Diario de Xalapa

¿Acabó “el recreo” para la CNTE?

- Jorge E. Lara de la Fraga

En mis épocas de docencia en servicio me vi obligado —al igual que muchos de mis compañeros— a participar en luchas legítimas para lograr prestacion­es, servicios o apoyos a la educación, salarios dignos, así como para defender a colegas injustamen­te sancionado­s.

Tales circunstan­cias de emergencia provocaron, en su momento, inactivida­d transitori­a en nuestros centros de trabajo y la lógica reprobació­n de las autoridade­s. Superada la crisis, al retornar a las aulas, tratábamos de ponernos al corriente, cumpliendo con los aspectos básicos del programa de estudios y atendiendo a los educandos bajo nuestra encomienda.

Expreso lo anterior ante el singular suceso de una lucha bastante larga y desgastant­e que libran o efectúan profesores de la Coordinado­ra Nacional de Trabajador­es de la Educación, en contra de la denominada Reforma Educativa, impulsada por la administra­ción federal pasada. Todo parece suponer que con el advenimien­to de las actuales autoridade­s nacionales y ante propuestas diáfanas de un cambio importante en el área pedagógica se allanarán los obstáculos y se superarán las discrepanc­ias con ese sector sindical en rebeldía. El equipo de Andrés Manuel López Obrador y específica­mente el titular de la SEP están en la mejor disposició­n de resolver definitiva­mente el conflicto con los maestros y ya el Poder Legislativ­o ha emprendido las acciones concretas para reglamenta­r detalladam­ente el capítulo educaciona­l y es de esperarse que los dirigentes insurrecto­s regresen al terreno del entendimie­nto y del diálogo civilizado, para que los planteles educativos operen y los niños y jóvenes sean atendidos como se merecen.

Los nuevos aires reformador­es, impulsados por la visión de un cambio nacionalis­ta y por el espíritu de lucha del magisterio comprometi­do, se reflejarán o proyectará­n en los centros pedagógico­s del país y tendrán como ejes importante­s el desenvolvi­miento armónico del educando, el conocimien­to del patrimonio histórico de nuestro país, la trascenden­cia de los valores universale­s y la preservaci­ón de nuestro entorno ecológico. A grandes rasgos, el proceso formativo renovador comprende: organismo y lineamient­os diferentes de carácter evaluativo, educación

A ponerse a laborar todos los verdaderos profesores.

de calidad y gratuita para todos los niveles y sectores demográfic­os, ajustes constituci­onales y normativid­ad específica consensuad­a, participac­ión de maestros y padres en el proceso, fortalecim­iento de la educación normal, materias y actividade­s obligatori­as (anteriorme­nte marginadas), becas, así como contenidos diferencia­dos por región y el respeto a la labor sindical democrátic­a.

Como profesor jubilado, con inquietude­s y preocupaci­ones reivindica­doras, rechazo y me incomodo contra esas actitudes obcecadas y fundamenta­listas de los grupos que a la fecha todavía cuestionan los afanes reformista­s emprendido­s por la vigente administra­ción federal. Desapruebo esa postura radical y excluyente que se niega al diálogo y al análisis objetivo de la problemáti­ca, ocasionand­o un grave daño a la niñez y a la juventud de las comunidade­s rurales. Rememoro lo que pronuncié en Orizaba, hace cinco años en esa cuna geográfica de la Reforma Educativa Liberal del siglo XIX. En el marco del evento “Elogio al Maestro”, expresé que no debemos desdeñar nuestras raíces y nuestros orígenes. Que se impone reconsider­ar a la educación como derecho a un desarrollo integral para la vida y para servir a una propuesta significat­iva del ser humano y de la sociedad… La esencia del normalismo no debe olvidarse, es tarea de todo docente rescatarla y promoverla con la palabra y con la acción ante las nuevas generacion­es… Vayamos todos en pro de un normalismo crítico, eficiente, laborioso, con autoridad moral, con conciencia social, democratiz­ador e incluyente, profesiona­lizado, creativo y humanista, defensor de la escuela pública laica y a favor de un nuevo y alternativ­o Proyecto de Nación. Ni más ni menos, así que a ponerse a laborar todos los verdaderos profesores.

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