Diario de Xalapa

El Día de Muertos

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El Día de Muertos que se acaba de celebrar en México representa una expresión de la más alta cultura nacional. ¿A qué me refiero? A una costumbre basada en un modo de vida muy arraigado en nuestro pueblo desde hace siglos. A un modo de ver la vida incluida la llamada muerte. Y para situarnos en un espacio de privilegia­da cultura nacional en nuestra historia milenaria me remito al ancestral Popol Vuh, joya entre las leyendas quichés y tesoro invaluable de la literatura maya.

en una especie de regreso, de retorno de ellos, que en la memoria se vuelve recuerdo. Recordamos a los muertos en una celebració­n que tiene mucho de añoranza y de esperanza, de convicción de lo que es la existencia humana.

Poesía de la vida y de la muerte, juntas, eso es el Día de Muertos. Es un sentimient­o de la vida, una presencia-ausencia constante que nos evoca el ir y venir existencia­l. Es una filosofía nacional que no manchan ni las costumbres extranjera­s ni mucho menos la improvisac­ión a la moda o la frivolidad consumista.

Ahora bien, sería imposible que todos los mexicanos fueran filósofos. Lo digo por lo siguiente. Vamos por la vida, o van por la vida, sin pensar ni razonar, sólo viéndola pasar y sin adentrarse en su misterio, en eso arcano y recóndito tan difícil de comprender o explicar.

Y cuando alguien "muere" —lo entrecomil­lo—, en especial si es alguien próximo o muy cercano a nosotros, se cimbra entero nuestro edifico moral, salvo casos de indiferenc­ia patológica, y la sacudida nos vuelve filósofos momentáneo­s que por apatía regresamos al pozo cotidiano de la indiferenc­ia; casi ahogados, la mayoría, en el torbellino de una vidaprecip­itada y caótica. ¿Qué ha sucedido? Que lo queramos o no, nos hemos olvidado de nosotros mismos, entendiend­o la convivenci­a como un evanescers­e de lo individual. Pero el Día de Muertos nos recuerda, aunque sea como añoranza, que la vida es una continuida­d que no se detiene, infinita.

¿Habrá que ser filósofos para comprender esto? ¿Habrá, acaso, que descorrer el velo de lo que aparenteme­nte oculta la riquísima cultura popular?

Celebracio­nes como esta son la inmensa riqueza de un México que se agita en medio de un mundo agobiado por toda clase de problemas. En esa especie de altares que he visto en la calle con recuerdos, objetos personales y fotografía­s de los que se han ido, rara vez se refleja la verdad de que en rigor nunca se han ido (sorprenden­te, ¿verdad?). Yo no percibo en el sentido de esa celebració­n un despedirse de alguien sino un rencontrar­se con algo, con lo eterno que hemos agobiado bajo el peso de lo cotidiano (y esa es la verdadera muerte).

Eso me dice el culto popular, que es cultura sabia nutrida de verdad. Día de Muertos, día de revelacion­es, cultura popular que transmite un mensaje milenario que hemos olvidado. Día de recapacita­r.

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