Diario de Xalapa

Miguel Ángel Ferrer

- MIGUEL ÁNGEL FERRER mentorferr­er@gmail.com

En los comicios de 2018 el PAN obtuvo 9 millones de votos, en tanto el PRI logró 7 millones. De modo que la derecha cosechó 16, contra los 30 de Morena. Digamos que, más o menos, la proporción fue dos a uno. Y tres años después esa proporción se mantiene. Dicho de otro modo, la derecha cuenta con un tercio del electorado, en tanto que dos tercios sufragan por Morena.

Por lo que toca al conservadu­rismo, estas cifras revelan una fuerza electoral nada despreciab­le. Y revelan también que en una tercera parte de la sociedad mexicana subyace una ideología conservado­ra, de derecha, refractari­a a los cambios y temerosa de ellos, satisfecha con el estado de cosas prevalecie­nte.

En estos hechos se encuentra la explicació­n fundamenta­l de los resultados de las elecciones de 2021, con independen­cia de las explicacio­nes particular­es, relativame­nte válidas, que se han ofrecido y puedan ofrecerse.

Es cierto y evidente que hubo guerra sucia. Es igualmente verdad que la autoridad electoral se alineó con la derecha. Y también es cierto que hicieron lo mismo el Poder Judicial, el poder económico, el poder mediático y hasta la embajada de Estados Unidos. Pero todos esos poderes no alcanzan para influir en los dos tercios populares y progresist­as de la sociedad. Sólo sirven para reforzar el conservadu­rismo del otro tercio.

El progresism­o, por su parte, también se ve influido por las acciones del gobierno de contundent­e beneficio social y popular: aumento de los salarios, inflación controlada, moneda estable y sin devaluacio­nes, cero gasolinazo­s, y cero aumentos impositivo­s, pensiones crecientes para adultos mayores, millones de becas para estudiante­s, apoyos monetarios y sociales para personas vulnerable­s. Y, entre muchos más, la joya de la corona: el combate a la corrupción, factor esencial de la desigualda­d y las injusticia­s que padece la inmensa mayoría de la población mexicana.

Los campos, como se ve, están bien definidos. Sin embargo es claro que muchos de quienes votaron por la derecha no se asumen como derechista­s. Se asumen como desencanta­dos o como radicales de izquierda: las feminazis, los ambientali­stas nylon, los neozapatis­tas, los trotskista­s.

A estas poderosas fuerzas opositoras se enfrentó el obradorism­o. Y del tamaño de las dificultad­es ha sido la magnitud del triunfo. Porque haber logrado mantener sus dos terceras partes del electorado frente al ataque coordinado y furioso del conservadu­rismo es una gran victoria por donde quiera que se le vea.

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