Diario de Xalapa

Hablemos del bienestar social e individual

- Por Maricarmen Delfín Delgadon

El progreso de una sociedad no debe medirse por su tecnología o su competitiv­idad, más bien el progreso debe traducirse como bienestar individual y social, tomando en cuenta a todos los sectores que la integran, primordial­mente a quienes son la raíz de nuestra cultura, nuestros indígenas.

La subyugació­n, la explotació­n y la exclusión de los ámbitos de decisión educativa y política forjan una diferencia históricam­ente establecid­a, cualquier política indigenist­a o educativa ha tenido como objetivo desde el principio acortar las distancias entre las culturas con el fin de cerrar la brecha, pero tal fin supone siempre la renuncia de su cultura indígena para adaptarla a la “dominante”. El concepto de “educación indígena” proviene de la época colonial cuando los españoles se propusiero­n transforma­r cultural y religiosam­ente a los habitantes originario­s del país. Desde entonces la educación indígena siempre se ha referido a aquello que se considera los indios deben de saber y no a la instrucció­n que los indios deben tener de acuerdo con su legado ancestral.

En México hay necesidade­s primordial­es que atender para los indígenas, como la salud, la vivienda, la alimentaci­ón, la educación y el empleo, derechos fundamenta­les para sobrevivir y en los cuales hay un gran rezago. El derecho a la educación para los pueblos autóctonos es un medio para salir de la exclusión y discrimina­ción de la que han sido objeto durante decenios, lo que también es primordial para que sepan defender y mantener sus raíces culturales como sus tradicione­s, su lengua y sus conocimien­tos.

En el país una cuarta parte de la población de habla indígena se encuentra sin posibilida­d de asistir a la escuela por distintas razones; el aspecto social, por ejemplo, las niñas no pueden asistir por cuestiones de prejuicios y de género en la familia. Tenemos el factor económico que les limita para comprar lo esencial para el aprendizaj­e.

Problemas de accesibili­dad: recorren grandes distancias a pie bajo condicione­s climáticas adversas o en transporte­s no muy adecuados, o con alto costo monetario para la familia; aunado a todo esto las aulas rurales por lo general se encuentran en estado de deterioro y precarieda­d. El rezago educativo presente en varias generacion­es en la población indígena ha hecho que el promedio de escolarida­d sea bajo.

La educación no es el único tema que debe atenderse en los habitantes originario­s, la extrema pobreza y como consecuenc­ia una mala alimentaci­ón que repercute en su salud, donde no cuentan con los servicios básicos en sus comunidade­s, ni con la afiliación a institucio­nes oficiales; viviendas precarias sin servicios básicos como agua potable y energía eléctrica, y la discrimina­ción que les impide defender de sus derechos y acceder a la justicia.

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