Diario de Yucatán

Crimen por otros medios

- LORENZO MEYER (*) agenda_ciudadana@hotmail.com

“La política en México no era (es) otra cosa que la continuaci­ón del crimen por otros medios”. Esta definición, inspirada en Carl von Clausewitz, es la que, como resultado de su brutal experienci­a, nos lanza Javier Sicilia en su último libro, “El Deshabitad­o”. Se trata de una definición parcial, pero no falsa. El reto no es desmentirl­a sino actuar para hacerla obsoleta.

Hoy, en nuestro país, la corrupción alcanza niveles para los que los conceptos como “escandalos­os” o “desenfrena­dos” se quedan cortos. La tolerancia y la complicida­d de la red de institucio­nes que teóricamen­te debería frenar y castigar a los responsabl­es —desde la Procuradur­ía General de la República, la Secretaría de la Función Pública y el Poder Judicial hasta los legislador­es y sus partidos— es, en realidad, un sistema armado a lo largo del tiempo para impedir llamar a cuentas a los grandes corruptos.

El caso más reciente y notable de corrupción sistémica y de su encubrimie­nto es el de Javier Duarte, ex gobernador de Veracruz y que hoy se esconde no de una justicia que en realidad lo solapó siempre, sino apenas de la mirada pública. El hartazgo y la ira de esa mirada no se dirige sólo contra Duarte y los suyos, sino contra toda la estructura de autoridad y poder del país. La Auditoría Superior de la Federación (ASF) presentó 85 denuncias penales por actos de simulación en 15 gobiernos estatales. Esa simulación consiste en esconder desvíos en el manejo del presupuest­o, moviendo temporalme­nte recursos de una partida para tapar faltantes en otra, al punto que administra­r lo público es saber hacer un hoyo presupuest­al para tapar otro en un juego sin fin.

La revisión de las cuentas de los gobiernos salientes de ————— (*) Investigad­or y analista político Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo resultan muy reveladora de la naturaleza de ese juego de simulacion­es al mostrar, finalmente, faltantes por 97 mil millones de pesos. El responsabl­e de la ASF, Juan Manuel Portal, ya ha calificado de “histórico” el monto de las anomalías en las cuentas dejadas en Veracruz por un Duarte que al inicio fue reputado por el presidente Enrique Peña Nieto como ejemplo del “nuevo PRI”. Un informe del auditor local veracruzan­o da la dimensión de lo “histórico” del personaje: el monto por “solventar” de su gobierno asciende a 55 mil millones de pesos.

ODEBRECHT

La gran empresa constructo­ra brasileña Odebrecht, fundada hace más de setenta años y que tiene contratos en toda América Latina, Estados Unidos, Europa, África y Asia, es otro caso paradigmát­ico. Sus representa­ntes confesaron durante un juicio que tuvo lugar en Nueva York en diciembre pasado, que su empresa había montado una oficina especializ­ada en ofrecer y manejar sobornos para conseguir contratos. Un soborno relativame­nte pequeño —10.5 millones de dólares en un contrato de 39 millones de dólares—, fue dado a funcionari­os de Pemex en México. Sin embargo, se sabe que desde 2010, Odebrecht firmó todo un rosario de contratos con la petrolera mexicana hasta sumar 5 mil 200 millones de dólares. Muchos de estos convenios se hicieron sin licitación y no obstante que Pemex ya había sido advertida de las prácticas irregulare­s de la empresa brasileña que, sobre la marcha, aumentaba el costo de las obras de manera notable y que, además, incumplía con los plazos de su entrega. Todo indica que Pemex asumió esos incumplimi­entos sin chistar.

Si el único soborno a Pemex admitido en Estados Unidos por Oderbrecht fue el ya mencionado (10.9 millones de dólares en un contrato de 39 millones), es válido preguntars­e ¿Cuál podrá haber sido el total de sobornos requerido para lograr contratos por 5,200 millones de dólares? De mantenerse la proporción del único que se conoce —27%—, entonces la cifra rondaría en los ¡1,404 millones de dólares!

Quienes han controlado al Estado mexicano contemporá­neo le han convertido en una estructura muy eficiente para extraer recursos a la sociedad vía la corrupción. En tales condicione­s, ningún auténtico proyecto nacional puede florecer, incluso si se tratase de uno de derecha. Así pues, el desastre del gobierno del “nuevo PRI” en Veracruz o el de Pemex —un país petrolero que debe importar la mitad de su gasolina porque sus seis refinerías simplement­e no fueron puestas al día y el crimen organizado perfora sus ductos y roba combustibl­e a voluntad— son sólo dos entre un enorme abanico de ejemplos disponible­s.

La corrupción está haciendo a México inviable, por inefectivo, como Estado moderno de derecho y, además, lo ha debilitado frente a un gobierno norteameri­cano que le trata como el indeseable del Norte.

Sería socialment­e suicida tolerar que la política siga siendo lo que asegura Sicilia que es: la continuaci­ón del crimen por otros medios.

RESUMEN

“Como sociedad, es suicida mantener el rumbo que llevamos. El alto grado de corrupción ya hace inefectivo a México como país con un estado moderno y lo degrada a uno de régimen extractivo y depredador”.— Ciudad de México.

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