Prueba del ácido democrática
No es exagerado decir que nuestra democracia está expuesta a riesgos de regresiones ante una irresponsabilidad que se reproduce, sube incesantemente de nivel y es tolerada en las máximas instancias de poder público, incluso alentada. Sobra evidencia empírica, nacional e internacional, de los peligros; hasta en las democracias consolidadas, como vimos en la toma del Capitolio. el principio juarista de "al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie", pero exigirle a una autoridad constitucional que deje libre paso para infringir un mandato también constitucional, con agravantes de reincidencia, premeditación, alevosía y ventaja. Los pretextos sobran.
En 2018, la coalición gobernante obtuvo 44 por ciento de la votación para la Cámara de Diputados, pero se hizo de 308 diputados, 61.6 por ciento del total. El truco matemático es que una formación política "presta" militantes a aliados o satélites para que ganen en sus distritos, pero aparentar menos victorias para hacerse de más plurinominales.
Como ha dicho el consejero electoral Ciro Murayama, "sobrerrepresentación implica, siempre, subrrepresentación". La fracción mayoritaria actual tiene más legisladores de los que le correspondían por ley y por representatividad efectiva. Son escaños que deberían tener los partidos minoritarios que, sumados, alcanzaron 56 por ciento de las preferencias, pero quedaron con 38 por ciento de las diputaciones.
Acusar al INE de parcialidad por tratar de impedir que eso suceda otra vez no es de demócratas. Sí lo es exigir al TEPJF cumplir como instancia judicial conforme a principios de legalidad y no de negociación o improvisación de carácter político.