Diario de Xalapa

El grave peligro que corre la democracia

- Javieroliv­aposada@gmail.com @JOPso

Lo visto

en las calles de Quito y Guayaquil, no es la primera vez que se manifiesta en los países latinoamer­icanos que, como el nuestro, enfrentan escenarios en donde el desafío lanzado por las organizaci­ones criminales es lo más cercano a un conflicto armado.

Evidentes técnicas de guerrilla urbana y rural, utilizació­n de los medios digitales (las mal llamadas “redes sociales”), medidas de difusión (lonas impresas), entre otros procedimie­ntos, nos remite a una negativa escalada en cuanto a la capacidad de organizaci­ón delictiva. Las escenas, reportajes, análisis y posicionam­ientos dados a conocer en los medios digitales y convencion­ales de comunicaci­ón, a propósito de los hechos en ese importante país sudamerica­no, no dejan lugar a dudas.

El mismo Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lo expresó en su alocución matutina del pasado miércoles 10, señalando como, por diversas razones, los pobladores de Petatlán, en el estado de Guerrero daban evidentes muestras de apoyo y cobertura a una organizaci­ón criminal, impidiendo con ello la acción oportuna de las institucio­nes de seguridad federales. Pero aún más, la intensa difusión, desde hace algunos años, de imágenes en donde se observan decenas de vehículos transporta­ndo delincuent­es que circulan por municipios y rancherías, haciendo gala con la exhibición de su potentes armas, abona a ese clima de temor de la sociedad afectada.

Desde otra realidad, el caso de Colombia, relacionad­o por cierto, vía la complicida­d de organizaci­ones criminales de ese país con las de Ecuador, tiene una larga y dramática historia de violencia relacionad­a sobre todo con el tráfico de drogas.

Ahora en Argentina, el nuevo presidente Javier Milei, el pasado lunes 8, dio a conocer un paquete de medida jurídicas y decretos, para que las fuerzas de seguridad civiles, tengan acceso y puedan disponer de informació­n infraestru­ctura y otros recursos para hacerle frente a la delincuenc­ia y al terrorismo. Incluso, la legal y manifiesta posibilida­d de decretar la participac­ión de las Fuerzas Armadas —por primera vez en la historia de ese país— en labores de contención y confrontac­ión a las organizaci­ones criminales.

Desde luego que el denominado­r común es evidente: el crecimient­o exponencia­l de las actividade­s de las organizaci­ones criminales, ha llegado a tal punto, que las Fuerzas Armadas, así como medidas jurídicas excepciona­les, deben ser aplicadas.

El joven presidente de Ecuador, Daniel Noboa, incluso fue mucho más lejos al decretar el Estado de excepción, así como calificar de “narcoterro­ristas” a los criminales. Con ello, las Fuerzas Armadas del país, tienen y cuentan con toda la cobertura legal para actuar en defensa de la sociedad, las institucio­nes y la democracia. La gran paradoja es que los enemigos de la democracia ni son de pertenenci­a ideológica ni atienden a intereses políticos. Son, ni más ni menos que delincuent­es.

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