¿A quién le tiene miedo?
El nuevo presidente de Estados Unidos culpa a nuestro país de casi todos sus males. Marcadamente ha hecho del Tlcan un argumento para enojar a sus ciudadanos.
El argumento que ha repetido mil veces Donald Trump es simple: México le vende a Estados Unidos 60 mil millones de dólares anuales más de lo que Estados Unidos le vende a México. De ese tamaño es el déficit comercial. México nos está viendo la cara.
Lo que esconde Trump es que su problema no es México. Es China.
El Tlcan entró en vigor en 1994 y hasta 2001 ese déficit comercial no existió. El saldo de importaciones-exportaciones de los dos países creció y estuvo parejo. Pero en 2001 empezó a hacerse más grande a favor de México. ¿Por qué? Porque ese año China entró a la Organización Mundial del Comercio y sus productos inundaron el mercado mundial.
¿Cómo incidió eso en el Tlcan? México, para hacer los productos que luego exportaba, en lugar de comprar partes estadounidenses empezó a comprar partes chinas a menor precio. Así China se coló al Tlcan.
NO SE ESFORZARON
El asunto se agudizó porque las empresas estadounidenses desplazadas por las chinas no se esforzaron por volverse más competitivas.
El déficit comercial con México no es el peor de Estados Unidos. Es seis veces peor el que tiene con China, pero de eso no quiere hablar Trump, porque China es de su tamaño y porque le debe dinero.
En síntesis, “es China, estúpido”. Y en eso se están centrando las “consultas” de los empresarios mexicanos con distintos sectores de Estados Unidos. Según me han contado, saben que políticamente al Tlcan hay que cambiarle el nombre porque Trump ya lo volvió tóxico, pero están tratando de mantener los acuerdos, negociando sobre dos aspectos:
El primero es el de las “reglas de origen”: que un producto pueda ser beneficiado por el Tlcan siempre y cuando sus componentes sean más norteamericanos que chinos.
El segundo es que en la mesa de comercio se negocie también la cooperación en seguridad y migración, un músculo que —calculan— tiene México frente a un Estados Unidos preocupado por la frontera común.
Y claro, a sabiendas que sería devastadora la entrada del BAT (un impuesto especial a las importaciones que pretende la Casa Blanca), aunque con la esperanza puesta en que los propios intereses económicos de nuestro vecino incidan en su Congreso para descarrilarlo, pues se trata de un gravamen que polariza a los hombres de negocios estadounidenses: beneficia mucho a los exportadores y golpea demasiado a los importadores.— Ciudad de México ————— (*) Conductor del noticiero matutino de televisión “Despierta”