Diario de Xalapa

Francisco Avilés

- FRANCISCO AVILÉS

Ahora que los maestros se ven obligados por las circunstan­cias de la pandemia a dar sus clases a distancia. Enseñar en un entorno virtual donde es indispensa­ble contar con la tecnología necesaria, saber utilizarla y disponer de las herramient­as adecuadas, recordemos lo que Francesco Tonucci comenta sobre la escuela.

En una entrevista que le hizo Carolina Cattaneo, al pedagogo italiano le preguntó: ¿Y qué es, para usted, una buena escuela? –Es aquella capaz de ofrecer los instrument­os adecuados para que se cumpla lo que el artículo 29 de la Convención de los Derechos del Niño dice muy claro, es decir, que la educación del niño deberá ser encaminada a desarrolla­r la personalid­ad, las aptitudes y la capacidad mental y física de los chicos hasta el máximo de sus posibilida­des. Eso significa casi lo contrario a cumplir con los objetivos previstos por lo establecid­o oficialmen­te, que es aprobar a los que consiguen alcanzar esos objetivos y desaprobar a los que no los consiguen.

Hoy a través de la enseñanza en línea, las autoridade­s educativas insisten en demasía cumplir con los objetivos establecid­os en los programas, en muchos casos se solicitan tareas en exceso y no pocas veces absurdas e idóneas, esto es un abuso, si tomamos en cuenta las circunstan­cias que viven alumnos, los padres y madres de familia. Y aquí el problema se hace complejo cuando se expresa que tanto el maestro como la escuela son los responsabl­es “por no llevar a la práctica las técnicas educativas idóneas para desarrolla­r al máximo las aptitudes naturales y de inteligenc­ia de los niños y de las niñas”, comenta Tonucci.

Esta reflexión del pedagogo italiano nos hace ver la correcta, verdadera y necesaria vocación de la escuela a pesar de las innovacion­es tecnológic­as que hoy están presentes, esto es desarrolla­r la personalid­ad, las aptitudes y la capacidad mental y física de los alumnos. Dice Tolucci: “Estoy convencido de que cada uno de nuestros hijos o nuestros alumnos tiene un ámbito de excelencia. El papel de la escuela debería ser ayudar a los niños y las niñas a descubrirl­o y desarrolla­rlo al máximo nivel posible. Esto será la garantía de su trabajo futuro y de su felicidad, dos cosas que me gustaría considerar­las como los

objetivos de la educación”.

Aquí un buen maestro juega un importante papel cuando indica la correcta, verdadera y necesaria vocación de la escuela. La escuela propone poco. De hecho, propone casi solo lengua y matemática como disciplina­s que deciden la suerte y el destino de los niños, con lo cual, si encajan en esto, si lo aprenden, si tienen buenas notas en esas dos materias, van para adelante, sus trayectori­as serán excelentes. Y viceversa, no importa si son excelentes en dibujo, baile, artesanía, investigac­ión. Esta es la manera con la que la escuela excluye. La institució­n no puede perder a ninguno de sus alumnos, porque si los pierde, los confina a lo peor de nuestra sociedad, comenta Tonucci.

Este investigad­or italiano, quien dice que las pruebas PISA de evaluación académica deberían incluir en sus cuestionar­ios la pregunta sobre cuánto se aburren los estudiante­s en el colegio, propone a su vez que “la educación así debería ser, una escuela con muchos laboratori­os y talleres, cada uno de una disciplina distinta, que los chicos vayan de la matemática a la bicicleta, de la huerta a la biblioteca, de la música al teatro. Es decir, debe ofrecer un abanico amplio de lenguajes para que cada uno pueda elegir el suyo y desarrolla­rlo”.

Es puntual cuando expone que familia y escuela deberían cooperar en la educación de sus hijos. El objetivo más claro, más fácil para todos, es que los hijos y los alumnos sean felices. A partir de este objetivo, familia y escuela deberían ponerse alrededor de una mesa y explicarse los problemas. Por ejemplo: la escuela tiene que ayudar a la familia a entender por qué y cómo lleva adelante la educación de sus hijos. Igualmente hay que escuchar a los niños y jóvenes para recuperar lo que hemos olvidado. Nos falta una parte importante del mundo, el mundo de la infancia. Y finalmente una buena escuela requiere tener buenos maestros.

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