Los grandes cambios
Mucha gente sueña con la tercera guerra mundial, pero la esperan con un anuncio formal de conflicto armado entre las súper potencias del orbe. Bueno, la tercera conflagración está aquí, sigilosamente se urdió, se tejió y tuvo algunas señales previas. Una de ellas fue el derribo de las Torres Gemelas, en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, cuando cuatro atentados terroristas pegaron en el centro neurálgico del control financiero internacional. Así la intervención armada contra el régimen iraquí derrumbaría a Sadam Hussein, Muamar el Gadafi y a otros de sus más cercanos allegados.
En otra época se pensó que la estrella del oriente sería Japón, ya que en los años setenta y ochenta predominaban los artículos importados bajo el rótulo “Made in Japan”, incluso eran más baratos y de mejor calidad que aquellos que nos ofrecían algunas manufacturas nacionales y gringas, como aparatos electrónicos y otros productos. Se hablaba del “Gran debate”, libro en el cual se exponían las razones por las cuales Japón sería el centro mundial del comercio global. Sin embargo, se jugaba con la catastrófica idea de un enfrentamiento armado entre China y la URSS, pues se argumentaba que era una de las estrategias del Pentágono para neutralizar a ambos competidores y acérrimos enemigos del capitalismo yanqui; jamás sucedería de tal forma, por el contrario, China se venía preparando para un viraje tecnológico
A finales del siglo pasado se ejerció un cambio combinado entre la producción agrícola, industrial, educativa, formativa y el más férreo control automatizado de la banca y el comercio.
a la más alta escuela y en principio los grandes capitales yanquis migraron hacia allá, generando empleos, industrias y transferencias de tecnologías, que hoy los yanquis titulan como robo de
propiedad intelectual.
No hay necesidad, hasta el momento, de disparar un solo misil en contra de ningún objetivo enemigo, ya que la guerra más feroz se ejerce en el plano económico y productivo. A vía de ejemplo, la compañía Motorola, un ícono de la alta tecnología americana, fue comprada por la asiática Lenovo, a lo cual en un juego de ajedrez tecno-comercial, desbarrancó parte del poderío capitalista a manos del imperio chino.
Así hoy, con una brutal crisis internacional se ha dado formal inicio a una tercera guerra mundial, que corre no por las vías del armamentismo, sino por el control monopólico dentro de la geografía geopolítica alrededor del mundo. China ofrece inversiones a países latinoamericanos vulnerados, como Argentina, y querrá entrar en Brasil, que está mucho más reacio a aceptar tales negociaciones económicas e industriales. La banca y muchos servicios que usamos día con día han sido automatizados al 100%. Las compras en línea, la educación a distancia, los aparatos médicos, así como los diagnósticos y tratamientos de mantenimiento o recuperación de la salud, pasan por procesos electrónicos y automáticos, con la tendencia inevitable a vivir a través de la pantalla de una computadora y muchas personas se conocen por tales medios.
El mundo para muchos se ha convertido en una pequeña pelota de tenis, la cual el próximo año espera con ansiedad y denuedo una resolución científica de donde proceda para inocular con la vacuna del Covid-19 a cientos de millones de seres humanos. Pero, ¿de qué país saldrá la solución mayormente esperada?