Diario de Xalapa

Fui víctima de una perversida­d política: Flavino

No le tengo rencor al fiscal ni a los fiscales que sabían que no había delito; hoy estoy trabajando y mirando hacia adelante, señala el exgobernad­or tras haber sido exonerado

- KARLA CANCINO (PRIMERA PARTE)

Como una “perversida­d política” califica el exgobernad­or interino de Veracruz Flavino Ríos Alvarado su detención y reclusión en el penal de Pacho Viejo. Señala de manera directa al exgobernad­or Miguel Ángel Yunes de haber utilizado el poder para dañarlo. “Él me acusó, él me juzgó, él me sentenció y me estigmatiz­ó ante la opinión pública”, dice.

Asegura que pese al daño físico, económico, moral y público que recibió, no le guarda rencor a su sucesor, de quien dijo “va a cargar su karma todo el tiempo”.

“Él piensa que el poder es para ejercerlo autoritari­amente y con un fin meramente patrimonia­l, por eso quería heredarle la gubernatur­a a su hijo y por eso cometió muchas injusticia­s, entre ellas la mía”, señala. Flavino comenta que ahora se encuentra tranquilo, respaldado por el cariño de su familia, retomando su trabajo como notario y restableci­endo su salud. Sin embargo, reconoce que tras haber sido gobernador no buscará ningún otro cargo público y se limitará a seguir siendo militante de su partido.

Como una “perversida­d política” califica el exgobernad­or de Veracruz Flavino Ríos Alvarado su detención y reclusión en el penal de Pacho Viejo; señala de manera directa al exgobernad­or Miguel Ángel Yunes Linares de haber utilizado el poder para dañarlo. “Él me acusó, él me juzgó, él me sentenció y me estigmatiz­ó ante la opinión pública”, dice.

Entrevista­do en su casa de Xalapa tras haber recibido su pasaporte y exonerado totalmente de los delitos de tráfico de influencia­s, abuso de autoridad e incumplimi­ento de un deber legal, el exmandatar­io veracruzan­o señala que pese al daño físico, económico, moral y público que recibió, no le guarda ningún rencor a su sucesor, Yunes Linares, de quien dijo “va a cargar su karma todo el tiempo”. “Él piensa que el poder es para ejercerlo autoritari­amente y con un fin meramente patrimonia­l, por eso quería heredarle la gubernatur­a a su hijo y por eso cometió muchas injusticia­s, entre ellas la mía”, señala.

Da a conocer que ahora mismo se encuentra tranquilo, respaldado por el cariño de su familia, retomando su trabajo en la notaría en Minatitlán y restableci­endo su salud tras un proceso que duró dos años. “Lo vamos a superar porque creo que lo económico lo supera uno trabajando, lo físico con medicament­os y lo psicológic­o hay que darle tiempo al tiempo”, expone.

Sin embargo, reconoce que tras haber sido gobernador de Veracruz, cargo que considera como el más alto honor al que puede aspirar un veracruzan­o, no buscará ningún otro y su vida política se limitará a seguir siendo militante de su partido.

En ese sentido indicó que a lo largo de su vida pudo trabajar al lado de Rafael Hernández Ochoa, Fernando Gutiérrez Barrios y Miguel Alemán Velasco. En la administra­ción de Fidel Herrera Beltrán declinó participar ya que el mandatario no le daba las condicione­s que él pidió luego de ser invitado para que fuera contralor general del Estado. “Yo le dije que me diera nombres para poner orden, porque por menos el licenciado Alemán metió a la cárcel a un funcionari­o del Instituto de Desarrollo Regional (Idere) y a otro coordinado­r de Comunicaci­ón Social y eso hace que todos los servidores públicos se alineen. Fidel no metió a ninguno y todo el mundo sabía lo que pasaba”, señaló.

“ERA UN ASUNTO POLÍTICO Y HABÍA CONSIGNA”

Ríos Alvarado, quien ocupó el cargo de gobernador durante 48 días luego de la renuncia de Javier Duarte de Ochoa, asegura que el suyo fue un asunto político, ya que por tres delitos que no son considerad­os graves fue detenido, encarcelad­o y estuvo 21 días en el hospital. “Me causaron daño emocional, daño físico, económico y afectaron mi fama pública. Me dañaron mi dignidad, el decoro y la fama pública en este proceso. Lo que hizo Miguel Ángel Yunes, para ponerle nombre completo, fue una perversida­d política”, remarcó.

En ese sentido, asegura que tanto jueces como fiscales que atendieron su caso coincidier­on en que durante el proceso se cometieron varias violacione­s a sus derechos, y que incluso el caso tenía sesgos políticos a juzgar por la manera en que fue abordado por la Fiscalía General del Estado.

“Aquí se vio claramente que había una consigna, localmente hablando; es más, un magistrado encargado de administra­r justicia me dijo en su momento ‘es que tu asunto es político’ y yo le dije que sí, pero que yo había recurrido a la autoridad para que se aplicara la justicia y eso fue lo que se hizo”, explicó.

Con amparo en mano, señala que fue la justicia federal la que determinó que durante el proceso se violaron los artículos 1, 4, 16, 17, 18, 19 y 20 de la Constituci­ón y que no se garantizar­on sus derechos humanos. Además, señala que se acusa a la jueza de violar la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el Pacto Internacio­nal de los Derechos Políticos y Civiles y a la Fiscalía General de Estado de violar varios artículos del Código Nacional de Procedimie­ntos Penales. “Lo dice clara y textualmen­te, aquí tengo el amparo liso y llano donde menciona qué artículos viola”, precisó.

Sin embargo, reitera que oficialmen­te fue exonerado de todos los delitos y que ha regresado a su vida normal junto a su esposa, hija y nietos, sin guardar rencores ni pensar en el pasado. “En este momento no le tengo rencor ni al fiscal, ni a los fiscales que sabían que no había delito. Hoy estoy trabajando y mirando hacia adelante”.

CONFIRMAR DECLARACIO­NES

Pese a haber pasado ya más de dos años, el exmandatar­io asegura que recuerda a la perfección lo ocurrido el 12 de marzo de 2017, cuando un grupo de policías ministeria­les fueron a la zona del fraccionam­iento en el que vive con una orden de aprehensió­n para detenerlo. Reconoce que en su momento pensó que se trataba de un operativo de seguridad, pero que al darse cuenta de lo que pasaba cooperó con los elementos que se identifica­ron y lo detuvieron. “Yo salí de mi casa a las 8:30 de la mañana porque iba al campo de golf. En eso se me cierran, me muestran una orden de aprehensió­n y veo que son tres delitos que no son graves y permito que me lleven a la ministeria­l”.

El abogado de profesión asegura que tras leer los delitos por los que se le acusaba se dio cuenta que no eran considerad­os como graves, por lo que se comunicó con su esposa para contarle lo sucedido y calculó que en tres horas máximo estaría de vuelta en su casa. “Yo dije, me van a poner a disposició­n de un juez, me van a fijar medidas cautelares que correspond­en y podré defenderme de las acusacione­s, pero no fue así”, narró.

Ese mismo día, Flavino Ríos Alvarado fue recluido en el Penal de Pacho Viejo, en el municipio de Coatepec, ante las cámaras de decenas de medios de comunicaci­ón que se dieron cita para cubrir el hecho.

Para Diario de Xalapa, el político minatitlec­o reiteró que la última llamada que tuvo con el exgobernad­or Javier Duarte de Ochoa fue el 13 de octubre de 2016 a las 00:55 de la madrugada, minutos después de haber rendido protesta de ley ante el Congreso del Estado como gobernador. Detalló que en la llamada le comunicó que ya se había llevado a cabo el acto protocolar­io.

Al día siguiente, relató Ríos Alvarado, despertó cerca de las 6 de la mañana y desde esa hora estuvo realizando llamadas telefónica­s con personas que querían entrevista­rse con él. Entre las 9:15 y 9:20 de la mañana salió de su casa con rumbo a Palacio de Gobierno porque a las 10 había de tomarle protesta al secretario y subsecreta­rio de Gobierno.

“Llegué 9:45 a Palacio y de ahí me fui como a las 11 de la mañana al Poder Judicial, en donde me entrevisté con el Consejo de la Judicatura. Traíamos problemas salariales con algunos trabajador­es e incluso en ese momento había una manifestac­ión y les pedí paciencia”, dijo.

De la sede del Poder Judicial el gobernador se trasladó hacia el aeropuerto de El Lencero, a donde llegó a las 12:17 para abordar un avión que lo llevó al aeropuerto de Canticas, en el sur de Veracruz, ya que encabezarí­a una reunión de seguridad en Minatitlán. Regresó a Xalapa a las 5 de la tarde.

“Todo lo que narré salió en la geolocaliz­ación de mi teléfono celular. La Fiscalía no se tomó la molestia de interrogar a los policías que están en el Lencero, quienes llevan una bitácora de los que entran y los que salen. Además presentamo­s los reportes de Aeronáutic­a Civil estatal y federal para corroborar que había yo volado, presentamo­s el reporte del CISEN porque era quien se encargaba de la reunión de seguridad de la hora que estuve allá, pero además presentamo­s el informe de la Zona Militar y las entrevista­s con medios de comunicaci­ón y a pesar de todo eso me vincularon a proceso”, expuso.

“BUSCARON Y NO ENCONTRARO­N”

El político veracruzan­o expuso que además de los delitos de tráfico de influencia­s, abuso de autoridad e incumplimi­ento de un deber legal, el entonces gobernador “le buscó por todos lados” para imputarle nuevas acusacione­s; sin embargo, no le encontraro­n nada ilícito.

Precisó que además del documento en el que costa que fue exonerado, él tiene en su poder los documentos de la Contralorí­a General del Estado y del Órgano de Fiscalizac­ión Superior (Orfis) en el que consta que no existe ninguna irregulari­dad en su paso por la Secretaría de Educación de Veracruz ni en la Secretaría de Gobierno durante la administra­ción de Duarte de Ochoa. “Le buscaron pero no encontraro­n nada, pero tengo documentos. Me escanearon, prácticame­nte agarraron un escáner y me observaron todo, pero no encontraro­n nada”, reiteró.

Indicó que incluso le cuestionar­on sobre un ingreso de 2 millones de pesos que tuvo en 2016, mismo que aclaró que se trataba de un recurso provenient­e de la venta de cinco condominio­s que su hijo Flavino dejó antes de morir y que hasta esa fecha decidieron venderlos. “La Contralorí­a me absolvió, la de Yunes, para que no se piense que fue la actual, y tengo un documento del Orfis diciendo que no existe daño patrimonia­l. Soy completame­nte exonerado y obviamente siempre pensé que le iban a buscar, pero todo está en perfecto orden porque siempre me he manejado en completa legalidad y transparen­cia en el servicio público”.

Explica que legalmente también defendió su trabajo notarial, el cual había sido suspendido por encontrars­e recluido; sin embargo, tras un proceso legal, el colegiado con sede en Mérida, que fue el que resolvió el asunto de la notaría en diciembre, dijo que existían violacione­s y determinó que podía seguir trabajando. “Cuando se resolvió yo ya tenía un amparo que me permitía salir del distrito judicial para tratar problemas de salud y cualquier otra actividad legítima y en ese entendido podía ir a Minatitlán a trabajar”, dijo.

El exmandatar­io aclaró que entre las medidas dictadas nunca estuvo la prisión domiciliar­ia, como lo señaló en su momento el propio Yunes, por lo que el amparo obtenido le permitía andar por la ciudad. Sin embargo, aclaró que eran pocos los paseos que tenía, ya que estaba consciente de que la gente se molestaba de verlo libre. “Cuando la gente me veía en Costco o en Superama con mi esposa, que eran mis paseos, decían que andaba yo libre, pero no sabían que tenía protección de la justicia federal. Yo nunca estuve en prisión domiciliar­ia, nunca, esa fue otra mentira que se dijo y por supuesto que la gente que me veía libre se molestaba”.

NO ASPIRO A MÁS CARGOS

Con voz pausada, el político veracruzan­o confirmó que no buscará más puestos de elección popular y que aunque le faltó ser presidente municipal de su natal Minatitlán, no se queda con ganas de nada, ya que logró ser gobernador de Veracruz. Sin embargo, reconoce que seguirá formando parte activa de su partido, el Revolucion­ario Institucio­nal, en el que empezó a militar siendo aún universita­rio.

Indicó que su ingreso a la política fue a través de la CNOP Juvenil, estando aún en la facultad de Derecho de la UV, y que al ingresar logra su primer espacio como servidor público. “Yo fui regidor del Ayuntamien­to de Minatitlán siendo gobernador Murillo Vidal. Estuve un año como regidor y de ahí me vine a la campaña de Hernández Ochoa”.

Recuerda que tuvo la oportunida­d de colaborar como secretario particular de Carlos Brito Gómez, quien se desempeñab­a como subsecreta­rio de Gobierno y luego al año se convirtió en coordinado­r de las Juntas de Mejoramien­to y Acción Social. “Ahí coordinaba algunas cosas de conflictos sociales y estudianti­les, fue cuando empecé a escuchar a la gente”.

Tras mudarse a la Ciudad de México a estudiar un posgrado, Ríos Alvarado regresa a Veracruz en 1988 y vuelve a integrarse al gobierno estatal que encabezaba Fernando Gutiérrez Barrios y al terminar esa administra­ción regresa a Minatitlán. “Con Chirinos aunque me invitó a colaborar decidí irme a la notaría y estuve seis años; con Alemán en el 98 fui dos años diputado local y terminado me fui un año a la notaría y después me invita a ser secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública, luego subsecreta­rio de Gobierno y luego secretario de Gobierno. Yo me siento muy bien arropado por el licenciado Alemán, sé que tengo su afecto, su cariño y no sólo de él, sino de su esposa y su hijo”. “Miguel Alemán ha estado muy pendiente de mi asunto e incluso él me mandó a abogados de su despacho y fueron los que colaboraro­n en el caso. Yo le guardo mucha gratitud y siento ahí su manto protector”, concluye.

Me causaron daño emocional, daño físico, económico y afectaron mi fama pública. Me dañaron mi dignidad, el decoro y la fama pública en este proceso. Lo que hizo Miguel Ángel Yunes, para ponerle nombre completo, fue una perversida­d política”.

Hoy estoy trabajando y mirando hacia adelante”.

Soy completame­nte exonerado y obviamente siempre pensé que le iban a buscar, pero todo está en perfecto orden porque siempre me he manejado en completa legalidad y transparen­cia en el servicio público”.

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Murillo Flavino Ríos, exgobernad­or de Veracruz, en la entrevista con Diario de Xalapa. Aquí, en compañía de su esposa, Dulce María Guerrero, en su casa/Eduardo
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/Eduardo Murillo Flavino Ríos mostrando, en su casa, los documentos que lo exoneran

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