Balacera de 2007, parteaguas en la entidad, dice historiador
Los hechos de violencia ocurridos en marzo del 2007 en la congregación de Villarín significaron un cambio drástico y radical en la vida de los veracruzanos, señala Víctor Manuel Andrade Guevara, integrante del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales (IIHS) de la Universidad Veracruzana, quien reconoce que este suceso fue un parteaguas en la historia de la entidad.
En entrevista, indicó que, si bien es cierto que en la entidad se estaban presentado hechos de violencia, estos eran de otro tipo y tenían más que ver con rencillas personales que con delincuencia organizada. “Este hecho (la balacera de Villarín) lo tenemos más presentes las personas más grandes a quienes nos tocó vivir en otra etapa en la que todo era más tranquilo. Con esto no quiero decir que no hubiera violencia porque la había pero tenía otras caracterísicas: estaba más concentada en las zonas rurales y era por otros motivos”, indicó.
Andrade Guevara recuerda que luego de este primer enfrentamiento y los que siguieron en los días siguientes, la población pensaba que se trataría de algo pasajero o provisional y que la situación en la entidad regresaría a la normalidad. Hoy a 14 años de este hecho, aun no llega la “normalidad” para Veracruz, lamenta. “A partir de entonces se presentaron situaciones nunca antes vistas como cuerpos descuartizados, cabezas que tiraban en algunas oficinas públicas”, recordó.
El investigador de la Universidad Veracruzan expuso que aunque la violencia comenzó a infiltrarse en toda la entidad, los municipios de Veracruz, Xalapa,
Coatzacoalcos y Poza Rica fueron particularmente sacudidos al grado de que hay épocas en las que se ha vivido “un infierno” en donde predomina el miedo entre la población ante la inseguridad. Añadió que el sexenio de javier Duarte de Ochoa fue particularmente violento y que es entre 2010 y 2016 que se comienzan a ver con más frecuencias hechos de violencia a gran escala como balaceras, ejecuciones, secuestros y persecuciones en las calles.
En este periodo, explica, la violencia se incrementa de manera particular en las ciudades de Poza Rica y Coatzacoalcos. En la primera, apunta, con extrosiones, desapariciones y secuestros de profesionistas de todas las áreas. Mientras que en
VÍCTOR MANUEL ANDRADE
HISTORIADOR
Lo que la gente está viviendo en estas ciudades es un infierno, así debemos verlo. No es exagerado y no es por ser alarmistas: es lo que está pasando”.
Coatzacoacolcos, la violencia ha llegado a colocar a esta ciudad como una de las tres más violentas en el país y ese miedo ha generado que mucha gente cierre sus negocios. “Lo que la gente está viviendo en estas ciudades es un infierno, así debemos verlo. No es exagerado y no es por ser alarmistas: es lo que está pasando”.
Para el catedrático universitario, este espiral de violencia que no sólo no se ha detenido sino que ni siquiera ha tenido un momento de contención o de reposo importante. De poco sirvió la alternancia política en 2016 o la llegada de Morena en 2018. “Estos enfrentamientos modificaron drásticamente la vida de las personas, un cambio que muchos comienzan a asimilar como algo normal”, expuso.