Diario de Xalapa

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a familia decidió poner el changarro luego de que el jefe fue liquidado por treinta años de trabajo ininterrum­pido, pero como la pensión es demasiado baja, casi un insulto, entonces todos apostaron a la venta de picadas y gordas.

La semana anterior el changarro fue cerrado. Bajaron el telón. Hasta nuevo aviso, Dios mediante. El coronaviru­s se los llevó. Y ni modo, las empleadas, despedidas. Les dieron unos centavitos de liquidació­n.

Todo empezó cuando una de ellas, la señora de mayor edad, madre soltera de dos hijos, fue contagiada. Y fue honesta con los patrones. Les reportó que estaba infectada…

pero luego de unos días.

Entonces, el temor se multiplicó en la fondita Micaela, y ni modo, todos a adoptar medidas y una de las primeras fue cerrar el negocito.

Todos viven en el día con día. Sin ninguna posibilida­d de ahorrar unos centavitos. Y aun cuando las trabajador­as recibieron un dinerito, la reserva se acaba. El desempleo entre los informales, pegando duro, macizo y tupido.

Los dueños de la fondita, ni hablar, a reducir gastos, igual, igualito que las mujeres que laboraban con ellos.

Y es que, como se sabe, una carga pesada es la pandemia. Otra, peor, atroz, devastador­a, su hermana gemela, la recesión.

Montón de negocios, comercios, changarros, empresas, fábricas, industrias, quebradas. Reduciendo personal a cada rato. Y por añadidura, el desempleo. Miles de trabajador­es cesantes.

El mundo en puerta será peor, dicen los expertos, y el coronaviru­s es y será una vacilada. La recesión, hundiendo a todos en el abismo social.

Los expertos dicen que con la pandemia y la recesión, todo mundo comenzará de nuevo en la vida. Y lo peor, de cero. El trancazo es, será, de pronóstico reservado en materia económica.

Bastaría referir una película sobre la recesión en Estados Unidos hacia el año 1930 promedio donde en los basureros las ratas reñían con los seres humanos por un mendrugo.

Casi casi, una economía después de la guerra. El desempleo será el pan nuestro de cada día. De hecho está pegando ya demasiado fuerte. Por ejemplo, la industria privada más importante del estado de Veracruz, TAMSA, Tubos de Acero de México, y que exporta hasta Rusia, ha despedido a más de 2 mil trabajador­es. Sindicales, ingenieros, directivos y de confianza. Incluso, y como sucede en todos lados, abrieron la posibilida­d de la renuncia voluntaria.

Y si así están en TAMSA, el hacha filosa del desempleo causando peores estragos en los changarros como “La chacha Micaela”.

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