Calidad de vida
Turistas buscan una autofoto con el faraón egipcio
El templo de Abu Simbel registró un gran número de visitantes deseosos de observar un fenómeno de luz en el que el Sol ilumina al faraón Ramsés II.
ABU SIMBEL (EFE).— El sol iluminó ayer el rostro del faraón Ramsés II en el interior del templo de Abu Simbel, un fenómeno que ocurre dos veces por año, en las celebraciones del 50 aniversario del traslado —pieza por pieza— de este colosal monumento egipcio.
Cientos de turistas de todo el mundo llegados a Egipto madrugaron para poder ver cómo el sol penetraba al amanecer en el templo de Abu Simbel e iluminaba la cara de Ramsés II. Los turistas también aprovecharon el fenómeno para sacarse una foto con el faraón tres milenios después de su reinado.
“Tuvimos la oportunidad de venir hasta aquí, nos dijeron que iba a ser un día especial ¡pero no pensaba que iba a ser tan especial!”, aseguró Mikel, un estadounidense que navegó por el río Nilo hasta Asuán y luego recorrió en autobús los cerca de 300 kilómetros que separan esta ciudad de Abu Simbel.
El templo de esta ciudad es conocido no sólo por su majestuosidad y buena conservación, sino por la inmensa obra de ingeniería que supuso su desmontaje y traslado para evitar que quedara sumergido en las aguas del lago Naser, tras la construcción de la presa de Asuán, en una exitosa campaña liderada por la Unesco hace 50 años.
Muchos turistas sufrieron horas de carretera y espera a las puertas para entrar al templo, tomado por la policía militar en esta ocasión especial para evitar altercados, aunque los uniformados no pudieron controlar el furor y el deseo de tomar la ins- tantánea perfecta y hasta una “selfie” con Ramsés II.
Después de que las autoridades disfrutaran de los primeros instantes del espectáculo sin molestias, el cordón policial empezó a dejar fluir a la masa de visitantes en un ambiente sofocante y ajeno al cuidado de los relieves que adornan el templo y relatan las batallas de Ramsés II al frente de su Ejército.
En medio de los gritos de los vigilantes egipcios, que pedían a los turistas que pasaran rápidamente frente al santuario y no se detuvieran a hacer fotos, el sol se fue posando lentamente sobre el dios Rah, a la izquierda del faraón, y luego sobre Amón, dos de los más importantes y asociados en su momento con el culto a Ramsés II.
A pesar de la prohibición, la luz de las cámaras y las peleas por conseguir una buena foto en medio del caos acabaron con la magia de un momento que fue ideado hace más de 3,000 años.