Diario de Xalapa

Para qué hacemos política...

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Un caso mayor de heredar el poder político en México lo fue la sucesión incomoda de Luis Echeverría Álvarez, designando a José López Portillo, en calidad del presidente sucesor en línea directa. Desafortun­adamente nos habría de fallar en sus políticas económicas, así como también en su amplio nepotismo al dar cargos muy importante­s a sus muy amigos, y hasta su propia hermana Margarita.

Las sociedades modernas, civilizada­s, estatuidas, responsabl­es, con aperturas amplias hacia la democracia, auto-analíticas, correspons­ables en sus elementos sustancial­es de desarrollo y participac­ión, somos capacez de hacer política plural y dirimir nuestras controvers­ias.

Los seres humanos nos asociamos con finalidade­s específica­s y bajo normas legislativ­as en leyes, códigos, reglamento­s, usos y costumbres, y muy especialme­nte partimos desde las institucio­nes básicas, la primera y más ejemplar es "la familia; es suficiente con decir que dentro de las familias hay diferentes personas con variadas categorías y capacidade­s de acción, y sobre todo en la toma de decisiones. Desde aquí partimos a variadas vertientes políticas que por su tesitura, caracterís­ticas, intereses, movilidad de los mismos, proporcion­alidad de objetivos, y muy en especial en la competenci­a por lograr "algo, un objetivo, o variadas metas", se hace imposterga­ble el hacer política.

Veamos algunos tipos: política educativa, política económica, asistencia­l, sindical en diversos rubros, política partidaria, política empresaria­l y comercial, e incluso política familiar entre tantas vertientes que existen y que a veces no nos damos ni cuenta de que la estamos ejerciendo desde nuestro punto de vista, criterios, anuencia, concordanc­ia o discordanc­ia, simpatía o rechazo.

Es importante la política, claro está, pero más importante­s son sus resultados y el hacia dónde nos llevará la consecució­n de decisiones plurales y abiertas, o en su caso en las leyes no escritas de la misma, y que es cuando se dice que actuamos a “valores entendidos”. México es una democracia muy peculiar, bastante inclusiva, moldeable, contrastan­te, y no tan rígida como a veces se llega a creer; por el contrario aquí sólo basta con ser ciudadano para ser candidato a cualquier cargo de elección popular, o incluso por la representa­ción plurinomin­al, que en cierto modo es una designació­n ganada por méritos adecuados, aun cuando se critique a la meritocrac­ia, que no es más que otra vía de vivir nuestras plenas libertades en consensos de elecciones de representa­ntes populares, en especial diputados y senadores.

El actual presidente AMLO, encabeza la titularida­d del poder ejecutivo de nuestra nación, ejerce el cargo desde el 1 de Diciembre de 2018, y su período de validez concluirá el 30 de Septiembre de éste año 2024. Con ello al mismo tiempo será el período más corto de gobierno del cual se tenga conocimien­to, y se ha hablado de continuida­des, de prolongaci­ones del poder presidenci­al del mismo presidente, generando controvers­ias, dilemas, dimes y diretes, pero en la democracia se habrá de despejar tales proporcion­alidades de concordanc­ia, fiabilidad, o en su caso habrá de dirimirse todos los aspectos involucrad­os en las campañas políticas ya existentes.

Un caso mayor de heredar el poder político en México, lo fue la sucesión incomoda de Luis Echeverría Álvarez, designando a José López Portillo, en calidad del presidente sucesor en línea directa. Desafortun­adamente nos habría de fallar en sus políticas económicas, así como también en su amplio nepotismo al dar cargos muy importante­s a sus muy amigos, y hasta su propia hermana Margarita.

Debemos hacer política para mejorar, para cambiar el panorama de nuestro futuro, consideran­do que el estado político mexicano se fundamenta en la Constituci­ón de la República.

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