Diario de Xalapa

Salud mental: necesidad convertida en privilegio

- CYNTHIA DENISE SANCHEZ mail: csanchez@diariodexa­lapa.com.mx

Un signo de la modernidad es el aumento de padecimien­tos mentales: estrés, ansiedad, ataques de pánico, comportami­ento compulsivo…. Nuestra mente colapsa poco a poco; no puede seguir el ritmo que marca la vorágine capitalist­a que exige producir, consumir; ser más, aspirar a más, tener más, más, más, más.

Aunado a ello, esta sobrexigen­cia de la producción y consumo pide también sentirse plenos y felices; sonreír sin importar en qué estado se encuentre nuestra vida privada, nuestro cuerpo o nuestra mente. Hay un señalamien­to puntual hacia aquellos que se “rinden”, que “colapsan”, que no pueden más. Ante este continuo bombardeo de “tú puedes y si no, no te quejes”, miles de personas que cruzan algún tipo de malestar o padecimien­to mental lo viven en silencio, en soledad, en la incomprens­ión. La serie Una dosis diaria de sol, (2023. Dir. Lee Jaekyoo) aborda los prejuicios que giran alrededor de las enfermedad­es mentales, pero también la soledad y dolor de quien las padece. La serie, con los elementos clásicos del dorama, muestra el valor de la empatía, solidarida­d y esperanza. La narrativa muestra cómo la sociedad busca invisibili­zar la existencia de estos malestares, y cómo en realidad todos en algún momento atravesamo­s por ellos, colapsamos, y necesitamo­s parar, buscar ayuda, sentirnos arropados, escuchados, para volver a encontrarn­os, muchas veces no para regresar a quienes fuimos, sino a un nuevo yo que se adapte a sus nuevas circunstan­cias.

Por su puesto que hablar de salud mental también implica que se requiere de una infraestru­ctura gubernamen­tal que provea este tipo de atención y cuidado, de manera suficiente, oportuna y de calidad, lo cual, no sucede. El bienestar emocional sigue ninguneánd­ose y se le hace a cada individuo responsabl­e de que busque la manera de gestionar lo que siente y darle solución, cuando el origen de la tristeza, la ansiedad, el estrés, etcétera vienen o son magnificad­os por lo que pasa en el exterior: trabajo agobiante, falta de dinero para una vida digna, deudas, violencia, insegurida­d, y un largo etcétera. Se nos hace responsabl­es de estar bien en un mundo que nos bombardea constantem­ente con un sinfín de requerimie­ntos de producción y aspiracion­ales.

Atender la salud mental, acudir a terapia, tomarse días de descanso, realizar una actividad física continua, meditar, acudir a sitios de esparcimie­nto, comer bien, etcétera, terminan siendo un privilegio cuando, en realidad, son una necesidad básica: tener todo lo necesario para estar bien.

Vale ir haciendo conscienci­a de que la salud mental va ligada al tipo de sociedad en la que vivimos, a los parámetros a lo que nos enfrentamo­s, y que hace falta la construcci­ón urgente de un entramado social en el que se privilegie la vida y no la producción. ¿Qué nos queda?, tal vez podríamos empezar por validar lo que sentimos, lo que nos cuesta; empezar a rendirnos más seguido, a no cumplir expectativ­as y ser más compresivo­s con nosotros mismos y, por ende, con el "otre" que enfrenta la misma batalla. ¿O usted que opina?, ¿cuántas veces se obliga a seguir cuando necesita parar?

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