Hablemos del bienestar social e individual
El progreso de una sociedad no debe medirse por su tecnología o su competitividad, más bien el progreso debe traducirse como bienestar individual y social, tomando en cuenta a todos los sectores que la integran, primordialmente a quienes son la raíz de nuestra cultura, nuestros indígenas.
La subyugación, la explotación y la exclusión de los ámbitos de decisión educativa y política forjan una diferencia históricamente establecida, cualquier política indigenista o educativa ha tenido como objetivo desde el principio acortar las distancias entre las culturas con el fin de cerrar la brecha, pero tal fin supone siempre la renuncia de su cultura indígena para adaptarla a la “dominante”. El concepto de “educación indígena” proviene de la época colonial cuando los españoles se propusieron transformar cultural y religiosamente a los habitantes originarios del país. Desde entonces la educación indígena siempre se ha referido a aquello que se considera los indios deben de saber y no a la instrucción que los indios deben tener de acuerdo con su legado ancestral.
En México hay necesidades primordiales que atender para los indígenas, como la salud, la vivienda, la alimentación, la educación y el empleo, derechos fundamentales para sobrevivir y en los cuales hay un gran rezago. El derecho a la educación para los pueblos autóctonos es un medio para salir de la exclusión y discriminación de la que han sido objeto durante decenios, lo que también es primordial para que sepan defender y mantener sus raíces culturales como sus tradiciones, su lengua y sus conocimientos.
En el país una cuarta parte de la población de habla indígena se encuentra sin posibilidad de asistir a la escuela por distintas razones; el aspecto social, por ejemplo, las niñas no pueden asistir por cuestiones de prejuicios y de género en la familia. Tenemos el factor económico que les limita para comprar lo esencial para el aprendizaje.
Problemas de accesibilidad: recorren grandes distancias a pie bajo condiciones climáticas adversas o en transportes no muy adecuados, o con alto costo monetario para la familia; aunado a todo esto las aulas rurales por lo general se encuentran en estado de deterioro y precariedad. El rezago educativo presente en varias generaciones en la población indígena ha hecho que el promedio de escolaridad sea bajo.
La educación no es el único tema que debe atenderse en los habitantes originarios, la extrema pobreza y como consecuencia una mala alimentación que repercute en su salud, donde no cuentan con los servicios básicos en sus comunidades, ni con la afiliación a instituciones oficiales; viviendas precarias sin servicios básicos como agua potable y energía eléctrica, y la discriminación que les impide defender de sus derechos y acceder a la justicia.