Chilenos rechazan nueva Constitución
El gobierno de Boric cierra un proceso de reforma marcado por los extremos ideológicos y Chile seguirá con la Carta Magna herencia de Augusto Pinochet
Chile se puso en el centro al rechazar las propuestas de los extremos, la última de ellas elaborada por un consejo dominado por el Partido Republicano, y que era todavía más conservador que la Carta Magna heredada de la dictadura.
Entre otros artículos, limitaba el rol del Estado en la economía de mercado y podría dar pie a revisar el derecho al aborto en tres causales (violación, inviabilidad del feto y riesgo para la madre).
Además, endurecía el trato a los migrantes con la expulsión “en el menor tiempo posible” de quienes estuvieran en situación irregular.
“Hoy estamos llevando adelante una nueva jornada cívica que más allá de cualquier resultado, fortalece nuestra democracia”, afirmó Boric, tras votar en su natal ciudad de Punta Arenas.
Chile se sumió hace cuatro años en un proceso para cambiar su Constitución tras las masivas protestas sociales que estallaron en octubre de 2019 para exigir una mayor igualdad social.
El gobierno y los partidos políticos han asegurado que aquí termina por ahora la fase constitucional.
“Para tranquilidad de la gente, todos hemos entendido que también, sea cual sea el resultado, el proceso constituyente tal y como lo conocemos se cierra acá, al menos por los dos años restantes que nos quedan como gobierno y como parlamento”, afirmó la vocera oficial del gobierno Camila Vallejo.
La votación se realizó sin mayores inconveniente, pero lejos de la efervescencia con la que se inició el proceso hace cuatro años, por el hartazgo de la población frente a dos procesos en que la clase política no pudo ponerse de acuerdo en un texto que generara mayoría.
“Es llamativo que esto pase en Chile, un país en el contexto latinoamericano reconocido por una buena clase política, abierta, tolerante, de diálogo y siempre buscando consensos”, plantea Michael Shifter, expresidente del centro de estudios Diálogo Interamericano y profesor de la Universidad de Georgetown.
El aumento de delitos violentos -que los chilenos asocian a la llegada de migrantes, en su mayoritaria venezolanos- y una economía que no despega tras un fuerte ajuste para contener la inflación, tiene ahora la atención de la población.
Cuatro años después de salir a las calles para reclamar mayor justicia social, los habitantes ahora quieren más policías, orden y seguridad.
“Es otro Chile. El país ha cambiado de manera dramática (...) y de cierta forma se ha vuelto un país más latinoamericano. Los chilenos se consideraron siempre como una excepción, un país más europeo y no como sus vecinos, y ahora se parecen un poco más a ellos”, agrega Shifter.