Salud mental: necesidad convertida en privilegio
Un signo de la modernidad es el aumento de padecimientos mentales: estrés, ansiedad, ataques de pánico, comportamiento compulsivo…. Nuestra mente colapsa poco a poco; no puede seguir el ritmo que marca la vorágine capitalista que exige producir, consumir; ser más, aspirar a más, tener más, más, más, más.
Aunado a ello, esta sobrexigencia de la producción y consumo pide también sentirse plenos y felices; sonreír sin importar en qué estado se encuentre nuestra vida privada, nuestro cuerpo o nuestra mente. Hay un señalamiento puntual hacia aquellos que se “rinden”, que “colapsan”, que no pueden más. Ante este continuo bombardeo de “tú puedes y si no, no te quejes”, miles de personas que cruzan algún tipo de malestar o padecimiento mental lo viven en silencio, en soledad, en la incomprensión. La serie Una dosis diaria de sol, (2023. Dir. Lee Jaekyoo) aborda los prejuicios que giran alrededor de las enfermedades mentales, pero también la soledad y dolor de quien las padece. La serie, con los elementos clásicos del dorama, muestra el valor de la empatía, solidaridad y esperanza. La narrativa muestra cómo la sociedad busca invisibilizar la existencia de estos malestares, y cómo en realidad todos en algún momento atravesamos por ellos, colapsamos, y necesitamos parar, buscar ayuda, sentirnos arropados, escuchados, para volver a encontrarnos, muchas veces no para regresar a quienes fuimos, sino a un nuevo yo que se adapte a sus nuevas circunstancias.
Por su puesto que hablar de salud mental también implica que se requiere de una infraestructura gubernamental que provea este tipo de atención y cuidado, de manera suficiente, oportuna y de calidad, lo cual, no sucede. El bienestar emocional sigue ninguneándose y se le hace a cada individuo responsable de que busque la manera de gestionar lo que siente y darle solución, cuando el origen de la tristeza, la ansiedad, el estrés, etcétera vienen o son magnificados por lo que pasa en el exterior: trabajo agobiante, falta de dinero para una vida digna, deudas, violencia, inseguridad, y un largo etcétera. Se nos hace responsables de estar bien en un mundo que nos bombardea constantemente con un sinfín de requerimientos de producción y aspiracionales.
Atender la salud mental, acudir a terapia, tomarse días de descanso, realizar una actividad física continua, meditar, acudir a sitios de esparcimiento, comer bien, etcétera, terminan siendo un privilegio cuando, en realidad, son una necesidad básica: tener todo lo necesario para estar bien.
Vale ir haciendo consciencia de que la salud mental va ligada al tipo de sociedad en la que vivimos, a los parámetros a lo que nos enfrentamos, y que hace falta la construcción urgente de un entramado social en el que se privilegie la vida y no la producción. ¿Qué nos queda?, tal vez podríamos empezar por validar lo que sentimos, lo que nos cuesta; empezar a rendirnos más seguido, a no cumplir expectativas y ser más compresivos con nosotros mismos y, por ende, con el "otre" que enfrenta la misma batalla. ¿O usted que opina?, ¿cuántas veces se obliga a seguir cuando necesita parar?