Diario de Xalapa

Cambio de régimen

El gobierno del presidente López Obrador cumplió su primer año y, como ya sabemos, no sólo lo celebró con un mensaje triunfalis­ta, sino que también enmarcó el progreso del país en una disputa entre los conservado­res y el proyecto de la 4T que él encabeza.

- BENJAMÍN GONZÁLEZ ROARO

Lo que

hay que decir es que AMLO impulsa un proyecto de largo alcance, bautizado coloquialm­ente como la “Cuarta Transforma­ción”, pero de ninguna manera esto puede ser considerad­o un “cambio de régimen”, al menos hasta ahora.

Lo cierto es que, a estas alturas, el estilo populista y polarizant­e del Presidente ya no es sorpresa. Lo que sí llama la atención es ver hacia dónde vamos y las decisiones que este gobierno asume con el propósito de asegurar la centraliza­ción absoluta del poder en la figura de López Obrador.

Una y otra vez, el Presidente insiste en que su objetivo es concretar un “cambio de régimen”. Conceptual­mente hablando, de ninguna manera nos encontramo­s ante un intento por modificar nuestra forma de estado y de gobierno plasmados en nuestra Constituci­ón y que hasta hora permanecen intactos.

Lo que hay que decir es que AMLO impulsa un proyecto de largo alcance, bautizado coloquialm­ente como la “Cuarta Transforma­ción”, pero de ninguna manera esto puede ser considerad­o un “cambio de régimen”, al menos hasta ahora.

Si se tratara de un auténtico “cambio de régimen” estaríamos ya en un proceso tendiente a desmontar y reemplazar el régimen político que hemos construido a lo largo de varias décadas y que podríamos sintetizar en una república repre

sentativa, federal y soberana; un sistema presidenci­alista, democrátic­o y liberal; estado de derecho, economía de mercado, división y equilibrio de poderes, principalm­ente.

No olvidemos que este régimen que ahora tenemos fue configurán­dose a lo largo de las tres etapas en las que AMLO justifica la 4T: la Independen­cia, la Reforma y la Revolución Mexicana. En sí mismo, ese régimen es resultado de aquellos tres grandes momentos históricos por los que la Nación ha transitado.

Contamos con un régimen político que tiene plena vigencia y que, a partir de la alternanci­a del año 2000, lo único que hizo diferente a un gobierno de otro fue el proyecto de Nación que, en su tiempo, impulsaron el PRI, el PAN y ahora Morena.

Otro resultado notable de ese régimen que durante décadas fuimos consolidan­do, radica en la garantía de que hoy podemos contar con procesos electorale­s libres, imparciale­s y transparen­tes, con el respeto al voto, con un marco legal e institucio­nal que genera confianza y certidumbr­e a los mexicanos y, particular­mente, que nos garantiza una transmisió­n del poder de manera pacífica. Tal y como sucedió el año pasado, con la llegada de Morena al poder.

Desde luego, lo que ha dado al traste con nuestro régimen ha sido, entre otros factores, la corrupción, la impunidad, las complicida­des, el quebrantam­iento del Estado de Derecho, los negocios hechos al amparo del poder, el abuso y desvío de los recursos públicos, la falta de crecimient­o económico y con ello el incremento de la pobreza y la desigualda­d, la expansión e infiltraci­ón del crimen organizado en distintas estructura­s y niveles de gobierno, así como la subordinac­ión del interés colectivo a los intereses personales o de las distintas élites.

En realidad, la 4T intenta enfocar sus esfuerzos para resolver algunas de dichas problemáti­cas; por el bien del país y el de los mexicanos deseamos que así suceda. Hacia estos déficits parece estar dirigida la Cuarta Transforma­ción, pero equiparar esto con cambio de régimen, me parece que se trata de cosas muy distintas.

Sin embargo, visto desde otra óptica, podríamos decir que estamos transitand­o hacia un “cambio de régimen” de facto. Este es uno de los saldos del primer año de gobierno.

*Presidente de la Academia Mexicana de Educación

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