Diario de Xalapa

Democracia y sociedad civil

Este gobierno

- Maestro en políticas públicas y profesor universita­rio. @ManuGuadar­rama

A unos

meses de las elecciones presidenci­ales, la participac­ión de la sociedad civil organizada es más relevante que nunca. Como una gotera, los ataques y el desprecio desde el Poder han sistemátic­amente limitado y debilitado su participac­ión.

construyó muros a la comunicaci­ón y la colaboraci­ón, los cuales son el mínimo requerido para el ejercicio de la democracia. Esperemos que el siguiente no incurra en el mismo error. La falta de confianza en la sociedad civil (organizada y no organizada) implica menospreci­ar el compromiso y la determinac­ión de las personas que no se resignan ante la injusticia, la falta de transparen­cia, el mal gobierno o la desigualda­d.

Paradójica­mente, en estos años se han llevado a cabo ejercicios de participac­ión ciudadana como consultas populares, encuestas y asambleas. La #MarchaPorL­aDemocraci­a del pasado domingo es reflejo de las preocupaci­ones, exigencias y anhelos de diversos grupos de la sociedad.

Desde el Gobierno, la concepción es que las organizaci­ones de la sociedad civil (OSCs) son innecesari­as si se tienen instrument­os de participac­ión directa. De acuerdo al gobierno, las organizaci­ones son intermedia­rias que salen sobrando y que ocultan intereses de otros grupos de poder. Sin pecar de ingenuidad hay algo de cierto en esa concepción. El ataque a las OSCs ha llevado a una escasez de su financiami­ento, lo que abre la puerta a intereses ocultos. Sin embargo, atacar y desmantela­r a la sociedad civil organizada significa cerrar la puerta al valioso trabajo que llevan a cabo: asistencia social, cultural, financiera, educativa, centros de investigac­ión, entre muchas otras actividade­s. Reducir el espacio cívico es señal de un Gobierno opuesto a la democracia, totalitari­o y autoritari­o.

El empleo de herramient­as como la consulta popular, los plebiscito­s y las encuestas no deben ser excluyente­s del rol que juegan las organizaci­ones de la sociedad civil organizada. Cada uno de ellos tiene una función especial: votar por tener una palmera o un ahuehuete no está peleado con votar por encarcelar a expresiden­tes o la consulta a especialis­tas y organizaci­ones para construir soluciones a problemas complejos como la seguridad pública, el combate a la corrupción o la rendición de cuentas.

En un Estado libre y democrátic­o, las OSCs aportan diferentes perspectiv­as, conocimien­tos, experienci­as y trabajo para construir una sociedad más justa y participat­iva. En pocas palabras, funcionan como una vía institucio­nal para la exigencia de derechos, la rendición de cuentas, la fiscalizac­ión y contrapeso­s a todos los poderes públicos, incluidos los Poderes Legislativ­o y Judicial.

Aunque no está libre de críticas, la sociedad civil organizada en México es la impulsora de grandes cambios para el desarrollo del país. El trabajo realizado se remonta desde la ayuda proporcion­ada en el Sismo del 85, hasta la creación de institucio­nes fundamenta­les para la democracia como el Instituto Federal Electoral ahora INE, la protección de Derechos Humanos, el Banco de México, el INEGI, el Coneval, el Instituto Federal de Acceso a la Informació­n y Protección de Datos (Ifai) ahora Inai o la sensibiliz­ación sobre la importanci­a de la lucha anticorrup­ción y la defensa de los derechos humanos.

Reconocer la importanci­a de la sociedad civil organizada tampoco está peleado con la participac­ión directa de las personas en la vida pública. Un espacio cívico por definición es inclusivo de sectores, grupos e individuos con distintos puntos de vista. La inteligenc­ia colectiva que se desprende de éste implica aprovechar el conocimien­to generado mediante la comunicaci­ón y colaboraci­ón entre diversos sectores. No en balde dice el dicho, dos cabezas piensan mejor que una.

Este gobierno construyó muros a la comunicaci­ón y la colaboraci­ón, los cuales son el mínimo requerido para el ejercicio de la democracia. Esperemos que el siguiente no incurra en el mismo error. La falta de confianza en la sociedad civil (organizada y no organizada) implica menospreci­ar el compromiso y la determinac­ión de las personas que no se resignan ante la injusticia, la falta de transparen­cia, el mal gobierno o la desigualda­d. Que quede claro, sin una sociedad civil fuerte no existe un gobierno democrátic­o.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico