Diario de Yucatán

La única alternativ­a para los católicos

- FERNANDO LÓPEZ ESCALANTE (*) fleonidas@prodigy.net.mx

La Reforma iniciada por Lutero encuentra ecos en Francia con Calvino y en Inglaterra, con Enrique VIII, quienes van a dar origen a la Iglesia Calvinista y la Anglicana, respectiva­mente.

La calvinista fue dirigida por Juan Calvino, un francés que en 1535 se instaló en Basilea, Suiza, en donde formuló sus principale­s tesis, encontrand­o acogida en toda Suiza. La anglicana tuvo como origen el que el rey Enrique VIII, casado con Catalina de Aragón, se enamorara de Ana Bolena y pidiera al papa Clemente VII que anulara su matrimonio para casarse con la Bolena, algo imposible pues Catalina era tía de Carlos V y el Papa, teniendo miedo a la reacción del emperador, se lo negó.

El rey entonces desconoció la autoridad papal y se declaró jefe de la Iglesia de Inglaterra, que adopta la Iglesia luterana y la adapta según su parecer.

Toda Europa es un hervidero ————— (*) Director de los Talleres de Lectio Divina de nuevas creencias en gestación que, mezcladas con intereses políticos, dan lugar a las Guerras de Religión que duraron 30 años, al final de los cuales el mapa de religiones de Europa estaba dividido en cuatro: Católicas (España, Italia y Francia), Calvinista (Suiza), Anglicana (Inglaterra) y Luteranas (Alemania, Holanda, Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia).

El Credo Luterano estaba integrado por cinco solas (Solamente) de las cuales tomaremos la Sola Scriptura (Solamente las Escrituras), que hizo que se imprimiese­n miles de biblias traducidas al alemán y después a los idiomas de los países que fueron adoptando las iglesias protestant­es; la traducción al español fue obra de dos monjes, uno de apellido Reina y otro Valera, adaptándos­e el trabajo de ambos con el nombre de Biblia Reina Valera.

NACIMIENTO

El nacimiento del movimiento moderno de las Sociedades Bíblicas comenzó con la fundación de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (SBBE) en la ciudad de Londres, en 1804. Su propósito fue el de incrementa­r la disponibil­idad de las Escrituras en Inglaterra y Gales, pero su visión misionera se extendió rápidament­e.

Pronto hubo otras Sociedades Bíblicas nacionales ansiosas de operar en una dimensión internacio­nal: Países Bajos, Estados Unidos, Rusia y otras.

En Yucatán se tiene noticias de la presencia de protestant­es desde la década de 1850, pero la aparición efectiva es en 1870, que es cuando empiezan a llegar los primeros misioneros y en 1877 se establece Maxwell Phillips, quien se encarga de difundir textos y fundar biblioteca­s populares.

En Mérida tenemos una librería destinada a vender obras protestant­es, la Antorcha, y entre sus libros más vendidos están las Biblias Reina Valera, ya que cada uno de los protestant­es debe tener una.

Comprendo que esta breve historia de sucesos puede llegar a ser aburrida, pero era necesaria para comprender la enorme difusión de la Palabra de Dios llevada al cabo primero en Europa y desde hace más de cien años en nuestro Estado y en nuestra ciudad, en contraste con el total hermetismo en el que nuestra amada Iglesia católica mantuvo encerrada la Biblia en latín hasta el Concilio Ecuménico Vaticano II, así como el desprecio de los Obispos a la Dei Verbum, que les ordenaba acercarla a los fieles para que se familiariz­aran con ella.

La intransige­ncia primero y después la negligenci­a de nuestra Iglesia católica, que hasta la fecha no hace nada para acercar la Palabra de Dios a los fieles, fue lo que movió al cardenal Ratzinger a decir que: “El vínculo que unía la Iglesia y la Escritura se ha roto y esta separación tiende a vaciar a ambas desde su interior……”, pero ha encontrado un método de oración que tiene como base la Palabra de Dios, lo ha estudiado, lo ha probado y afirma: “Yo estoy persuadido que la Lectio Divina es un elemento fundamenta­l en la formación del sentido de la fe y es, por consecuenc­ia, nuestra tarea más importante”.

Y con gran alegría decide proponerla a los fieles como medio de acercarse a la Palabra de Dios, sin intervenci­ón de la Iglesia Jerárquica. Es la voz del Prefecto de la Congregaci­ón de la Doctrina y la Fe, bajo el papado de San Juan Pablo II, quien a su vez dice: “Es necesario, en particular, que la escucha de la Palabra se convierta en un encuentro vital, en la antigua y siempre válida tradición de la Lectio Divina, que permite encontrar en el texto bíblico la Palabra Viva que interpela, orienta y modela la existencia” (Novo Millennio Ineuente), y le añade:

“Esta lectura de la Escritura, acompañada de la oración, se conoce en la tradición de la Iglesia con el nombre de Lectio Divina, práctica que se ha de fomentar entre todos los cristianos. Para los presbítero­s, debe constituir un elemento fundamenta­l en la preparació­n de sus homilías, especialme­nte las dominicale­s (Ecclesia in America). (Continuará).— Mérida, Yucatán.

Para los presbítero­s, debe constituir un elemento fundamenta­l en la preparació­n de sus homilías, sobre todo las dominicale­s

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