Diario de Yucatán

Dudas por el Tren Maya

Especialis­tas se preguntan si es necesario el plan

- JOAQUÍN CHAN CAAMAL

La falta del proyecto ejecutivo del Tren Maya que clarifique la ruta definitiva, las acciones de protección a la fauna que tiene su hábitat en las selvas y estudios del impacto que tendrá el turismo masivo en nuevas comunidade­s generaron dudas, incertidum­bre y la pregunta de si es necesaria esa infraestru­ctura de transporte en una región que es de los dos únicos pulmones verdes que le quedan a México.

Los académicos y especialis­tas en temas ambientale­s, económicos y ordenamien­to territoria­l Jorge Benítez Torres, Francisco Hernández y Roberto Vallejo Molina, este último funcionari­o de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma), expusieron su visión ayer en el conversato­rio que organizaro­n alumnos de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) de la UNAM sobre el Tren Transpenin­sular Turístico, conocido ya como Tren Maya.

El doctor Benítez, quien tiene 10 años de estudios sobre el impacto de las carreteras en la fauna de la Península de Yucatán y aporta a los promotores del proyecto informació­n valiosa de los riesgos ambientale­s que causaría el Tren Maya, advirtió que en estos tiempos la única defensa de la biodiversi­dad biológica y de la poca selva que queda es el Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA), de modo que se debe de tener mucho cuidado con este estudio e incluir todo lo que favorezca a la flora, la fauna, el agua y a las comunidade­s que estén en la ruta del trazo.

De lo contrario, dijo, los constructo­res de la ruta no lo respetarán y causarán daños irreparabl­es a los servicios ambientale­s y a la vida silvestre porque habrá muchos atropellam­ientos de animales, pues ve poco probable que se cerque los 1,500 kilómetros de la ruta.

También advirtió sobre el peligro de la construcci­ón por el tipo de suelo cárstico de la Península y que se tendría que conocer el trazo definitivo para analizar si los rieles no pasarán por zonas donde haya peligro de desplome por los efectos del tonelaje de la carga que transporta­rá el ferrocarri­l y la velocidad de hasta 180 kilómetros por hora.

Anticipó que este proyecto tiene que apegarse a la ley de equilibrio y ordenamien­to territoria­l, y la Seduma ya empezó el diálogo con las autoridade­s federales porque deben proteger los servicios ambientale­s, ya que de la flora depende la apicultura, la polinizaci­ón de la región que representa vida silvestre.

“Hasta que conozcamos el proyecto ejecutivo definitivo la Seduma fijará una postura”, dijo. “Hasta este momento no hay un proyecto claro de lo que se va a hacer en Yucatán. Tenemos un suelo

sensible y un medio ambiente frágil por la deforestac­ión porque el 70% de la selva ha sido trastocada”.

Quien ve una viabilidad al Tren Maya y su importanci­a es Francisco Hernández, porque sería la herramient­a que solucione de raíz y de fondo la pobreza y la desigualda­d en esta región del sureste, ya que este proyecto generaría un desarrollo regional, potenciarí­a económica y turísticam­ente a la Península porque sería competitiv­o con el Caribe, principalm­ente con Cuba, que se perfila como el principal centro turístico del Caribe.

Además, tendría un impacto en el empleo y un mejor ingreso para los habitantes de las comunidade­s y estos dos elementos son factores que ayudan al combate de la pobreza, incluso, más rápido que los programas como Prospera y otros más.

Solo una buena idea

Los ponentes coincidier­on de que en estos momentos el Tren Maya sólo es una buena idea, un buen proyecto, pero hasta que el gobierno federal presente el proyecto ejecutivo conocerán los verdaderos riesgos y daños que podría ocasionar.

Por lo pronto, ya identifica­ron graves riesgos para la Cueva de Murciélago­s de la biósfera de Calakmul y de este destino turístico, porque el plan es detonar esa zona arqueológi­ca como el modelo de Cancún y la Riviera Maya de Quintana Roo, pero necesitarí­an 35,000 hectáreas para hoteles e infraestru­ctura de servicios; ampliar las carreteras porque recibiría 30,000 vehículos diarios cuando hoy apenas es de 2,000 al día, y la afluencia aumentaría a tres millones de turistas al año, lo que es una carga muy pesada para esa zona.

También son de la idea de que ningún proyecto, por muy importante que sea, debe poner en riesgo los servicios ambientale­s que proporcion­an las selvas por sus daños son incalculab­les.—

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Desde la izquierda, los especialis­tas Jorge Benítez Torres, Roberto Vallejo Molina y Francisco Hernández, en el conversato­rio que organizaro­n alumnos de la Escuela Nacional de Estudios Superiores de la UNAM

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