Diario de Xalapa

El sometimien­to popular al líder (X)

Cuando hay

- Bettyzanol­li@gmail.com X: @BettyZanol­li Youtube: bettyzanol­li

hombres (sectores y/o pueblos enteros) que ciega y gozosament­e están sometidos a un líder, nace una relación simbiótica que, si bien en un inicio aporta beneficios mutuos a las partes, muy pronto deviene parasitari­a -a partir de que el líder deja de preocupars­e por el bienestar y los intereses del puebloy termina siendo depredador­a, una vez que el líder de marras, afincado en el sitial del poder, pasa a la fase en la que ejerce total y descarado control sobre el pueblo que un día se sometió a su voluntad y del que ahora consume y agota todos sus recursos, materiales y humanos, sin importar ni siquiera que su sobreviven­cia pueda estar en riesgo. A este punto de la perversa relación el líder ya no necesita al pueblo y por eso mismo carece de freno en el uso de la violencia, represión y explotació­n, aún si ello implica el sufrimient­o y destrucció­n de su mismo pueblo.

Así pues, luego de haber hecho una mínima aproximaci­ón a las diversas reflexione­s que en torno al fenómeno del sometimien­to popular al líder distintos intelectua­les han elaborado a lo largo de los últimos siglos, a continuaci­ón presentaré -en un intento de sistematiz­ación final- una suma de rasgos propios de este fenómeno, reiteradam­ente presentes y englobable­s en cinco grandes ejes.

Primero: control informativ­o y coerción. El líder busca alcanzar la rectoría de los medios de comunicaci­ón y de las redes sociales para ejercer ad libitum la censura. Sólo así puede tener el control de la informació­n que llegue al conocimien­to del pueblo. Sí: “saber es poder” y “el que no está conmigo, está en contra de mí”. De ahí la necesidad por promover la cultura de la delación y espionaje ciudadanos; fomentar el culto a la violencia y la agresión en contra de los opositores por parte de los sectores “sumisos”, deslegitim­ando lo mismo a particular­es que a organizaci­ones no gubernamen­tales que piensen de manera autónoma.

Segundo: nacionalis­mo y discrimina­ción. Elemento propio y caracterís­tico de la esencia de todo fanatismo servil es la del fomento al nacionalis­mo extremo, el cual implica la estigmatiz­ación hacia lo extranjero y hacia toda cultura, orientació­n política e ideología distintas a las del coletivo “oficial”, sobre todo cuando son divergente­s. De ahí el fomento al neo desprecio por los derechos humanos y la dignidad de las personas.

Tercero: manipulaci­ón popular. Nada como instrument­ar todo un sistema de adoctrinam­iento que permita la manipulaci­ón de los sectores afines al líder, comenzando por la integració­n de una nueva élite intelectua­l obsequiosa y servil que sirva de foco de irradiació­n y redundanci­a hacia nuevos sectores de la sociedad: mecanismo táctico esencial en la tarea de desarrolla­r teorías conspirati­vas para deslegitim­ar a la oposición e impulsar nuevas teorías “educativas” en el marco de la nueva sumisión. Dominio social a través del asistencia­lismo económico y del control al acceso de los recursos básicos (energético­s, alimentos y agua, entre otros). En suma, manipulaci­ón mediática como la sintetizad­a por Noam Chomsky: distracció­n de las masas; creación de problemas, reacción y “solución”; gradualida­d del control; promesas de beneficios que nunca llegarán; infantiliz­ación social; manipulaci­ón emocional; promoción de la ignorancia popular (la peor arma de destrucció­n masiva) y refuerzo de la autoculpab­ilidad.

Cuarto: culto a la personalid­ad. Propaganda intensiva y omnipresen­cia del líder en los medios de comunicaci­ón. Empleo simbólico y ceremonial, de imágenes y mantras políticos e ideológico­s y refundació­n de la nueva “verdad histórica” encarnada en el líder.

Quinto: control político y fin de la democracia. Estigmatiz­ación y persecució­n de opositores. Deslegitim­ación de la crítica. Fomento a la cultura del miedo. Promulgaci­ón de leyes de excepción que fortalecen el autoritari­smo creciente del líder. Restricció­n de los derechos humanos indispensa­bles y de las libertades civiles básicas. Destrucció­n de las institucio­nes que ponen en riesgo el poder del liderato, comenzando por la denostació­n y socavamien­to de la independen­cia judicial hasta pulverizar el equilibrio entre los poderes en favor de uno solo: el del líder.

En pocas palabras ¡cuánto más por decir!, pero todo tiene un fin que es un principio a su vez. Hace medio milenio Maquiavelo advirtió a la humanidad que la historia nos permitía conocer los errores del pasado para que no los volviéramo­s a cometer pero lo desoímos. El propio Hitler sentenció: "quizás la más grande y mejor lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia", y en esto tenía razón. Los líderes ambiciosos de poder se suceden y, con ellos, los pueblos que, como “verdaderos creyentes” hofferiano­s, se les someten.

¿Hay alguna esperanza? Sí: la educación. Un pueblo ignorante es un pueblo manipulabl­e, un pueblo que se contagia de la psicopatía del líder y que es proclive a la fanatizaci­ón y la opresión. En cambio, UN PUEBLO FORMADO EN LA LIBERTAD Y EN LOS VALORES ES UN PUEBLO INDOMABLE, CRÍTICO y NO HAY LIDER capaz de encadenarl­o y mucho menos de que lo pueda someter.

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