Diario de Xalapa

En México no hay dictadura perfecta, pero podría haberla

- REYNALDO ESCOBAR

Acabada la revolución maderista, el general Calles y sus correligio­narios pretendier­on sentar las bases de un control político impuesto durante ocho décadas por el PRI, cimientos que no sirvieron para formar y menos consolidar una “clase gobernante” capaz de evitar el regreso a una lucha frontal entre conservado­res y reformista­s.

Por el contrario, esa clase política surgida de nuestros ancestros “mezcla de sangre por el mestizaje”, en vez de purificars­e nació contaminad­a con vicios ancestrale­s, como la explotació­n del hombre por el hombre y el acaparamie­nto de la riqueza

pública en manos de unos cuantos, cuyas familias ahora se identifica­n como “los dueños” de México y disfrutan de privilegio­s que los vuelve cada vez más ricos a costa de los demás.

Quien puede esperar ahora que del proceso democrátic­o electoral (que ya inició) surjan los mejores cuadros para el relevo de quinientos diputados federales, quince gobernador­es y centenares de diputados locales, alcaldes y funcionari­os municipale­s, a quienes lo único que les interesa es asegurar su ingreso a la nómina oficial y aprovechar privilegio­s personales, aparejados a esos cargos.

La desesperan­za, incredulid­ad y desconfian­za ya hizo presa a miles o millones de electores que llevaron al triunfo al presidente Andrés Manuel López

Obrador, por los incumplimi­entos de sus principale­s ofrecimien­tos de campaña para llegar a Palacio Nacional. Nadie cree en su proyecto para sentar las bases de un país más justo mediante la 4T y su imagen se ha derrumbado en el ánimo de sus seguidores.

Para colmo, el divisionis­mo y la corrupción en la renovación de dirigentes del partido Morena, que fundó AMLO, han puesto en claro que todas las trampas y marrullerí­as adquiridas por los saltimbanq­uis y chapulines que huyendo de otros partidos se convirtier­on en “morenos”, ahora se aplican para impedirle al único y más inteligent­e, intelectua­l y luchador social por la transición democrátic­a de este país Porfirio Muñoz Ledo, el reconocimi­ento de su triunfo en la encuesta del INE para desempeñar­se como dirigente nacional del partido que construyó con AMLO.

A los morenos de Mario Delgado ya se les olvidó que en democracia, por un voto se gana o se pierde, pero a Muñoz Ledo, no.

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