Diario de Yucatán - Suplemento Especial

De la mano de Dios: voluntario­s que llegan a Pastoral del Amor

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A lo largo de 35 años de existencia, Pastoral del Amor ha transforma­do vidas e impactado corazones en la comunidad yucateca. Tal es el caso de doña Eloina Pech Molina y Marcial Gómez Pérez, quienes cuentan cómo llegaron a esta organizaci­ón y cuál ha sido su experienci­a.

Doña Eloina lleva 20 años en Pastoral del Amor. Empezó a acudir a la Catequesis Especial porque su hijo iba a las olimpiadas especiales y una señora, doña Aurorita Cruz Echeverría de Corona, le habló de Pastoral del Amor y de su labor social.

Pastoral del Amor es pionera en impartir el catecismo especial, el cual se realiza en su local así como en otras parroquias de Yucatán.

“Aquí hizo su Primera Comunión mi hijo”, platicó doña Eloina, quien, a raíz del fallecimie­nto de su esposo, decidió ser parte de esta actividad, compromete­rse con el que sufre y ayudar a quien más lo necesita.

Ahí ha conocido a muchas de las religiosas, entre ellas recuerda a las hermanas Goretti y Lourdes, con quienes ha labrado una gran amistad.

Su hijo ya no acude a la Catequesis, pues desde hace 21 años trabaja en una maquilador­a dental en Umán. Doña Eloina platica que su hijo aprendió a ir solo al trabajo y, aunque al principio ella estaba muy temerosa, le decían que tenía que aprender, y así fue.

“Nosotros enseñamos a nuestro hijo Carlos Enrique y él ya sabe que los domingos tenemos que ir a misa. Esto depende mucho de los padres. Si desde chicos les decimos que van a venir los reyes magos, entonces les fomentamos esa ilusión, esa esperanza; pero si les decimos que no existe nada de eso, pues lógico que no van a creer... y así crecen los niños y los nietos: les dicen que no existe el niño Jesús”, comenta.

“Los niños son el principal objetivo de Pastoral del Amor. Yo los quiero mucho, los veo como si fueran mi hijo, que es también especial; los alimento y les doy todo mi tiempo. Aquí no hay hora; hasta que todos estén bien me voy”, afirma la entrevista­da.

Su “misión como catequista­s especiales es enseñarles el catecismo, el cual no es igual que el que se imparte a los demás niños, así que nos las tenemos que ingeniar para explicar y que nos comprendan”.

Como ella, también hay otras catequista­s que acuden a Pastoral del Amor para atender a unos seis grupos todos los sábados, de 10:30 a 11:30 horas.

Marcial lleva ocho años de compartir su tiempo con los niños, desde que las Madres Concepcion­istas al Servicio de los Pobres le abrieron la puerta un primero de diciembre. “Fue de una manera extraordin­aria, no fue decisión propia. Yo llegué aquí a través de un sueño, de la mano de Dios con la complicida­d de mis hijos”, enfatiza Marcial con una sonrisa.

Asegura estar muy agradecido con el Señor por haberlo llevado ahí; era algo que necesitaba y desde entonces se puso en manos de Dios.

“Aquí festejamos el cumpleaños de algunos de los niños, hacemos alguna actividad religiosa, traemos piñata, pastel, dulces, comida, cantamos, rezamos, jugamos; ha sido una experienci­a maravillos­a, y también agradezco a mis amigos que se han sumado a ella, agradezco a las madres y a las damas del patronato. Venimos cada mes”, comenta.

Asegura que es poco lo que dan y mucho más lo que reciben: un amor genuino que les ofrecen los niños y es un verdadero placer compartir con ellos.

“Hace ocho años yo no valoraba muchas cosas y desde que vengo como voluntario, la lección de vida es inmensa. Muchas veces nos quejamos de lo que carecemos, pero tenemos más de lo que creemos, y no es porque aquí no lo tengan, sino que aquí lo valoran, aquí tienen amor, techo, comida, pero lo valoran y lo agradecen... y fuera muchas veces no es así”, compartió.

Marcial cree que en la sociedad actual hay intención de hacer las cosas, pero no siempre se hacen: a veces se tiene que pasar por cosas difíciles para entender. “Yo he dejado de ir a fiestas y a reuniones familiares por venir aquí, pues le doy el valor que le correspond­e. Venir a convivir con los niños es una oportunida­d de vida. Necesitamo­s valorar más el servicio hacia los demás. Tengo tres hijos y una madre mayor, la dejo bien atendida y vengo. Sabe qué vengo a hacer y me apoya”, señala el voluntario.

“Hemos vivido alegrías y tristezas, pero las cosas tristes nos han fortalecid­o. De las más hermosas fue un 19 de marzo, día de San José, patrono del albergue. Se ofició una misa y a mitad del servicio religioso una de las niñas se me acerca y me dice al oído: ‘A partir de hoy yo quiero que tú seas mi papá’. Fue una emoción muy grande y un privilegio dar ese cariño de padre que ella necesita”.

A estos niños no sólo los llegas a amar, comenta, sino también a admirar y la muerte de alguno de ellos es algo muy doloroso, pero a la vez los llena de fortaleza y les dice que vale la pena seguir adelante con su objetivo.

Pastoral del Amor, A.C., brinda una vida digna a niños y jóvenes especiales al garantizar sus necesidade­s básicas, su espiritual­idad, educación especial, fisioterap­ia, educación física y esparcimie­nto, a través de los proyectos de Salud Integral, Pedagogía y Catequesis Especial.

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Después de ocho años de acudir como voluntario, Marcial asegura que es poco lo que da y mucho más lo que recibe.
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Doña Eloina lleva 20 años comprometi­da con la labor de Pastoral del Amor.

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