Sanar las heridas y comunicarse
El 31% de los jóvenes encuestados señala que los principales problemas que hay en sus familias son por comunicación: en casa no se les escucha y si se les escucha no se les comprende.
Esta reflexión surgió luego de concluir, en el Centro de Desarrollo Humano Integral, un diagnóstico de situación familiar correspondiente al inicio del presente ciclo escolar.
El mensaje de texto de cualquier aplicación no ha sustituido la comunicación en persona, incluso cuando la cantidad de “emoticones” para expresar emociones sea cada vez mayor. Esto es debido a que el ser humano comunica con todo su ser: con su mirada, gestos, postura corporal, tono y las inflexiones de voz…
Padres e hijos afirman que hay comunicación en la familia, pero la evaluación de ella deja mucho que desear, provocando la experiencia emocional de no sentirse comprendido.
¿Qué hacer para que la comunicación con nuestros seres queridos sea efectiva? Primero tiene que ser afectiva. Es necesario recuperar entender la situación emocional y para eso se debe preguntar “¿Cómo te sientes?”. Hay que poner todos nuestros sentidos al servicio de la comunicación, viendo a los ojos, escuchando lo que dice el otro y cómo lo dice.
Cuando hemos logrado establecer comunicación hay que saber que la mayor parte de los mensajes que enviamos son inconscientes; lo que queremos decir, lo que sentimos y lo que creemos, lo comunicamos con el lenguaje corporal.
Una señora joven con apenas 4 años de casada me decía hace unos días en el consultorio: “Por más que me esfuerzo en poner mi mejor cara cuando veo a mi esposo, no puedo evitar reflejar lo que siento en mi rostro. Sé que él se da cuenta porque inmediatamente cambia su actitud y empieza a quejarse diciéndome: ‘¿No que ya me perdonaste?’. Le digo que sí, pero que aún me duele lo que me hizo. La verdad me esfuerzo y trato de que no se me note, pero no sé porque, aun cuando mi esposo ya cambió su forma de tratarme, yo sigo sintiéndome como me sentía cuando me trataba mal, y no sé cómo, pero creo que él percibe lo que estoy sintiendo y no me gusta porque revive los problemas en nuestra relación”.
En este caso, la relación conyugal se fracturó desde el día en que él la empezó a agredir, creando una experiencia desagradable que se le quedó guardada en su inconsciente. Este y otro tipo de aprendizajes que se graban en nuestra mente se convierten en creencias que limitan nuestro bienestar hasta sanar con la terapia.
Lo mismo sucede con cualquier relación que nos dejó heridas emocionales. ¿Te ha con tus hijos, esposa o esposo? Date la oportunidad de escribir una nueva historia de la relación con tus seres queridos, sanando las heridas emocionales del pasado para vivir mejor el presente, cambiando con hipnosis natural esas creencias que se instalaron en tu mente inconsciente y que hoy estorban a tu bienestar.
(*) Psicoterapeuta en el Centro de Desarrollo Humano Integral (CEDEHI). Cel. 9992 259 085