La trampa de desaparecer los fideicomisos
La perversidad política no tiene límites con el comandante en jefe de Morena. Eso de desaparecer los 109 fideicomisos para concentrarlos en una sola cuenta gubernamental y disponer de más de 68 mil 400 millones de pesos a su libre albedrío, tiene un fondo maquiavélico que, platicando toda la semana con diferentes personas, no lo logran entender.
Les fui explicando uno a uno la verdadera razón del presidente de la República para haberle ordenado a los legisladores de su partido y a los de los partidos satélites que lo obedecen ciegamente (Verde y Encuentro Social), para que votaran en las cámaras de Diputados y de Senadores por la desaparición de los fideicomisos.
El trasfondo es simple, pero eminentemente electorero.
Pondré, para ocupar el espacio que este medio de comunicación tan importante me proporciona, solo unos cuantos ejemplos y de esa forma dejarlo comprensible para usted, amable lector.
Desapareció el Fondo de Inversión y Estímulo al Cine (Fidecine); el Fondo de Cooperación Internacional en Ciencia y Tecnología; el Fondo Sectorial Conacyt; el Fondo de Desastres Naturales (Fonden); el Fondo de Financiera Rural; el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento; el Fondo para el Cambio Climático; el Fondo Sectorial de Investigación Ambiental y muchos otros fideicomisos que en total disponían de casi 70 mil millones de pesos.
Ahora bien, todos esos recursos multimillonarios los podrá manejar como quiera el titular del Poder Ejecutivo, sin darle cuentas a nadie, y ahí está exactamente la perversidad del hombre de Macuspana, porque ahora lo que busca es que todos los jóvenes-profesionistas que contaban con una beca del Conacyt para conquistar una maestría o un doctorado acudan a él, para que con su benevolencia les otorgue esos dineros y los tenga como clientes-electorales.
Lo mismo sucederá con todas las actrices y actores que hacen cine; con los pequeños agricultores,
campesinos, ejidatarios y jornaleros que recibían dinero a través de programas de Financiera Rural para sus siembras o hatos ganaderos; los deportistas que asisten a competencias internacionales (centroamericanos, panamericanos y olimpiadas) y que sin dinero no solo no podrán pagar sus estancias donde entrenan, sus entrenadores y sus viajes, salvo que le hablen al todopoderoso presidente para que se apiade de ellos, y ni qué decir de los científicos que recibían apoyos económicos para sus investigaciones sobre cambio climático e investigación ambiental.
Por lo que se refiere al Fonden, estamos perdiendo un instrumento que era de vanguardia internacional en el tema de protección civil. Antes, si un gobernador o alcalde enfrentaba un temblor, un fenómeno volcánico, ciclónico o lluvias atípicas, ya sabía que tenía que dirigir una carta al titular de Seguridad y Protección Ciudadana, pidiéndole que declare una emergencia y explicándole las razones; es decir, había un camino listo. Ahora, con su desaparición, ese alcalde o gobernador tendrá que suplicarle al presidente López Obrador para que lo auxilie a enfrentar la catástrofe, a cambio de reciprocidad electoral, de lo contrario le darán el trato que actualmente está recibiendo el gobernador de Chihuahua, Javier Corral.
Esto es lo que motivó al presidente a desaparecer esos 109 fideicomisos. Desea sacar tajada electoral de los mismos para la elección del 6 de junio del próximo año, porque sabe que si no logra la mayoría en la Cámara baja del Congreso de la Unión, la siguiente mitad de su gobierno navegará por aguas turbulentas, donde le podría ir peor de como hoy le está yendo.