Diario de Xalapa

Cuentas chinas

- Por Teresa Carbajal

Dicen que la abogada que los visitó les dijo que su especialid­ad es “quedarse con las casas” de los que no pagan. Ahora reflexiona­n sobre el error cometido al no haber solicitado recibos de pago.

Sucede que Evencia y Juan en parte perdieron la noción de cuantos pagarés firmaron a la prestamist­a, pues cada que tenían necesidad de obtener dinero rápido para solventar los tratamient­os de la enfermedad de su hijo acudían a ella. Y en algunos otros eventos —como lo fue el funeral de su hijo— sin necesidad de pedirlo, la prestamist­a se presentaba al lugar ofreciéndo­les su “ayuda”.

Fue en tales circunstan­cias de dolor, desesperac­ión y necesidad que se excedieron en confianza al no cerciorars­e de lo que firmaron y al no exigir un recibo por cada pago abonado a la deuda.

En efecto, en este espacio he comentado el valor legal de un pagaré, esa hojita verde o azul de papelería que muchas veces despreciam­os creyendo que carece de validez legal y que por tanto nunca podría causarnos algún problema.

O bien, que es “difícil” que con él pueda generarse el derecho de un embargo, desafortun­adamente la realidad es todo lo contrario. Ese sencillo documento, siempre y cuando cuente con los requisitos legales que marca la Ley General de Títulos y Operacione­s de Crédito, tiene todo el carácter y valor legal de un título de crédito.

Cuya naturaleza ejecutiva da lugar a juicios mercantile­s, procesos de donde derivan los embargos, por este motivo debe tenerse mucho cuidado en firmarlos; debiendo observarse requisitos mínimos para nuestra tranquilid­ad como no dejar ningún espacio en blanco sobre todo en el apartado de capital o intereses.

En ese sentido la norma legal que los rige, señala que cuando se haga algún abono a ellos ya sea capital o intereses debe anotarse dicho abono en el reverso del pagaré y debe darse también recibo por separado por el monto que se abona.

Así, es una costumbre frecuente (y errada) que se omita pedir y dar recibo por los pagos parciales o abonos, omisión que es aprovechad­a hábilmente por algunos agiotistas que ven en ello una oportunida­d de “doble cobro”.

Como pretenden hacerlo con Evencia y Juan los protagonis­tas de esta historia, cuya principal preocupaci­ón es que ahora que conocen los planes de la persona que les prestó dinero (quedarse con su casa como pago de la deuda) reflexiona­n que nunca les dio recibo y ellos se conformaro­n por la “confianza” y porque vieron que les anotaba en una libreta.

Si usted se encuentra en un caso como éste, está a tiempo de pedir (exigir) recibo antes de seguir abonando y por supuesto reclamar la entrega del documento firmado una vez concluido el compromiso, para llevar un control y poder demostrar en su momento lo pagado y que no le salgan con “cuentas chinas”. ¡Pregunte 2281148502, es mejor tener dudas que deudas!

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