Hueco discurso
Lamentable que sólo en la derrota el Partido Revolucionario Institucional ejerza la autocrítica, pero más lamentable aún que ésta provenga de los mismos actores de siempre que, en su momento, ni por asomo cuestionaban no sólo las acciones del otrora expartidazo, sino también de los gobiernos emanados de sus filas.
Estuve atento a los discursos de los aspirantes a la dirigencia estatal del PRI durante su registro y francamente ninguno se salva. Lugares comunes, vacío de ideas y ausencia de crítica. A lo más que se llegó fue decir que nunca se escuchó a la militancia; sin embargo, teniendo el mejor espécimen de la rampante corrupción que imperó en el gobierno como Javier Duarte de Ochoa, nadie —ni por error— tuvo el valor de ponerle nombre y apellido a quienes abusaron de la confianza de la militancia, pero sobre todo del pueblo.
Hueco discurso que difícilmente logrará encender el ánimo de militantes y simpatizantes que todavía creen en el PRI, como una institución política que puede sobrevivir a la hecatombe que significó el triunfo de Morena en el país. Mujeres y hombres de carne y hueso que en las colonias y en las comunidades más apartadas de la geografía veracruzana todavía guardan afecto por el partido, a pesar de que éste nunca haya tenido atenciones para con ellos. Cierto es que el PRI en su momento significó desarrollo y bienestar para miles de familias; sin embargo, hoy todo mundo lo asocia y con justificada razón con actos corruptos. Basta citar los nombres de aquellos “jóvenes talentosos” que nos vendieron la idea de que ellos sí sabían
gobernar, como Rodrigo Medina, Javier Duarte o Roberto Borge, quienes terminaron convertidos en los peores saqueadores de sus estados, para saber que el partido perdió rumbo y dirección a la par que un puñado de truhanes se enriquecían a costa del erario y Veracruz no fue la excepción.
Sólo en la derrota, insisto, es que el PRI toma conciencia de sus defectos, porque mientras es gobierno se cierra a la crítica. Muchos consideran que Morena es, en realidad, la cuarta transformación del PRI. Quizás así sea. Sin embargo, en estos momentos —al menos en Veracruz— el PRI es un partido que vegeta y vive horas extras. Aquí mismo lo dije: nunca se preocupó por formar cuadros ni por impulsar a jóvenes en puestos de dirección y liderazgo; por eso no comparto lo dicho por Marlon Ramírez Marín, uno de los aspirantes a dirigente estatal, quien sostuvo que “no son necesarias las caras nuevas” dentro del partido (Alcalorpolítico, 24 de marzo); lo que significa entonces que seguirán las mismas y mismos de siempre; bien decía Jesús Reyes Heroles: “Un partido que no tiene la capacidad para reconocer sus males, al hacerlo da pasos muy importantes para su remedio, para su eliminación”.