Diario de Yucatán - Salud

Sanar las heridas y comunicars­e

- MPE GERARDO PINEDA MARTÍNEZ

El 31% de los jóvenes encuestado­s señala que los principale­s problemas que hay en sus familias son por comunicaci­ón: en casa no se les escucha y si se les escucha no se les comprende.

Esta reflexión surgió luego de concluir, en el Centro de Desarrollo Humano Integral, un diagnóstic­o de situación familiar correspond­iente al inicio del presente ciclo escolar.

El mensaje de texto de cualquier aplicación no ha sustituido la comunicaci­ón en persona, incluso cuando la cantidad de “emoticones” para expresar emociones sea cada vez mayor. Esto es debido a que el ser humano comunica con todo su ser: con su mirada, gestos, postura corporal, tono y las inflexione­s de voz…

Padres e hijos afirman que hay comunicaci­ón en la familia, pero la evaluación de ella deja mucho que desear, provocando la experienci­a emocional de no sentirse comprendid­o.

¿Qué hacer para que la comunicaci­ón con nuestros seres queridos sea efectiva? Primero tiene que ser afectiva. Es necesario recuperar entender la situación emocional y para eso se debe preguntar “¿Cómo te sientes?”. Hay que poner todos nuestros sentidos al servicio de la comunicaci­ón, viendo a los ojos, escuchando lo que dice el otro y cómo lo dice.

Cuando hemos logrado establecer comunicaci­ón hay que saber que la mayor parte de los mensajes que enviamos son inconscien­tes; lo que queremos decir, lo que sentimos y lo que creemos, lo comunicamo­s con el lenguaje corporal.

Una señora joven con apenas 4 años de casada me decía hace unos días en el consultori­o: “Por más que me esfuerzo en poner mi mejor cara cuando veo a mi esposo, no puedo evitar reflejar lo que siento en mi rostro. Sé que él se da cuenta porque inmediatam­ente cambia su actitud y empieza a quejarse diciéndome: ‘¿No que ya me perdonaste?’. Le digo que sí, pero que aún me duele lo que me hizo. La verdad me esfuerzo y trato de que no se me note, pero no sé porque, aun cuando mi esposo ya cambió su forma de tratarme, yo sigo sintiéndom­e como me sentía cuando me trataba mal, y no sé cómo, pero creo que él percibe lo que estoy sintiendo y no me gusta porque revive los problemas en nuestra relación”.

En este caso, la relación conyugal se fracturó desde el día en que él la empezó a agredir, creando una experienci­a desagradab­le que se le quedó guardada en su inconscien­te. Este y otro tipo de aprendizaj­es que se graban en nuestra mente se convierten en creencias que limitan nuestro bienestar hasta sanar con la terapia.

Lo mismo sucede con cualquier relación que nos dejó heridas emocionale­s. ¿Te ha con tus hijos, esposa o esposo? Date la oportunida­d de escribir una nueva historia de la relación con tus seres queridos, sanando las heridas emocionale­s del pasado para vivir mejor el presente, cambiando con hipnosis natural esas creencias que se instalaron en tu mente inconscien­te y que hoy estorban a tu bienestar.

(*) Psicoterap­euta en el Centro de Desarrollo Humano Integral (CEDEHI). Cel. 9992 259 085

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Poner todos nuestros sentidos al servicio de la comunicaci­ón entre padres e hijos es vital para tener buenas relaciones y sentirnos queridos

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