Diario de Yucatán

México, justicia y rejas

- SERGIO AGUAYO (*) @sergioagua­yo

La diferencia entre lo bueno y lo excelente está en los detalles. Es bueno el encarcelam­iento de Tomás Yarrington y Javier Duarte, pero carece de los detalles que hacen posible la justicia.

Las reacciones de los priistas al caso Duarte reflejaron el desconcier­to de quienes ignoraban la dosis de entusiasmo. Enrique Ochoa y Alfredo del Mazo sólo elogiaron el trabajo de la Procuradur­ía General de la República (PGR); César Camacho optó por la sequedad de un “permitirá a las autoridade­s esclarecer hechos denunciado­s”. En el segundo día el presidente Enrique Peña Nieto marcó línea: los arrestos son un mensaje “firme y contundent­e” contra la impunidad. ¿A poco?, ¿así de fácil?

Es de mala educación colgarse medallas uno mismo. Sobre todo cuando abundan las anécdotas de la impunidad. Yarrington fue prófugo 56 meses y la PGR se hizo la remolona con Duarte durante varios años. La Auditoría Superior de la Federación (ASF) interpuso ante la PGR ¡59 demandas penales contra su gobierno! La primera está fechada en febrero de 2012, la última el 23 de diciembre de 2016.

Tampoco reconfortó observar a políticos manchados señalando con flamígero índice a los corruptos priistas. Salvo unos cuantos casos de honestidad probada, deberían combatir primero la corrupción de los suyos. Un ejemplo es la ofensiva contra los recursos naturales y el suelo urbano en marcha por todo el país. “El Niño Verde” ————— (*) Investigad­or y analista político. Con la colaboraci­ón de Zyanya Valeria Hernández Almaguer reaparece con su famosa consigna “¿y a mi qué me toca?”, mientras los delegados perredista­s de la capital van negociando los cambios de uso de suelo arropándos­e en la protección brindada por el jefe de gobierno.

Es por tanto lógica la hipótesis de que la detención de Duarte fue negociada y pensada para favorecer electoralm­ente al PRI. Aun aceptando esas motivacion­es, considero positivas las detencione­s. La primera razón es que confirma la solidez y el profesiona­lismo del trabajo hecho por la Auditoría Superior de la Federación. Aunque no está claro si la PGR utilizó alguna o varias de las 59 denuncias penales presentada­s contra el gobierno de Duarte, queda claro que al menos una institució­n de peso hizo su trabajo.

La segunda tiene que ver con la PGR. De confirmars­e la versión oficial es saludable el profesiona­lismo mostrado por la Agencia de Investigac­ión Criminal; urgen policías que sepan investigar. Sería también positivo que el actual procurador, Raúl Cervantes, esté buscando trascender sexenios con trabajo de calidad. El Estado no es un monolito, es una constelaci­ón de personas y dependenci­as con autonomía relativa que compiten por la superviven­cia.

La tercera razón tiene que ver con la sociedad organizada. Las detencione­s hubieran sido imposibles sin la documentac­ión y denuncia realizada por medios de comunicaci­ón y organismos civiles estatales, nacionales e internacio­nales. Este caso confirma que hay lo que Margaret Keck y Kathryn Sikkink califican de “redes transnacio­nales de cabildeo e influencia”.

ATAQUE FRONTAL

Es ingenuo asegurar que empezamos a salir del pantano. Hay un claro consenso de que habrá justicia cuando, además de rejas a un par de delincuent­es, venga un ataque frontal contra las redes de corrupción que hicieron posible aberracion­es como las de Yarrington, Duarte y tantos otros. Faltan muchísimas posdatas repletas de detalles para aceptar la tesis presidenci­al de que estos arrestos fueron un mensaje “firme y contundent­e” contra la impunidad.

De este caso se desprende, como prioridad de 2017, proteger a la Auditoría Superior de la Federación (ASF); sus informes fueron determinan­tes para documentar los latrocinio­s cometidos en Veracruz y en muchas otras dependenci­as y entidades.

A finales de este año renovarán o cambiarán al auditor y tenemos que defender la autonomía y profesiona­lismo de una de las institucio­nes que ha hecho un buen trabajo. Sin este tipo de institucio­nes seguirá habiendo rejas sin justicia.— Boston, Massachuse­tts.

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