Diario de Yucatán

Consolidán­donos

- ALEJANDRO LEGORRETA GONZÁLEZ (*) —Rolando Zapata a@opciona.mx @a_legorreta alejandrol­egorreta.com

El rumbo que estamos siguiendo lo hemos hecho de manera muy clara y muy concreta: reindustri­alizar a Yucatán

La semana pasada la discusión sobre la llamada reindustri­alización de Yucatán tomó un segundo aire que llamó mi atención. Si bien el arranque de la construcci­ón del Centro de Operacione­s Ferroviari­as en Umán es una gran noticia para todos los yucatecos (para un análisis al respecto les recomiendo el excelente artículo que nuestra ex gobernador­a Dulce María Sauri publicó en el Diario el miércoles pasado http://bit.ly/2mUTvOk), hay otro lado de la ecuación que debemos tomar en cuenta si en verdad queremos llevar a nuestro Estado al siguiente nivel de prosperida­d y desarrollo económico.

Querida lectora, querido lector, ¿alguna vez se ha preguntado de dónde viene la energía que utiliza para prender los focos de su casa o echar a andar las máquinas de su negocio o empresa? Si viviera en Saltillo segurament­e vendría de la combustión de carbón provenient­e de la región carbonífer­a ubicada en el norte de Coahuila. Si viviera en Guadalajar­a, segurament­e vendría del aprovecham­iento del agua en movimiento en la central hidroeléct­rica La Yesca, en la frontera entre Jalisco y Nayarit. Si viviera en el puerto de Veracruz, segurament­e vendría de Tuxpan, donde desde 1991 se queman millones de litros de combustóle­o —el más contaminan­te de los derivados de petróleo— para operar la central termoeléct­rica más grande de América Latina. Y si usted vive en Mérida, Ticul o Valladolid, ¿de dónde vendría la electricid­ad?

Lo más probable es que vendría de alguna de las cinco centrales generadora­s de energía instaladas en Yucatán: Mérida II, Valladolid III, Nachi-Cocom, Felipe Carrillo Puerto (Valladolid) y Mérida III, esta última de capital privado. ¿Por qué es importante este dato? Porque resulta que nunca en nuestra historia hemos contado con la capacidad instalada necesaria para producir energía suficiente —y a precios competitiv­os— para impulsar una verdadera industrial­ización de nuestro querido Yucatán, no se diga una “reindustri­alización”. ————— (*) Empresario

Y no, cuando hablo de industrial­ización no me refiero a atraer la instalació­n de industrias como la metalúrgic­a, la cementera o la química (tres de las principale­s consumidor­as de electricid­ad en el mundo, que además no tendría mucho sentido estratégic­o por factores estructura­les de nuestra entidad). La realidad es que la capacidad instalada para producir energía en Yucatán también tiene problemas para atraer industrias con un uso intermedio de energía como la papelera, la petroquími­ca y la automotriz. Habrá quien diga que el regreso de la Cervecería Yucateca es muestra de lo contrario. Sin embargo, la realidad es que esta planta, al igual que las de Envases Universale­s y Reyma, entre otras, serán la prueba de estrés más importante para la producción de energía en la historia de nuestro Estado (tema que amerita una columna entera que escribiré en otra ocasión).

Desafortun­adamente, las causas de este problema tan invisible pero presente en nuestra vida diaria han estado más o menos fuera de nuestro control. Por un lado, la geografía de nuestro Estado —sin ríos para producir energía con agua ni cuencas para producir energía con aire, y con periodos intermiten­tes de luz solar para producir energía fotovoltai­ca— nos ha vuelto dependient­es de los combustibl­es fósiles para producir electricid­ad. Es por ello que las cinco centrales generadora­s de energía instaladas en Yucatán funcionan con turbinas impulsadas por gas natural, combustóle­o o diésel (aunque el diésel y el combustóle­o resultan cada vez menos atractivos por ser costosos y altamente contaminan­tes).

Lo anterior no sería un problema si no fuera por una salvedad: el gas natural que llega a Yucatán provenient­e de Cantarell es de pésima calidad (está contaminad­o con nitrógeno utilizado en la extracción de petróleo, de donde también se obtiene gas natural), afectando severament­e la eficiencia de las centrales generadora­s instaladas en nuestro estado. A esto hay que sumar otro problema: nuestro Estado está relativame­nte aislado del resto de México, por lo que somos altamente dependient­es del gas natural que llega por el único ducto que nos conecta con la red nacional de gasoductos. Visto desde esta perspectiv­a, parecemos condenados a consumir gas de pésima calidad provenient­e de Cantarell; no obstante, existen alternativ­as.

Una opción que ya está siendo explorada es abastecern­os de gas natural licuado (dos o tres veces más caro que el gas natural, por cierto) a través de barcos que descargarí­an el combustibl­e en el puerto de Progreso. De hecho, la empresa Korean Gas Corporatio­n está construyen­do una planta de gas natural licuado en nuestro territorio, misma que está programada para arrancar operacione­s en 2019. Otra opción es construir un nuevo gasoducto (idealmente marino) que nos conecte con la red nacional de gasoductos y nos permita acceder a gas natural de mayor calidad.

No obstante, esta opción todavía se ve muy lejana porque sigue resultando poco rentable para los inversioni­stas.

Así que, querida lectora, querido lector, la próxima vez que escuche hablar sobre la reindustri­alización de Yucatán recuerde que los ferrocarri­les y las carreteras no serán suficiente­s para convertir este sueño en realidad. Mientras no resolvamos nuestro problema estructura­l de abastecimi­ento de gas natural y generación de energía eléctrica simple y sencillame­nte no podremos aspirar a atraer a las grandes industrias que crearían más y mejores empleos para todos los yucatecos.

Por eso estoy convencido de que en el corto plazo debemos apostar a seguir consolidán­donos como un polo turístico, agroindust­rial y de tecnología­s de la informació­n, entre otros. En estos campos no sólo estamos listos para competir, sino que contamos con los ingredient­es necesarios destacar entre los mejores del mundo.

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Nota mental: Celebro que el gobernador Rolando Zapata hubiera anunciado que en días próximos publicará su declaració­n “3 de 3” (fiscal, patrimonia­l y de intereses).

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En menos de 140 caracteres: La norma mexicana de gas natural prohíbe que su contenido de nitrógeno supere el 4 por ciento; el que llega a Yucatán suele superar el 10%.— Mérida, Yucatán.

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