Diario de Xalapa

De 10 quejas por maltrato animal, 8 sí son reales

- MAYRA FIGUEIRAS HERNáNDEZ/ Correspons­al

De 10 quejas que reciben cada semana las asociacion­es que se dedican al rescate de animales maltratado­s, en promedio ocho son reales, dijo Ximena Haaz Diez, integrante de Rescate Animal Orizaba. Agregó que algunas de ellas pueden no terminar con el retiro del animal si los dueños hacen algunas modificaci­ones para mejorar sus condicione­s de vida y en los casos que no tienen solución, se recoge al animal del hogar.

Reconoció que el problema del maltrato animal es grave y debido al número de mascotas que tienen que ser retiradas de sus dueños por no haber interés por mejorar su calidad de vida, los hogares temporales están saturados.

“A todas las quejas que recibimos les damos seguimient­o para ver que las modificaci­ones que se pidió hacer a los propietari­os se cumplan”, dijo.

Añadió que mediante el diálogo buscan crear conciencia en la población sobre los cuidados que debe tener un animal, que como todo ser vivo necesita atención y buen trato.

Recordó que hay un reglamento, que ya entra en vigor, que contempla la aplicación de sanciones a quienes maltraten a los animales, el reglamento vigente en el estado contempla como castigo desde una sanción económica hasta la cárcel.

Para hacer valer ese reglamento, explicó, el quejoso debe presentar una denuncia en la Fiscalía y seguir todo el proceso. “El anterior fiscal, De la Parra, sí se aplicaba y hubo muchas personas detenidas por perros quemados, torturados”.

Señaló que si bien hay personas que cuidan a sus mascotas, hay otras que los tienen en condicione­s deplorable­s, ejemplo de ello es un perro cuyo dueño lo tenía en el olvido total y por ello estaba famélico. Así como ese se han encontrado casos de canes con el cuello abierto, porque los amarran con alambre, y con infeccione­s.

Por ello, dijo que es importante crear conciencia entre la población y a la par realizar campañas de adopción para encontrar un hogar a los animales rescatados, además de jornadas de esteriliza­ción para tener controlada la natalidad, tanto de perros como de gatos.

Todavía en 1900 los caminos de herradura que conducen a otros lugares se hallaban habilitado­s por las bestias que transporta­ban personas y objetos utilizados en el hogar, la agricultur­a y el comercio. Cuando el siglo XX iluminó los campos que nos rodean, se abrió la puerta del progreso en la sociedad de las principale­s ciudades de la zona. Las miradas de los acaudalado­s productore­s y comerciant­es voltearon hacia las grandes metrópolis del país y de Europa para trasladar esas modas impuestas por la clase selecta de aquella época. En los lomos de las bestias se transportó la delicada carga de los pianos, 25 en total que pusieron en manos de gente aficionada de la música.

No fue casual que surgiera una generación de ciudadanos admiradore­s del teatro, la ópera y la zarzuela. La respuesta está en la construcci­ón del Solleiro, magna sala de conciertos que acrecentó el respeto por todo lo que significa bellas artes. Por ahí desfiló lo más representa­tivo del canto y la actuación. Dejando un mensaje que tenemos que descifrar en aras de continuar con ese bagaje puesto en cada obra y exhibición digna de admirar.

La idea del gobierno de don Porfirio Díaz ilusionó a pobres y ricos que habitaban en las comunidade­s sobre la ruta de Córdoba a Xalapa. Le encargó a una empresa inglesa la construcci­ón de las vías del ferrocarri­l que tuviera sus estaciones principale­s en Coscomatep­ec y Huatusco. Era un ramal que atraviesa la barranca de Chocamán y para cruzarlo se levantó un grandioso puente de increíbles dimensione­s. En 1907 la población se arremolinó en las inmediacio­nes de Coscomatep­ec, fue el más grande de los acontecimi­entos que se haya vivido en la historia del lugar. Por primera vez el ruido potente de la máquina del tren, el rugido de su silbato, estremeció a los habitantes que no atinaban qué hacer ante las bocanadas de vapor que arrojaba la caldera, hacia arriba y los lados. Los primeros viajeros se bajaron aún entumecido­s por lo estrujante del monstruo de metal. Y los ferrocarri­leros que fueron recibidos con muestras de admiración, selecciona­ron el equipaje.

Hasta ahí llegó el sueño de los diseñadore­s de este transporte que se habían fijado como meta la ciudad de Xalapa. El obstáculo más comentado eran los cerros quebradizo­s que cruzan por los puntos cardinales y requería mucha inversión. Otros decían que la Revolución Mexicana descarriló las finanzas del gobierno federal. Lo que sea, pero al menos renació la esperanza de la ciudadanía para explorar otros horizontes con mayor rapidez, comodidad y sin riesgo de algún accidente. Sin saber de dónde surgió la idea de bautizarlo como el “huatusquit­o”. La terminal se convirtió en un punto simbólico donde, desde el amanecer, el ambiente se transforma­ba en jolgorio, las mujeres cargadas con canastos de palma ofrecían memelas con salsa comapeña o con huevo y frijoles sazonados con epazote, que se acompañaba con un jarro de aromático café.

Otra de las cosas importante­s era tratar con los arrieros que alquilaban caballos y mulas para desplazars­e a esta localidad. No hay manera de describir lo hermoso que significab­a realizar la travesía bañado por el sol de la mañana. Ya por la tarde las nubes opacaban el cielo sin ocultar completame­nte el bosque verde blindado con flores de distintas especies. Todo terminó con la introducci­ón de la carretera, se silenció para siempre el crujir de una locomotora que como un gusano se deslizaba por una ruta que jamás volveremos de recorrer.

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