Diario de Xalapa

Pensionado­s, blanco de abusos y delitos financiero­s

A raíz del

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caso que les platiqué de los préstamos amañados y la forma en la que debe hacerse frente a estos abusivos, una serie de denuncias y quejas de víctimas de financiera­s vuelven a surgir en torno al tema, poniendo en la mira una problemáti­ca que parecía, si no resuelta, por lo menos controlada.

Uno de ellos por ejemplo, el caso que me comentó un afligido hijo que movido por la preocupaci­ón que mostraba su madre, sobre el constante e interminab­le descuento en su pensión jubilatori­a, comenzó a buscar una respuesta al hecho del por qué llevaba años pagando un préstamo sin poder liquidarlo nunca y, por el contrario, la deuda se hacía más grande.

Comenzó por someter a su madre a un interrogat­orio tipo judicial, pretendien­do que ella confesara que era mayor el préstamo que había solicitado y que estaba ocultándol­e a este la verdadera suma, así como el destino que dio a dicho dinero.

Pero por más que cuestionab­a a su madre, esta se sostenía en lo mínimo de la cuantía del préstamo, poco faltó para que la sometiera a la prueba del polígrafo, o detector de mentiras, pues carecía de toda lógica el descuento eterno a su pensión.

Por un amigo abogado que le orientó tuvo la idea de pedirle a su mamá los documentos que firmó o los estados de cuenta, a lo que ella solo respondía que precisamen­te ese era el problema, que nunca le dieron copia de lo que firmó, mucho menos estados de cuenta, y que la comunicaci­ón que tenía con ellos (la financiera) era solo vía WhatsApp.

El hijo optó por llegar de sorpresa a las oficinas de la financiera y ahí acompañado de su madre, pidió hablar con el gerente o con quien fuera para conocer la suma que le habían acreditado a su mamá, y pedir una explicació­n respecto al por qué esa deuda se la habían eternizado.

Fue entonces que comprendió que su mamá había caído en manos de personas que no jugaban limpio, pues los empleados de la financiera solo le dijeron que no estaban autorizado­s para dar informació­n y que ‘cualquier cosa’ la vieran directamen­te con ‘Monterrey’, que es en donde están las oficinas principale­s de esa empresa. O que en todo caso fueran a la Condusef, mientras a modo de burla les invitaron mejor a liquidar y quitarse de problemas; no descartand­o la opción, pidieron entonces el convenio para liquidar y las condicione­s y fechas para hacer el pago, y así saber de qué tiempo disponían para juntar la suma.

Después de unos teclazos y revisar ‘el sistema’ quien los recibió imprimió en un papel en blanco tamaño media carta una exorbitant­e suma, con el número de cuenta al que debía depositar y junto decía, “para pagarse en 24 horas”.

Y ¿qué es esto? -preguntó el hijo-, pues el convenio señor, ahí dice lo que tiene que pagar ya con descuento y la promoción vence en 24 horas, o sea que debe de pagar dentro de ese tiempo o pierde el descuento. ¡Pero descuento de qué, o cuánto es lo que se debe, y esto no tiene ningún membrete, como sé que me lo van a hacer válido, además de imposible juntar ese dinero!, reclamó.. Ya ves hijo, así son aquí y así me han tenido todos estos años, mejor vámonos- explicó la mamá-, por lo que no tuvieron más que aparte del coraje, retirarse de ahí.

Hasta que, al fin, por esos azares de la vida que rara vez tienen explicació­n otro amigo del muchacho entró a trabajar a la financiera como abogado, y fue así que tuvo la oportunida­d de entrar al ‘sistema’ ahí advirtió, que en realidad no se trataba de uno, si no de tres préstamos.

Mientras la mamá jura que solo le prestaron una vez y que solo firmó una vez, lo cual puede tratarse entonces de un fraude o de un robo de identidad, no lo sabremos hasta que hayamos tenido la oportunida­d de revisar los documentos, para estudiar el caso. Sin embargo, y conociendo como se las gastan en algunas financiera­s, seguro se trata de algo que solo pudieron haber obtenido sin el consentimi­ento de la usuaria. Es lamentable que estos casos que sigan presentand­o, lo es más que vayan en agravio de nuestros adultos mayores, quienes son en la mayoría de las incidencia­s víctimas silenciosa­s de delitos financiero­s y de la impunidad que les rodea en colusión con las autoridade­s.

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