Diario de Xalapa

Asesinados mientras dormían El padre, migrante en EU

Olvein Soto Monroy. 12 años. Míriam Soto Monroy. 13 años. Agustina

- Luis Velázquez

Monroy Pérez. 42 años.

Sábado 23 de marzo. En la madrugada. Pueblo Landero y Coss, municipio de Tlachichil­co, en el norte de Veracruz, sierra de Chicontepe­c. La madre y los dos hijos duermen.

El padre, uno del millón de habitantes de Veracruz, migrante en Estados Unidos desde hace varios años huyendo de la miseria, la pobreza y la jodidez en la tierra jarocha.

Los tres, masacrados. Brutalment­e golpeados. Cercenados a machetazos. En el cuello y en la cara.

Según el reporte oficial, la casa, un revoltijo, señal, quizá, de que los muertos lucharon por sus vidas en una casita a medio construir, en obra negra.

Los tres, la madre y los dos hijos menores, asesinados con ropita de dormir. Ropita pobre y barata.

DOS. EL CADÁVER CHORREABA SANGRE

En la mañana, unos amigos llegaron a buscar a los dos menores.

Tocaron a la puerta. Nadie contestó. Volvieron a tocar y el silencio fue la única respuesta.

Entonces, se asomaron por una ventana.

Y vieron el cadáver de la madre, todavía escurriend­o sangre a cuentagota­s.

Y luego enseguida, el cadáver de los dos niños.

¡Ah!, la policía investiga la nueva ola de violencia fuera de control, imparable, y que ha llegado a la Cámara de Senadores para citar al gobernador luego de un debate encendido entre legislador­es federales del PAN y Morena.

Hace una quincena, en Tlachichil­co, un hombre mató de ocho puñaladas a su exesposa, quien estaba embarazada.

La policía, claro, le siguió el rastro.

TRES. “TODO ESTÁ BIEN”

He ahí la vida cotidiana en Veracruz. Un día tras otro, la adversidad cabalgando como caballos desbocados de norte a sur y de este a oeste.

En Minatitlán suspendier­on el carnaval por la insegurida­d. Y en Tierra Blanca cancelaron los papaquis por la insegurida­d, luego del comunicado del Ayuntamien­to (alcalde panista) convocando de hecho y derecho a un virtual Estado de Sitio, a un Toque de Queda.

Pero, bueno, ya lo dijo aquél: “Todo está bien”. Y también el otro, el señor del altiplano, “en Veracruz, todo está en orden”.

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