Buscaba sustento familiar
Guadalupe Olivas fue deportado en tres ocasiones
TIJUANA (El Universal).— Guadalupe Olivas, el mexicano que se suicidó el pasado martes tras ser deportado por la administración de Donald Trump, quería regresar a Estados Unidos porque su esposa recién había muerto y sus tres hijos ahora dependían solo de él.
Documentos a los que tuvo acceso “El Universal” en la Corte de Arizona, en donde el mexicano fue procesado por ingresar ilegalmente al vecino país, narran la historia de Olivas, un inmigrante originario de Sinaloa, que había emigrado desde el año 2001 a California.
El mexicano fue deportado y reingresó a Estados Unidos en el año 2005, por lo que fue condenado a 21 meses en prisión de los cuales sirvió 18 en el centro correccional de Arizona.
Cuando fue liberado regresó a su pueblo natal, localizado cerca de Los Mochis en Sinaloa, donde se casó y tuvo tres hijos.
Sin embargo, narran, en el año 2015 su mujer falleció, lo cual le obligo a tomar la decisión de regresar a Estados Unidos para darle una mejor vida a sus niños.
Fue ese año cuando el migrante regresó por el desierto de Arizona, y mientras trataba de cruzar fue abandonado por el “pollero” porque él decía que ya no podía continuar.
Después de horas de camino logró salir a una carretera, donde fue detectado por un policía local que llamó a la Patrulla Fronteriza.
Olivas agitaba las manos para detener un vehículo, pero no tuvo éxito y fue deportado otra vez, angustiado por no tener un trabajo digno para mantener a sus hijos. Su cuerpo fue recibido ayer por sus familiares.