NO SERÁ DIPUTADA
Magistrados federales confirmaron la resolución de la Sala Regional Xalapa; constancia de mayoría se entregará a su compañera de fórmula.
Como tengo el defecto de ver casi todas las cosas a través del filtro de la cirugía voy a intentar contaros cómo es el estrés de los cirujanos, cómo lo asumimos y cómo lo afrontamos cuando nos supera.
Después de cinco años, de 1959 a 1963 en la Facultad de Medicina de la UNAM regresé a mi ciudad natal para hacer mi internado en el Hospital de los Ferrocarrileros en el año de 1964 a un hospital de concentración eminentemente quirúrgico, siendo su director el Dr. Jesús López Domínguez: mi amigo, mi segundo padre, mi padrino de mi tesis recepcional el cual me hizo cirujano general; mi agradecimiento eterno.
El día 12 de abril de 1966 a las 7 de la mañana, el examen teórico en el aula Magna de la Facultad de Medicina de la UNAM; a las 20 horas de ese mismo día, el examen práctico en el cadáver, en aquel hospital Juárez.
Los aprobados unos se fueron a Garibaldi a celebrar, su amigo de ustedes fue a la catedral a darle gracias al Altísimo por haber obtenido el título de Médico Cirujano; ahora son 52 años como médico.
En nuestro Hospital Ferrocarrilero, en el Hospital Civil y en los sanatorios San Francisco, Las Palmas, del Dr. Pardo, el Sanatorio Guadalupe y varios más se hacía cirugía.
Todos los cirujanos sufrimos el estrés, forma parte de nuestra realidad cotidiana. Nadie te habla de él, nadie te dice cómo afrontarlo, nadie te cuenta que sufrió y venció. Es como un compañero de trabajo fiel y modesto, con el que a medida que pasa el tiempo, por ejemplo, tienes la certeza de que te va a acompañar para siempre.
Para empezar, en nuestro ambiente reconocer que uno está estresado o asustado por una intervención quirúrgica, compleja o por la mala evolución de un paciente no está bien visto, considera una manifestación de flaqueza, un defecto no compatible con el espíritu quirúrgico. Todo el mundo sabe lo que es el estrés porque lo ha experimentado en algún momento de su vida de una u otra manera con diferentes intensidades y con efectos somáticos muy variables dependiendo de cada persona. Voy a huir de una definición científica del estrés ya que independientemente de lo que digan los especialistas yo no soy uno de ellos, todos lo reconocemos y sabemos sus consecuencias, aunque lo que sintamos no sea exactamente lo mismo. Es posible que lo que nos estresa sea la propia sensación de sentirnos estresados y no la definición científica del estrés “es una reacción fisiológica de organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada”. En lo personal el estrés comenzaba en los sanatorios y hospitales, las horas excesivas de trabajo: apendicectomías, colecistectomías, histerectomías, hernioplastías, gastrectomías, etc, etc. dormía con dos teléfonos fuera la hora que fuera, siempre presente. El sueño, la certeza de tus enormes carencias teóricas y prácticas; además del habitual trabajo cuartelero (tenía el cuarto número 1 del Hospital Ferrocarrilero), que disfrutaba por lo menos en mi caso, cuando has adquirido las rutinas, conoces al personal y sabes manejarte mínimamente te parece que ya has vencido y que estás adaptado: ¡Lo siento, te has equivocado, esto no ha hecho más que empezar! A medida que se adquieren más destrezas y responsabilidades las ya conocidas y dominadas no te generan estrés, fue cuando el Dr. López me dijo ya puedes operar tu solo y así lo hice. Esta situación de ser un aprendiz veterano genera un estrés que sólo puede combatir desenganchando el carro de la innovación. El aprendizaje y la iniciativa, es decir, firmando tu certificado de defunción. Esto parece un poco trágico, quizás exagerado, pero los hospitales están llenos de cadáveres profesionales, de cirujanos recientes que han decidido vivir con menos presión y se han retirado de la cirugía que no les genera tensión, otros ya cansados y con muchos ayeres, pero con su bondad y su verdad de haber vivido el estrés.
Una plegaria piadosa para los familiares de cuatro médicos que en unas cuantas semanas deben estar con Dios: Dr. Limón, Dr. Burgos, Dr. Ramírez Becerra y Dr. Hidromiro Murrieta.