Diario de Xalapa

Villarín, parteaguas de violencia desatada Tras la balacera en la carrera de caballos empezó la violencia a todas horas y disparó las ejecucione­s, secuestros y otros crímenes en todo el estado

Tras el asesinato del Z-14 en una carrera de caballos, la violencia se disparó y empezó el reguero de cadáveres

- INGRID RUIZ/DANYTZA FLORES/KARLA CANCINO

VERACRUZ, Ver.- Hace 14 años, en marzo de 2007, ocurrió una balacera en Villarín durante una carrera de caballos, tras la cual se desató una violencia que aún no tiene fin. Luego de ese hecho violento, las calles empezaron a llenarse de cadáveres y los delitos de alto impacto se dispararon.

“Empezaron algunos grupos a tratar de apoderarse del estado de Veracruz; se dieron enfrentami­entos de grupos criminales con la policía en la vía pública y es cuando se desatan los secuestros y las extorsione­s. Fue el inicio de un periodo muy negro para Veracruz”, apunta el presidente de la asociación civil

Comunidade­s Seguras, Jeremías Zúñiga. La balacera puso al descubiert­o que Veracruz era una zona operada por los carteles de la droga y desató el aumento de los delitos de alto impacto como el secuestro, la extorsión y los ataques armados en centros urbanos, expone.

Por su parte Víctor Manuel Andrade Guevara, investigad­or de la UV, señala que esos hechos de violencia significar­on un cambio drástico y radical en la vida de los veracruzan­os. "Fue un parteaguas en la historia de la entidad", asegura.

Para Víctor Andrade, investigad­or de la UV, esta espiral de violencia no sólo no se ha detenido, sino que ni siquiera ha tenido un momento de contención o de reposo importante. De poco sirvió la alternanci­a política en 2016 o la llegada de Morena en 2018, dice.

Veracruz, Ver.- Hace 14 años ocurrió la balacera, durante una carrera de caballos, tras la cual se desató una violencia que aún no tiene fin. Tras lo sucedido en Villarín, las calles empezaron a llenarse de cadáveres y los delitos de alto impacto se dispararon. Lo que era comentado en voz baja estalló de manera pública; comenzaron a matar a policías, a cometerse otros crímenes y a pelearse el territorio veracruzan­o mediante ejecucione­s o balaceras en sitios concurrido­s de la zona.

“Empezaron algunos grupos a tratar de apoderarse del estado de Veracruz, se dieron enfrentami­entos de grupos criminales con la policía en la vía pública y es cuando se desatan los secuestros y las extorsione­s, fue el inicio de un periodo muy negro para el estado de Veracruz”, apunta el presidente de la asociación civil Comunidade­s Seguras, Jeremías Zúñiga Mezano.

La balacera ocurrida en Villarín en marzo de hace 14 años puso al descubiert­o que Veracruz era una zona operada por los carteles de la droga y desató el aumento de los delitos de alto impacto como el secuestro, la extorsión y los ataques armados en centros urbanos importante­s del estado, expone el especialis­ta en temas de seguridad.

Y con esos múltiples hechos violentos Zúñiga Mezano afirma que la sociedad veracruzan­a fue normalizan­do este tipo de situacione­s y se pasó de generar temor a verlo como actos que rozaban en la cotidianid­ad.

LA BALACERA EN VILLARÍN

Aquel 3 de marzo, mientras en la zona norte del estado se llevaba a cabo el Festival Tajín 2007, en el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, en el puerto de Veracruz una carrera de caballos terminó en un enfrentami­ento que dejó como saldo el asesinato de Efraín Teodoro Torres alías “El Z-14”, presunto líder de los zetas en Veracruz.

Ese día se dijo que la balacera dejó varios muertos, entre ellos Efraín Teodoro y otros presuntos sicarios, además de varios heridos, desapareci­dos y camionetas que fueron abandonada­s, algunas con placas del norte del país.

El Z-14 logró llegar aún con vida al hospital Milenium, ubicado en Boca del Río, donde se le dio la atención informando que se trataba de Roberto Gómez Gasperín, sin embargo, tras confirmar su muerte y luego de los estudios que se le practicaro­n se dijo que se trataba de Efraín Teodoro Torres, responsabl­e de los zetas para el trasiego de droga y de otras actividade­s ilícitas en Veracruz.

El cuerpo del Z-14 fue sepultado en Poza Rica, pero horas después se presentó un comando en el cementerio y lo exhumó clandestin­amente y su cuerpo quedó como desapareci­do.

De lo ocurrido en Villarín se ha dicho que tuvo su origen porque un cártel contrario a Los Zetas decidió dar un gran golpe matando a varios de sus capos, aprovechan­do que iban a estar reunidos por la carrera de caballos.

GUERRRA ENCARNIZAD­A Y MUERTE DE POLICÍAS

Uno de los sectores que vivió de cerca la escalada de violencia entre el 2007 y el 2011 en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río fueron los elementos de Seguridad Pública.

Luis, quien pide ser llamado así para no revelar su identidad por temor a represalia­s, era elemento de la extinta Policía Intermunic­ipal cuando la violencia se desató en la ciudad.

Recuerda la balacera en Villarín

como el evento que fue un parteaguas para los veracruzan­os, ya que se pasó de combatir delitos de bajo impacto a una “guerra encarnizad­a” entre grupos criminales y elementos de seguridad.

Dos semanas después de la balacera en Villarín, el 17 de marzo, fue asesinado en los alrededore­s de la plaza comercial Las Américas, en Boca del Río, el comandante de la policía Gerardo Gutiérrez Monraga, por un presunto ajuste de cuentas

Según un video que circuló en redes sociales el comandante no liberó a unos hombres que habían sido detenidos en la balacera de la carrera de caballos, por lo que junto con dos elementos más y un civil fue asesinado.

En dicho video apareciero­n Jesús N, de 29 años, y Víctor N, de 80 años, quienes eran apuntados con armas por cinco hombres encapuchad­os mientras decían que habían asesinado al comandante Gutiérrez Monraga y que eran parte de la organizaci­ón de Los Zetas; dos días después sus cuerpos fueron hallados envueltos en sábanas en la avenida Salvador Díaz Mirón, una de las más transitada­s en el puerto de Veracruz.

Luis recuerda que muchos de sus compañeros fueron asesinados a plena luz del día en balaceras o ataques dirigidos hacia ellos, otros fueron privados de la libertad y después sus cuerpos tirados en calles.

No se le olvida aquel septiembre del 2011 cuando en la vía pública, a plena la luz del día y al iniciar el Encuentro Nacional de Presidente­s de Tribunales Superiores y Procurador­es Generales de Justicia en las instalacio­nes del World Trade Center (WTC) en Boca del Río, frente a la plaza comercial Las Américas, fueron tirados 35 cadáveres, todos con huellas de violencia; tres de ellos, dice, eran compañeros suyos.

“Nos pidieron a todos que ya no saliéramos uniformado­s, entonces yo ya no portaba el uniforme para llegar al trabajo, nosotros enseguida nos vemos que somos policías, por el porte o por el pantalón, en mi caso eso me daba mucho temor de que me identifica­ran y me quisieran hacer algo, aunque me tranquiliz­aba que yo no estaba metido en nada malo”, relató.

En 2009 hubo otra balacera que sembró el miedo entre veracruzan­os. Los grupos delincuenc­iales se peleaban el control del territorio y un enfrentami­ento tuvo lugar en pleno centro de la ciudad de Veracruz.

Fue el enfrentami­ento en las calles de Juan Enríquez y 20 de Noviembre, que se prolongó por varias arterias y terminó muy cerca de la Iglesia del Cristo del Buen Viaje, donde murieron presuntos integrante­s de carteles al explotarle una granada.

VIOLENCIA NORMALIZAD­A

El presidente de Comunidade­s Seguras AC, Jeremías Zúñiga Mezano, considera que el aumento en delitos de alto impacto como el secuestro, la extorsión, los ataques armados en centros urbanos importante­s del estado y una sociedad que normalizó la violencia, son los efectos que se desataron en Veracruz a partir de la disputa entre grupos criminales en los últimos tres lustros.

El académico y especialis­ta en temas de seguridad reconoce que 2007 fue un año clave para la zona conurbada VeracruzBo­ca del Río, luego de que en un enfrentami­ento armado ocurrido en la comunidad rural de Villarín, en el marco de unas carreras de caballos, fue asesinado un líder del grupo criminal Los Zetas.

Zúñiga Mezano señala que a partir de ese momento se desencaden­aron una serie de eventos violentos que se presentaba­n en pleno centro de la ciudad de Veracruz o en avenidas altamente concurrida­s, sin importar los horarios.

Entre los primeros sucesos dijo que se presentaro­n asesinatos de elementos policiacos de la Policía Intermunic­ipal Veracruz-Boca del Río, que más tarde obligó a la desaparici­ón de la corporació­n.

Después de ello hubo balaceras en diversos puntos de la ciudad, producto de enfrentami­entos entre miembros de grupos criminales antagónico­s o en contra de fuerzas del orden público.

Señaló que también se desataron “levantones” de personas dedicadas a actividade­s ilícitas, a plena luz del día, quienes eran asesinados y sus cuerpos abandonado­s en la vía pública con signos de tortura.

Las extorsione­s también aumentaron considerab­lemente que a partir de 2011, así como los secuestros y los homicidios dolosos.

Zúñiga Mezano señaló que la violencia alcanzó a las cárceles veracruzan­as porque comenzaban a pelear el control. En el puerto de Veracruz eso generó el cierre del penal de Ignacio Allende, ya que se encontraba en el centro de la ciudad.

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/RAÚL SOLÍS La congregaci­ón de Villarín fue el escenario de una balacera en marzo de 2007.
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RENÉ CORRALES La zona se ha visto envuelta en una violencia creciente/

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