Vitaminas y suplementos
Los suplementos vitamínicos no son de utilidad
Los suplementos vitamínicos han sido considerados, hasta no hace muchos años, la panacea que permitía combatir numerosas enfermedades, así como el remedio idóneo para mejorar la salud.
Nuestro cuerpo necesita vitaminas y minerales. Tal es así que, en caso de que el aporte de estas vitaminas y minerales a través de la dieta sea insuficiente, se recomiende la toma de suplementos nutricionales que los contengan. Siempre bajo prescripción –y supervisión– médica.
Sin embargo, cada vez es mayor el número de personas que deciden tomar estos suplementos sin ningún tipo de control médico. ¿La razón? Los ‘supuestos’ beneficios que conlleva la ingesta de vitaminas y minerales adicionales para la salud, muy especialmente para la salud cardiovascular; un aspecto a tener en cuenta dado que las enfermedades cardiovasculares constituyen, con 17,7 millones de muertes solo en 2015, la primera causa de mortalidad global.
Pero, ¿es realmente así? ¿Los suplementos con vitaminas y minerales nos ayudan a prevenir, e incluso a tratar, estas patologías? Pues según un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Toronto, no.
Como explica David J.A. Jenkins, director de esta investigación publicada en Journal of American College of Cardiology, “los estudios desarrollados no muestran una evidencia suficiente de que los suplementos con vitaminas o minerales sean beneficiosos para prevenir o tratar la enfermedad cardiovascular. La única excepción es el ácido fólico para reducir el riesgo de ictus”.
Los suplementos con vitaminas y minerales han sido tradicionalmente empleados en el tratamiento de las deficiencias nutricionales. Sin embargo, y dado que en los últimos años se han publicitado como productos que mejoran la salud general y, por tanto, aumentan la longevidad, su consumo se ha disparado. De hecho, una encuesta publicada recientemente por la Organización de Consumidores y Usuarios revela que hasta un 30% de los adultos españoles toma algún tipo de suplemento.
Por tanto, y dado que esta tendencia alcista de consumo no parece que se vaya a revertir a corto plazo, la pregunta es: ¿realmente mejoran la salud? ¿Aunque sea ‘solo’ la cardiovascular? Pues para responder a esta pregunta, los autores analizaron los resultados de 179 ensayos clínicos aleatorizados realizados entre enero de 2012 y octubre de 2017. Y las conclusiones no pueden ser más contundentes.
No hay evidencias de que los suplementos con vitaminas o minerales sean beneficiosos para prevenir o tratar las enfermedades cardiovasculares. Los resultados muestran que los cuatro suplementos más comúnmente utilizados –multivitaminas, vitamina D, calcio y vitamina C– no inducen beneficios a la hora de prevenir la enfermedad cardiovascular, los infartos agudos de miocardio o los ictus.
De hecho, ni siquiera parecen mejorar el riesgo de mortalidad por cualquier causa de los consumidores. Pero, aún hay más: la niacina –o lo que es lo mismo, la vitamina B3– y los antioxidantes aumentan la probabilidad de fallecer por cualquier causa.
Sin embargo, hay una excepción: el ácido fólico –o vitamina B9–, que se asocia a un menor riesgo de ictus e, incluso, de enfermedad cardiovascular en general. Concretamente, los resultados del Estudio de Prevención Primaria del Ictus de China, publicados en 2015, muestran que los suplementos con ácido fólico disminuyen en un 20% la probabilidad de padecer un accidente cerebrovascular.
Y según un subestudio, la toma diaria de la combinación de ácido fólico y un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina –el fármaco ‘enalapril’– reduce en hasta un 73% el riesgo de primer ictus en pacientes hipertensos con un bajo recuento de plaquetas.
Como indica David Jenkins, “la administración de ácido fólico y la reducción de enfermedad cardiovascular a través del ictus observada en el estudio CSPPT supone el único ejemplo de disminución del riesgo de enfermedad cardiovascular asociada al empleo de suplementos nutricionales.
Sin embargo, que estos datos sean suficientes para cambiar la práctica clínica en aquellos lugares donde ya se está fortaleciendo el consumo de ácido fólico sigue siendo motivo de debate”.
En definitiva, los suplementos con vitaminas y/o minerales –salvo el ácido fólico– no previenen las enfermedades cardiovasculares ni tampoco son útiles para su tratamiento en aquellos pacientes que ya las han desarrollado.
Las sociedades e instituciones médicas sugieren alimentarse adecuadamente, básicamente siguiendo una dieta saludable y equilibrada, rica en frutas y verduras, pero baja en grasas trans y saturadas, y en carne roja también.