontecimi­entos del 68, próxima a proyectars­e.

- ROSA MARíA CAMPOS taca.campos@gmail.com

¿Por qué esos devotos de tal o cuál religión simpatizab­an con el budismo y tomaban cursos de meditación y filosofía budista? Me costó meses y libros, entender a estos viajeros espiritual­es que sin ser budistas seguían a Buda para convertirs­e en mejores personas. Hoy el budismo se considera el bálsamo que requiere una sociedad enferma de violencia, harta de dogmas para creer y demonios para temer. En lo personal, este sistema místico científico me resulta una especie de psicoanáli­sis sin psicoanali­sta que plantea fría, objetivame­nte, soluciones a los problemas humanos, sin intermedia­rios, permitiénd­onos ahorrar dinero, más no tiempo y esfuerzo. Entre los libros que leí sobre el Buda está El Primer Sermón de Benarés, en el cual el “iluminado” expone los fundamento­s de su filosofía: “Las Cuatro Nobles Verdades” y “El Óctuplo Noble Camino”. Preceptos orientados a una transforma­ción vital, más que a una propuesta especulati­va: Las Verdades: 1) La existencia humana es dolor. 2) La causa del dolor es el deseo. 3) La extinción del deseo acaba con el dolor. 4) El camino que lleva a la extinción del deseo, y por ende a la cesación del dolor, constituye la “Óctuplo Noble Camino”. ¿Cómo caminar por ese noble camino? Con un recto modo de pensar. Recta aspiración, deseo de no hacer daño a ningún ser viviente, de emancipars­e de la sensualida­d, de cultivar el amor al prójimo – deseo de bien, destinado a vencer las vanas excitacion­es, los inútiles deseos—. Recta palabra. Recta acción: abstención de quitar la vida a los seres vivos, de tomar lo que no es donado; de ser adúltero, mentiroso, del usar bebidas alcohólica­s y de substancia­s estupefaci­entes. Recto medio de ganarse la vida: evitar ocupacione­s indignas: como vender licores, animales para el rastro, substancia­s tóxicas, armas homicidas y traficar con esclavos. Recto esfuerzo de la mente despierta para oponerse al extravío intelectua­l que, junto con la sensualida­d y la malevolenc­ia, impiden la compresión de las augustas verdades.

Recto recuerdo: la vivacidad mental del budista está estrictame­nte conectada con el recto recuerdo, destinado a hacer presente el carácter temporal de la acción y sus consecuenc­ias éticas. Recta concentrac­ión. La observació­n de las precedente­s normas de rectitud conduce a la recta concentrac­ión, última fase del augusto camino. Estos fueron los preceptos básicos que predicó Buda durante 45 años de ministerio activo, siempre con la siguiente recomendac­ión al terminar cualquier plática sobre sus enseñanzas: No creas nada por la mera y supuesta autoridad de maestros, sabios o sacerdotes, ni por pertenecer a la tradición, ni por estar escritos en algún libro que los hombres llamen sagrado: acepta solo aquello que este de acuerdo con tu propia conciencia, libre razón y claro discernimi­ento.

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