Inyectan 190 mdp a museo de la Reforma Energética
CDMX. Lo apodaron el museo de la Reforma Energética, aunque su nombre real es Museo Nacional de Energía y Tecnología (Munet). Enrique Peña Nieto lo presentó justo a la mitad de su sexenio como la obra magna que proyectaría su legado y “el proceso de modernización del sector energético en México”.
Ese día, un 8 de diciembre de 2015, el exmandatario mexicano aprovechó la inauguración de una refinería en Tula, Hidalgo, para anunciar la creación del nuevo recinto. Lo hizo flanqueado por los principales progenitores de la obra: Emilio Lozoya Austin, entonces director de Pemex y hoy detenido por cargos de cohecho, lavado de dinero, asociación delictuosa; Enrique Ochoa Reza, exdirector de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y actualmente diputado federal del PRI; Carlos Ruiz Sacristán, presidente del Consejo de Administración de la empresa de infraestructura energética IEnova y Enrique Norten, director del despacho TEN Arquitectos y responsable del proyecto.
Programado para abrir sus puertas a finales de 2018, el complejo que presumiría las bondades de la Reforma Energética peñista sigue en obra negra. El nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador continúa inyectando recursos públicos a un museo que desde su génesis fue pensado para exaltar la reforma que el tabasqueño siempre repudió: hasta febrero de este año, la llamada 4T ya le había inyectado casi 190 millones de pesos.
El dinero se suma a los 332 millones de pesos en recursos públicos que fluyeron en tiempos de Peña Nieto, para dar un total de 522 millones. Todo se ha entregado vía donativos de Pemex y CFE o a través del Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin) en la modalidad de “apoyos no recuperables”.
En la última recta del peñismo y mes y medio después del triunfo en las urnas de López Obrador, el convenio se modificó y el gobierno se comprometió a apoyar financieramente los tres primeros módulos sin que existiera de por medio la contraparte privada, como forma de acelerar el trabajo y tener un museo funcional a finales de 2018.
El argumento de tal decisión fue que los terremotos de septiembre de 2017 y las dificultades económicas de las empresas de energía habían frenado los donativos. El dinero para el Munet se maneja en un fideicomiso privado presidido por Carlos Ruiz Sacristán y administrado por Grupo Financiero Banorte y la asociación civil Amigos del Museo Nacional de Energía y Tecnología.
Además de los recursos públicos, el fideicomiso del museo reporta hasta ahora la entrada de 511.7 millones de pesos provenientes de la iniciativa privada. Pero sucede algo: Ni el fideicomiso ni la ONG cuentan con autorización oficial para recibir donativos, de acuerdo con la respuesta del Servicio de Administración Tributaria (SAT) a dos solicitudes de transparencia hechas por estos reporteros.
EL MUSEO DE ENSUEÑO
El Munet se concibió como un museo de quinta generación y el más grande del mundo dedicado a la energía, símbolo de la modernidad mexicana y orgullo nacional. Supliría al antiguo Museo Tecnológico de la CFE (Mutec), ubicado en la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec, entre el Papalote Museo del Niño y la Feria de Chapultepec.
Con la participación de Pemex, CFE y la iniciativa privada, el proyecto prometía un museo interactivo de ciencias, un instituto de enseñanza y un centro de congresos. La realidad virtual sería una experiencia fascinante para los visitantes.
El cuento de hadas no acababa ahí. Sobre los 55 mil metros cuadrados que abarca el predio se levantaría un nuevo edificio de 76 mil metros cuadrados con características bioclimáticas y diseño vanguardista, se lee en la evaluación socioeconómica del proyecto.
El museo de primer mundo contaría con 14 salas de exhibición dedicadas a las energías renovables y no renovables, cada una con un elemento icónico que quedaría grabado en la mente de los visitantes. Una plaza central —que incluiría un Terrarium— introduciría al usuario en el recorrido por cada una de las áreas.
El instituto de enseñanza tendría biblioteca física y digital, salones de clase, centro de comunicaciones, laboratorios de investigación y espacios para exposiciones de expertos. Mientras que en el centro de congresos habría un auditorio con capacidad de 700 lugares y salones de eventos para 800 personas.
En todo el recinto habría casi 35 mil metros cuadrados de áreas verdes, incluyendo la terraza, y además contaría con sistema fotovoltaico, aerogeneradores eólicos, sistema de cogeneración a gas natural, un biodigestor e instalaciones para la captación de agua pluvial.
La obra está lejos de ser el recinto prometido tras más de un año de retraso. Imágenes y videos tomados con dron el 22 de julio de este año muestran que el lugar está cerrado, vacío y en obra negra; no hay personas trabajando al interior, a no ser por algunos vigilantes.
Carlos Puente López, director de Agua, Energía y Medio Ambiente de Banobras, considera que la obra “ha avanzado relativamente bien ”y asegura que la primera etapa del recinto abrirá sus puertas al público en el primer trimestre de 2021, aunque no se trata del proyecto original, sino uno 71 por ciento menos costoso. Reconoció que se está utilizando la estructura del antiguo Mutec, aunque “se le ha metido mucho trabajo” al edificio y será “un museo completamente distinto en su conceptualización y su contenido”.
Aunque el proyecto luce sin avances, el gobierno federal gastó 522 millones de pesos hasta el mes de febrero. El dinero comenzó a fluir desde septiembre de 2014, con una donación inicial de Pemex por 10 millones de pesos, cuando Emilio Lozoya Austin era director de la empresa pública. La CFE, a cargo de Enrique Ochoa Reza, otorgó un segundo donativo en 2015 por un monto de 40 millones de pesos.
El resto de los recursos se desembolsó a partir del 6 de julio de 2017, vía el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin) que administra
de 2015, el entonces presidente Enrique Peña Nieto anunció con bombo y platillo la construcción del museo, que originalmente requería una inversión de cuatro mil 770 millones de pesos
El 8 de diciembre
el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras). De esa fecha al 30 de noviembre de 2018, cuando Peña Nieto terminó su gestión, el gobierno mexicano gastó 282 millones de pesos.
Los depósitos continuaron con la llegada de la nueva administración. Entre el 1 de diciembre de 2018 y el 26 de febrero de 2020, el gobierno de López Obrador erogó 190 millones de pesos, revela información entregada por Banobras a través de mecanismos de transparencia.
EL ACUERDO CFE-PEMEX
La idea de construir un recinto cultural y tecnológico que fuera emblema de la Reforma Energética se concibió meses antes de su aprobación en el Congreso. Todo comenzó el 23 de agosto de 2013, once días después de que el expresidente Peña Nieto presentó su propuesta de reforma al Poder Legislativo. Ese día, la CFE y Pemex suscribieron una carta de intención para colaborar en la creación de “un museo relacionado con la ciencia y la tecnología”. La cláusula cuarta del documento indica que el desarrollo y gastos de implementación estarían a cargo de un fideicomiso privado constituido por una asociación civil en la que participarían “personas de reconocida solvencia moral”.
La CFE acordó donar sus terrenos del antiguo Mutec para la construcción del nuevo complejo, y a cambio, Pemex se comprometió a transferirle uno de sus inmuebles para que la compañía eléctrica pudiera mudar sus oficinas. En ese entonces, Francisco Rojas Gutiérrez, un priista de antaño, era el director de CFE y Emilio Lozoya estaba al frente de la petrolera.
Seis días después, el 29 de agosto de 2013, se constituyó en la capital la asociación civil Amigos del Museo de Energía y Tecnología, que se encargaría de crear el fideicomiso privado. Más tarde cambió su nombre a Amigos del Museo Nacional de Energía y Tecnología.
Las piezas ya se movían para la creación del nuevo complejo,
pero fue hasta el 11 de diciembre de ese año cuando el Senado aprobó la Reforma Energética. Un día después lo hizo la Cámara de Diputados.
El 17 de diciembre, la ONG y Grupo Financiero Banorte celebraron el Contrato de Fideicomiso Irrevocable de Administración número F/744942 (Fimunet) para construir, equipar, administrar, operar y mantener el nuevo museo. La asociación firmó en su carácter de fideicomitente único, y Banorte como fiduciario.
El Comité Técnico del Fimunet, presidido por Carlos Ruiz Sacristán, quedó conformado por ocho miembros privados y siete funcionarios públicos. Pemex y CFE aseguraron el control al designar al total de integrantes privados —entre los que estaban IEnova, Alfa, Kaluz, Diavaz, ICA, Union Pacific y la EGADE Business School del Tec de Monterrey—, y a cinco de siete funcionarios. Los directores de ambas empresas y el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, formaron parte del Comité como miembros honorarios.
El 20 de diciembre la Reforma Energética se convirtió en ley y se publicó en el DOF.
CESIÓN DEL PREDIO
Rojas Gutiérrez dejó la dirección de la CFE a principios de febrero de 2014 y en su lugar entró Enrique Ochoa Reza, quien antes se desempeñó como subsecretario de Hidrocarburos en la Secretaría de Energía.
La llegada de Ochoa Reza a la paraestatal dio impulso al proceso para construir el Munet. El 27 de junio de 2014, la CFE tomó el acuerdo de entregar en “usufructo gratuito” el terreno del Mutec para la edificación del museo.
El 15 de diciembre de ese año, la empresa eléctrica celebró el contrato de usufructo para ceder a Banorte, como fiduciario del Fimunet, el predio de 55 mil metros cuadrados con una vigencia de 20 años forzosos prorrogables por un periodo igual. Para septiembre del año siguiente, el Mutec cerró sus puertas al público luego de haber sido el segundo museo más visitado de la Ciudad