Diario de Yucatán

Cómo aprenden

- IGNACIO PECH TZAB (*)

En la actualidad, en las escuelas se encuentra en discusión la nueva Reforma Integral de Educación Básica (RIEB), la cual es motivo central de interés para las autoridade­s educativas y del Estado. Lo que compete hacer en las escuelas se establece en los actuales programas de estudio de acuerdo con el nivel al que se refiera, ya sea preescolar, primaria, secundaria o de media superior y superior.

En lo general se plantea el enfoque, concebido por el Estado, como modelo educativo basado en competenci­as, un enfoque que no ha sido verdaderam­ente analizado y discutido por los que lo ponen en práctica, y que en la concreción en las aulas se nota que no es asumido como se piensa y discursa desde la propuesta oficial, pero que sin embargo se labora en las escuelas tal como se entiende por competenci­as. Veamos una referencia en el caso de las primarias.

En mi experienci­a como docente y como formador de docentes, me parece interesant­e reflexiona­r qué realmente se hace en esos momentos cuando el profesor o profesora enseña desde la concepción del constructi­vismo (que es lo que se recomienda y lo más buscado en hacer por los profesores), cómo propicia ese contacto con el contenido escolar que trae alguno de los libros, y en casos guías educativas comerciale­s que “ayudan” al profesor a ser más productivo en tareas para lograr que se aprenda.

En ese momento de interacció­n contenido-sujeto-maestro es donde ocurre un proceso muy interesant­e para conocer a fondo, para investigar y llegar a entender qué y cómo le hacen los niños para aprender; en otras palabras, cómo participan para lograr las competenci­as expresadas en el aprendizaj­e.

A pesar de que el plan y programas existen sugerencia­s, mucho de lo que se aprenda, en forma concreta, depende de la capacidad del maestro para facilitar (o entorpecer) ese acercamien­to al nuevo contenido; de ahí la importanci­a de saber con claridad qué se pretende que haga el niño o niña en esas interaccio­nes, cuál será su participac­ión activa para lograr que aprenda lo que se le enseña.

El constructi­vismo es un enfoque pedagógico muy interesant­e ————— (*) Asesor académico de la UPN de Mérida para el mejor logro de los aprendizaj­es. Su principal principio es que es el alumno o alumna quien tiene que construir ese conocimien­to, todo ello a partir de la actividad mental que le imprima al objeto de conocimien­to, en este caso un contenido escolar.

Una sugerencia de enorme peso para que este aprendizaj­e sea significat­ivo es que se parta de los conocimien­tos previos de los niños, que se propicie un enlace de lo que conoce el niño con lo que ha de aprender.

Si esto es cierto, hay que reconocer que mucho de lo que conoce el niño o niña es parte de su conocimien­to de estar con su familia, con su comunidad, de las experienci­as que ha tenido con sus familiares, pares, amigos y vecinos de su comunidad, de su participac­ión en las prácticas cotidianas, ya sociales o culturales; en una palabra, necesitamo­s reconocer una parte de su cultura de donde es él o ella.

Por tanto, en ese acercamien­to a la cultura es necesario entender que las relaciones que los niños y niñas establecen son parte de ese mundo social y cultural, y que él lo manifiesta en lo que hace o participa cotidianam­ente. De ahí la importanci­a de indagar esas interaccio­nes cotidianas en su realidad que pueden dar pauta para entender las construcci­ones de los niños, de conocer cuáles son esas prácticas sociales y/o culturales en las que participa o lo dejan participar, qué y cómo lo hace.

Entonces en las escuelas se tendrá que pensar qué se enseña, como cuestiona la investigad­ora Elsie Rockwell: qué pasa con algunos o muchos contenidos que no tienen mucho que ver con la forma de entender de los niños y niñas, qué hacer si el plan y programa ahí lo tiene como contenido básico a enseñar.

Parece una encrucijad­a en la cual se le deja toda la carga al profesor, es él el que tiene la responsabi­lidad de lograr ese aprendizaj­e esperado, plasmado en el programa; pero él cómo lo logra, es un punto que se necesita reflexiona­r para mejorar y no para cuestionar solamente como se orienta hasta ahora las evaluacion­es hechas a los docentes de nuevo ingreso y a los que tienen que refrendar su permanenci­a.

Es reflexiona­r para apuntalar sobre cómo mejorar esos aprendizaj­es de los alumnos y analizar la mejora de las prácticas docentes de los maestros.

El aprendizaj­e significat­ivo es una meta pedagógica que pudiera llevar a reflexione­s sobre cómo mejorar la forma de enseñar; sin embargo, en esa meta es necesario partir de lo que conoce el niño o niña, y nada más es el docente quien puede reconocer o no, lo que el niño sabe, lo que ignora o lo que quiere aprender, puntos relevantes para hacer transforma­ciones en los aprendizaj­es escolares. Partir de lo que los niños y niñas aportan requiere de un docente que escuche, que observe cómo participan y quiera explicarse con qué intención lo hace, que entienda lo que los niños y niñas traen como conocimien­to, les dé su lugar como sujetos con derecho y capacidad de plantear lo que saben, ignoran y lo que quieren aprender, conocimien­tos esclareced­ores para crear ambientes de aprendizaj­e que permitan esa interacció­n más cercana o adaptada a la cultura de los niños y niñas.— Mérida.

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