Diario de Yucatán - Suplemento Especial

El príncipe ya es monarca

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El 6 de mayo, en Inglaterra, Carlos III comenzó su reinado tras una coronación que acaparó todas las miradas y atención de Inglaterra y el resto del mundo.

Todo comenzó con una procesión en la que el nuevo monarca y la reina consorte, Camila del Reino Unido, recorriero­n en carruaje la distancia que separa el palacio de Buckingham y la abadía de Westminste­r, en Londres.

Una vez en el templo religioso, empezó el servicio, el cual no se realizaba desde que Isabel II fuera coronada en junio de 1953. Frente al altar mayor y en la silla de San Eduardo, construida en el siglo XIV, el nuevo rey fue coronado.

Para la ceremonia, fueron entregadas al soberano las insignias reales, formadas por la corona de San Eduardo, el orbe y los cetros, los cuales simbolizan las responsabi­lidades del jefe de Estado británico hasta el día de su muerte. Camila del Reino Unido, por su parte, recibió la vara de la reina consorte y la corona de la reina María.

En la primera fase de la ceremonia, Carlos III fue presentado al pueblo británico mientras éste gritaba “¡Dios salve al Rey!”. En la segunda fase, tuvieron lugar los dos juramentos contemplad­os del rey, junto con la “Declaració­n de Adhesión”. En la tercera fase, el rey se sentó en la silla de roble de San Eduardo antes de que el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, derramara aceite en la cabeza, pecho y manos del nuevo monarca. En la cuarta fase, el rey recibió las insignias reales, y se escuchó el repicar de las campanas mientras se dispararon cañonazos en la Torre de Londres.

Después de la coronación, los reyes realizaron su tradiciona­l saludo desde el balcón del palacio de Buckingham, mientras aviones de la Real Fuerza Aérea realizaban un vuelo.

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