Samuel Ferrer
Después de un proceso electoral en el que el PRI en Veracruz perdió todas las diputaciones locales y federales, las senadurías y la gubernatura, es normal pasar por un momento de reflexión profunda.
Es más, el proceso de reflexión debe ser obligatorio e incluir un análisis de todas las acciones que desde hace años han dañado al partido, sobre todo la forma en que nos relacionamos entre militantes y dirigencia. No debemos quedarnos en la simplicidad de decir que fuimos absorbidos por la “Ola Populista Internacional”, eso es demagogia que no debemos repetir.
El reto hoy dentro del PRI debe ser por salir de la simulación discursiva que aboga por un supuesto reencuentro con la militancia mientras en las acciones el sectarismo y la imposición son una constante. Me sorprende tristemente ver cómo se ha vuelto tendencia en mi partido la administración de la derrota con fines de lucro. Es incongruente querer refundar al PRI repitiendo los mismos comportamientos exóticos que lo refundieron en el desprecio popular.
Existe una gran preocupación como simpatizante del Revolucionario Institucional ante la orfandad que vivimos en Veracruz. Hemos pasado de un llamado a la reflexión profunda post electoral hacia a la absoluta inacción e indiferencia ante la realidad social que vive
Veracruz. Es lamentable que no exista un solo posicionamiento del PRI ante los constantes abusos y pretensiones autoritarias del gobernador saliente. Debemos criticar y encabezar la oposición ante la constante situación de tragedia que vive Veracruz.
Una dirigencia que permanece silenciosa y omisa es un contrasentido a la acción revolucionaria que demanda nuestra declaración de principios. Permanecer ausente de la crisis social y enfocarse únicamente en los arreglos económicos internos, dejando de lado la reconstrucción política o el futuro programático de nuestro instituto,
guarda similitudes perversas con los grupos del duartismo que se encargaron de saquear a Veracruz.
Ante la actual situación de vacío institucional que permea en el PRI ha surgido desde la militancia priista veracruzana un Movimiento de Reconstrucción Institucional que tiene el objetivo de transformar la manera en que se toman del decisiones al interior del partido. Para ello se ha planteado una serie de acciones contundentes que hoy suscribo en su totalidad.
1.- Instruir a la Comisión de Procesos Internos que publique la convocatoria para elegir una nueva dirigencia por el
método de consulta directa a la base. No más convocatorias prefabricadas para que sólo los mismos de siempre puedan participar.
2. Convocar a la renovación de todos los cargos a nivel de dirigencia y sectores del PRI en Veracruz. Todas las estructuras del partido deben ser procuradas, atendidas y auditadas, no más simulación.
3.- Demandar la renovación de afiliación y actualización del registro partidario de nuestro instituto político, mismo que lleva clausurado más de tres años. Poner a disposición de la militancia la Presidencia del PRI cuando ni siquiera hay un registro de cuántos somos y cómo podemos participar, es demagogia y populismo.
4.- Nombrar un comisionado especial externo al partido y experto en el combate a la corrupción y la transparencia para calificar a todos los aspirantes a dirigir nuestro partido político. La rendición de cuentas y la correcta administración de los recursos no es un mérito, es una obligación. No más corrupción.
5.- El Comité Directivo Estatal debe solicitar al OPLE sea el encargado de sancionar la elección interna. Nunca más las decisiones deben ser tomadas por quienes aspiran a ser juez y parte en los procesos. No más autoritarismo.
La defensa del Estado de derecho en la Legislatura de Veracruz no hubiera sido posible sin la participación activa de la bancada priista, y ese reconocimiento quedó en falta por parte de la dirigencia estatal. Que no termine este texto sin agradecerle a los diputados del grupo legislativo del PRI en Veracruz su voto en contra de la imposición del #FiscalCarnal. Ser priista debe ser siempre estar del lado de las causas sociales.